La antigua Cartuja de Santa María de las Cuevas constituye un complejo conjunto monumental cuya estructura actual responde a un largo proceso constructivo, habiendo oscilado su funcionalidad entre lo religioso, lo militar y lo fabril a lo largo de sus más de seis siglos de historia.

Las fértiles tierras de barro y arcilla de la margen derecha del Guadalquivir favorecerían que durante el período almohade se establecieran allí una serie de hornos alfareros, donde según la tradición aparecería la imagen de una Virgen en una de las cavidades del terreno, recibiendo ésta el nombre de Santa María de las Cuevas. Ello daría lugar a la fundación de un primer establecimiento religioso consagrado a la imagen mariana, lo cual quedaría a cargo de la orden de franciscanos terceros.

En el año 1400, el Arzobispo don Gonzalo de Mena ve cumplidos sus deseos de realizar una fundación conforme a la orden de San Bruno, iniciándose así la construcción del monasterio de la Cartuja. El núcleo primitivo del edificio lo constituirá la capilla de la Magdalena, ubicada en el conocido como Claustrillo (1465), patio de pequeñas dimensiones e inspiración nazarí que actúa como organizador de las estancias. Este consta de arquerías de ladrillo enmarcadas por alfiz, sobre columnas de mármol, presentando en sus muros sendos zócalos de azulejos del siglo XV y algunos paneles del siglo XIX. La mencionada capilla llegó a servir de sepulcro del fundador Gonzalo de Mena. De una sola nave y cubierta mediante arcos transversales, presenta restos de pinturas murales de época fundacional y zócalo de azulejos del siglo XVI, además de bóveda de paños con yeserías geométricas correspondientes al siglo XVII sobre la cabecera cuadrada.

Al aludido Claustrillo comunican otras estancias como el que fuera antiguo refectorio. Su acceso presenta portada con arco de piedra y arquivoltas correspondiente al siglo XVI, y consta de una nave cubierta por artesonado, en cuyos muros se conservan zócalos de azulejos con motivos variados, además de restos de pintura mural.

El antiguo capítulo, comunicado también con el pequeño patio, presenta paneles de azulejo en su zócalo y queda compartimentado en dos tramos, el primero rectangular, cubierto por bóveda nervada, y el segundo cuadrado, con bóveda poligonal. En dicha estancia se ubican los sepulcros marmóreos de la familia Enríquez de Ribera, quienes ejercieron un importante papel en el proceso constructivo del monasterio.

Concretamente, el patronazgo de Per Afán de Ribera contribuirá a la erección del templo primitivo, que se ampliará en los primeros años del quinientos. La que fuera iglesia del monasterio presenta portada con arco ojival abocinado en cuyo hastial figura un rosetón, presentando a su alrededor diversa ornamentación de azulejos. Consta de una nave cubierta por bóvedas de crucería y cabecera cubierta por bóveda de nervios, además de conservar estucos de 1614 y algunas pinturas murales del siglo XVIII. A la llamada capilla de Santa Ana, que sirviera de enterramiento a los restos de Cristóbal Colón, se accede desde el lado derecho de los pies del templo. Consta de planta rectangular sobre la que se dispone bóvedas nervadas y de media naranja en la cabecera.

Desde el atrio del templo se accedería a las dependencias de las antiguas hospedería y  Celda Prioral, conservándose entre otros elementos una galería mudéjar y un pórtico de acceso con restos de la Capilla de la Virgen de la Antigua, respectivamente. Esta última, es uno de los ejemplos de la intervención de Hernán Ruiz II, quien realiza diversos trabajos artísticos para el monasterio.

Durante siglo XVIII tienen lugar una serie de obras que modifican considerablemente la estructura de la zona exterior. Entre otras, la remodelación de la capilla de Afuera, dependencia de única nave cubierta por bóveda de cañón con lunetos y cúpula con linterna. Presenta retablo atribuido a Francisco Acosta el Mayor y Alonso de Vega (1780). Al lado izquierdo se abre la que fuera sacristía, con acceso al llamado camarín de la Virgen de las Cuevas. Asimismo, la Puerta de Tierra adquiere su fisonomía actual en 1759, siendo ejecutada por el entonces maestro mayor de la Cartuja Ambrosio de Figueroa. Esta se erige al modo de un arco de triunfo donde figura una hornacina con talla en piedra de la titular mariana y el escudo del fundador.

En la fachada que limita con el Guadalquivir se ubica el otro acceso, la conocida como Puerta del Río. Fue obra de Diego Antonio Díaz en 1759, y queda decorada por pináculos vidriados y azulejos de los siglos XVII y XVIII.

En una gran extensión de terreno intramuros se sitúan las antiguas huertas, donde se levantan las capillas de Santa Ana y Santa Justa y Rufina, así como la noria y un estanque entre otras estructuras.

Con el siglo XIX se inicia un período de decadencia para el establecimiento monástico, pues durante la Guerra de la Independencia sufre el asentamiento y expolio por parte de las tropas francesas, que establecen en él su cuartel hasta 1816. A pesar de la vuelta de la comunidad cartuja, la exclaustración acontecida como resultado de la Desamortización de Mendizábal pone fin a la ocupación religiosa del recinto a través del Decreto de extinción de órdenes religiosas de 1835.

Cuatro años después se abre una nueva etapa para el edificio, pues el comerciante inglés Charles Pickman lo adquiere para instalar una fábrica de loza y porcelana china, que estará en funcionamiento hasta 1982. Este cambio de funcionalidad incidirá profundamente en la transformación de los espacios, adaptando las estructuras existentes a las nuevas necesidades, y erigiéndose otros elementos como la chimenea en lo que fuera claustro principal y los hornos de botella, todo lo cual modificó sustancialmente lo que fuera la imagen del antiguo monasterio.

La ulterior reconversión del edificio tiene lugar en las últimas décadas del siglo XX, con motivo de la celebración de la Exposición Universal de 1992. Se crea el Conjunto Monumental de la Cartuja de Sevilla, con el fin de tutelar el monumento, y se lleva a cabo la restauración y rehabilitación del complejo, destinándolo a diversos usos culturales. Actualmente es sede del Rectorado y Campus de Sevilla de la Universidad Internacional de Andalucía, del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico.

Autora: María del Castillo García Romero

Bibliografía

LLEÓ CAÑAL, Vicente, La Cartuja recuperada: Sevilla 1986-1992, Sevilla, Consejería de Cultura y Medio Ambiente, 1992.

MORALES MARTÍNEZ, Alfredo J., “Hernán Ruiz II y la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla”, Laboratorio de Arte: Revista del Departamento de Historia del Arte, núm. 5, 1, 1992, pp. 111-129.

MORALES MARTÍNEZ, Alfredo J., Guía artística de Sevilla y su provincia, 2da. Ed., tomo I, Sevilla, Diputación Provincial de Sevilla y Fundación José Manuel Lara, 2004.

OLMEDO, Fernando y RUBIALES, Javier (dirs.), Historia de la Cartuja de Sevilla: de ribera del Guadalquivir a recinto de la Exposición Universal, Madrid, Turner, 1989.