Su construcción abarca los siglos XVI al XVIII, con largos periodos de inactividad, por lo que en ella se conjugan todos los estilos presentes en la llamada Edad Moderna: Gótico, Renacimiento, Manierismo, Barroco y Neoclásico. No obstante, su gran impulso constructivo tuvo lugar en el siglo XVIII, quedando las partes realizadas con anterioridad enmascaradas o fundidas con la estética barroca, dominante en aquel tiempo. Esta fusión de estilos, como raras veces suele ocurrir, se realizó de forma ingeniosa y así derivó en un exotismo de claros contrastes, que supone uno de sus principales atractivos.

Fundada en 1492 sobre la anterior mezquita mayor del Guadix islámico, su renovación se inicia en 1510-1520 con un cuerpo gótico que se corresponde con la zona del coro y trascoro actuales; fue su maestro mayor Pedro de Morales. En 1549 Diego Siloé proyecta una nueva catedral al gusto renacentista de la cual se construye entonces el perímetro externo de la cabecera, el acceso a la capilla redonda de San Torcuato y el primer piso de la torre, actual sacristía. En 1568 se produce la rebelión de los moriscos y la crisis subsiguiente obliga a interrumpir las obras. Tras varios intentos de reanudarla a principios del siglo XVII, prácticamente los trabajos quedan interrumpidos hasta el XVIII. Solamente se haría el segundo cuerpo de la torre y la bóveda de la sacristía. Durante todo este tiempo y hasta bien entrado el siglo XVIII, el culto se realiza en el edificio antiguo, mitad mezquita, mitad templo gótico. A comienzos del siglo XVIII se reinician los trabajos, terminando el tercer cuerpo de la torre en 1710. Pero es en el año 1713, tras conseguir del rey Felipe V el poder disponer del octavo del diezmo del obispado para terminar el edificio, cuando se le encarga a Blas Antonio Delgado, maestro mayor de la Catedral de Jaén, un proyecto global. Este modelo será, en gran medida, el seguido para la configuración actual, en el que había de conjugarse y englobarse lo antiguo con lo nuevo. Como maestro mayor es nombrado Vicente Acero, el cual termina la cabecera, con su girola y bóvedas, y continúa avanzando hacia el cuerpo gótico, como se refleja en las fechas de las ventanas exteriores: 1717 y 1718. En 1720 Acero ingresa, aunque por poco tiempo, en la Cartuja del Paular, y es nombrado en su puesto Gaspar Cayón, el cual dirigirá los trabajos en las décadas siguientes, junto con Acero, ya que entre ambos se produce una curiosa alternancia como maestros mayores de las catedrales de Guadix y Cádiz. Esta circunstancia complica la atribución a uno u otro de algunos elementos concretos, aunque parece que a Acero corresponde la portada de Santiago y el diseño inicial de la fachada principal, mientras que la portada de San Torcuato sería de Cayón. La cúpula se termina en 1730 y se une la parte nueva con la gótica en 1738, trasladando el culto a la cabecera. También estaban ya levantadas las dos portadas laterales de Santiago y San Torcuato. En las décadas siguientes se continúa englobando la parte gótica; se elimina lo que quedaba de la mezquita y se cierra la fachada principal, última gran empresa de la obra y sello de especial originalidad de esta catedral. Por fin se termina este largo proceso en 1799, cuya fecha aparece en el medallón superior de esta fachada. El chapitel de la torre y la escultura del Sagrado Corazón se hicieron en los siglos XIX y XX respectivamente. La construcción por partes y aprovechando edificios anteriores, ha motivado que su orientación sea algo anómala, hacia el noroeste, y no al este, como suele ser normal.

Del exterior del edificio destaca su rotunda silueta, totalmente exenta, y en ella la fachada principal, uno de sus elementos más personales y obra originalísima del Barroco español. Se supone trazada por Acero, pero muerto éste antes de comenzarse, es seguro que Cayón y Fernández Pachote, maestros que le sucedieron y dirigieron los trabajos, debieron introducir novedades, al menos, en las soluciones ornamentales. En ella destaca la disposición de los contrafuertes al sesgo, mediante grupos de tres columnas en saliente, a modo de espolón. De esta forma se aligera enormemente el aspecto de soporte estructural, solución que Acero y Cayón repitieron en la catedral de Cádiz. También supone novedad el empleo de los estípites en el tercer cuerpo y el remate ondulado de dicha fachada y su sinfonía de remates. Su iconografía resume los valores devocionales y conmemorativos de la ciudad: San Pedro y los Siete Varones Apostólicos, en el primer cuerpo (repuestos hace pocos años); la Anunciación y los emblemas Marianos, en el segundo; el escudo borbónico y placa alusiva en homenaje a sus benefactores, en el tercero. En las fachadas laterales destacan las dos portadas del crucero, en especial la del costado izquierdo, dedicada a Santiago y trazada por Acero y ejecutada por el entallador Francisco Moreno. La del costado derecho, más modesta de diseño y adorno, fue trazada por Gaspar Cayón. En el otro extremo de la girola se yergue la imponente torre, cuyo primer cuerpo, terminado en 1556, es de piedra y los dos siguientes de ladrillo y bastante contenida en su ornato. Gran interés tiene la escalera de acceso a esta torre, pues presenta una doble hélice superpuesta, con entradas diferenciadas, una desde la calle y otra desde la capilla al lado de la cabecera. Es obra de gran mérito estereométrico y muy poco conocida.

Pasando al interior del templo podemos observar su cabecera pentagonal, cuyas capillas perimetrales están separadas por pilastras de medias columnas dóricas en su frente; las bóvedas de la girola son vaídas sobre arcos de medio punto, pero reforzadas visualmente con crucerías para parecerse a las góticas de las naves. La capilla mayor ocupa los dos últimos tramos centrales y en ella se impone ya la ornamentación barroca al corresponder al siglo XVIII. Es de destacar que la cúpula, sobre pechinas y con profusa decoración, de forma excepcional, no se ubica ni sobre el altar mayor ni sobre el crucero, sino en el tramo intermedio. Obra de interés en esta cabecera es la capilla redonda de San Torcuato, cuyo diseño inicial como panteón de Diego Siloé se deja ver en el atrevido arco en esviaje que la comunica con la girola. También es notable originalidad la decoración de las columnas que integran los pilares de las naves, de orden corintio las que dan hacia la nave central y los dos colaterales, mientras que las dispuestas hacia las naves laterales son dóricas, para armonizar con las de la girola y que también condicionaron las que se encuentran flanqueando a las capillas. No menos curioso es el hecho de que en los pilares de la zona del coro el adorno de los fustes y capiteles están forrados, en parte, y tallados en yeso para ocultar su progenie gótica. Igualmente, los arcos y bóvedas de ambas fases tiene un desarrollo diferente: de medio punto y bóvedas con nervios añadidos en la cabecera y arcos apuntados y bóvedas de crucería gótica en la parte del siglo XVI.

Los retablos que ocupan sus capillas perimetrales son de estilo barroco y la mayoría del siglo XVIII. El tabernáculo que preside el altar mayor es de estilo neoclásico y fue diseñado por Domingo Lois de Monteagudo. Las pinturas que decoran el altar presentan, a imitación de la de Granada, un ciclo de la Vida de la Virgen, pintados en la década de 1730. Especialmente suntuosos son los dos púlpitos y la sillería del coro. Los primeros labrados por Ruiz del Peral en 1737 y son de incrustaciones de mármol, ágata, pórfido y jaspe. La monumental y caprichosa sillería barroca, comenzada en 1744, tuvo en sus respaldos preciosas esculturas talladas por Ruiz del Peral (treinta de ellas), y el resto, hasta un número de cuarenta, por Salazar, Trujillo, Felipe González y Moyano. Destruidas en 1936, en la actualidad se están colocando otras realizadas por Asenjo Fenoy.  El trascoro, de estilo neoclásico y de mármoles rojo y blanco, fue trazado por Domingo Lois, con algunas modificaciones y dirección de Jacobo Ferro; se realizó entre 1784 y 1797.

Tiene un interesante Museo con un moderno montaje didáctico, en el que sobresalen sus obras de orfebrería y las esculturas de artistas del Barroco granadino, como José de Mora y Torcuato Ruiz del Peral. Delante del trascoro, recientemente se ha instalado una buena copia de la Piedad del Vaticano, de Miguel Ángel, adquirida en Italia en 1930, destrozada en 1936, y recompuesta y restaurada en 2001 por Mª Ángeles Lázaro.

Autor: José Manuel Gómez-Moreno Calera

Bibliografía

ASENJO SEDANO, Carlos, La Catedral de Guadix, Granada, Aula de Cultura del Movimiento, 1977.

FAJARDO RUIZ, Antonio (coord), La Catedral de Guadix, Magna Splendore, Granada, Mouliaá Map, 2007.

GÓMEZ-MORENO CALERA, José Manuel, La arquitectura religiosa granadina en la crisis del renacimiento. (1560-1650). Diócesis de Granada y Guadix-Baza, Granada, Universidad-Diputación, 1989, pp. 421-431.

GÓMEZ-MORENO CALERA, José Manuel, “Diversas precisiones sobre la catedral de Guadix y su ampliación barroca”, Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada, 40, 2009, pp. 209-225.