Durante toda la Edad Media, la fortaleza de La Mota fue un importante centro político, religioso, militar y económico debido al gran número de poblaciones que vivían bajo su protección en la frontera entre el Reino de Castilla y el Reino Nazarí. Sin embargo, su importancia fue decayendo progresivamente tras la conquista de Granada, lo cual supondría que el recinto medieval fuera quedando despoblado progresivamente a favor de nuevos espacios más fácilmente habitables.

Así, a partir de los siglos XV-XVI se produciría el gran crecimiento urbanístico de la ciudad en torno a nuevas vías urbanas surgidas al amparo de la fortaleza como serían las calles Real, Rosario y, especialmente, el Llanillo (actual Carrera de las Mercedes). De hecho, esta vía pasaría a convertirse en la espina dorsal de Alcalá la Real durante toda la Edad Moderna y Contemporánea, regulando la trama urbana y la vida socio-económica de la ciudad; prueba de ello sería la construcción de numerosas casonas y edificios religiosos (como serían el  convento de la Encarnación, la iglesia de Consolación, el Palacio Abacial, etc.) a lo largo de los años.

Desde la conquista en 1341 por las tropas castellanas de Alfonso XI, el cabildo municipal de Alcalá la Real se encontraba en la fortaleza de La Mota, celebrando algunas de sus reuniones tanto en la Real Abadía como en la Alcazaba. Sin embargo, desde finales de la Edad Media el consistorio contaba con un edificio propio, ubicado junto a la Iglesia Abacial y cerca del Arco del Peso de la Harina, el cual sería reedificado en estilo renacentista hacia 1540-1550. Sin embargo, debido al mal estado de conservación del edificio municipal y por hallarse despoblada la fortaleza, a comienzos del siglo XVIII se decide trasladar la sede del cabildo a la ciudad baja.

Instalado el cabildo en un primer momento en unas casas alquiladas, en 1726 se hace patente el deseo de adquirir un edificio propio, teniendo que esperar varios años para que esto se lleve a cabo. Así, en 1733 se informa de la necesidad de construir unas casas capitulares y una alhóndiga, con sus oficinas y pescadería, además de una plaza pública. Así se acuerda traer a maestros de obras y arquitectos de Loja y Granada para que, acompañados del maestro mayor de Alcalá, fijasen el lugar idóneo. Éste se establecería entre las calles Bordador y Braceros, abriéndose la plaza tras el derribo de doce casas y creando un espacio de representación digno para la corporación municipal.

La conocida como Plaza Nueva estaría presidida por los edificios civiles más importantes de la Alcalá en aquella época: el Ayuntamiento y la Lonja. Frente al lenguaje barroquizante de la arquitectura religiosa de la época, en estos edificios se optará por la sobriedad del clasicismo.

El Ayuntamiento de Alcalá la Real sería iniciado en 1733, terminándose al año siguiente debido a la urgente necesidad de contar con este edificio. La dirección de obras recaería en los albañiles Cristóbal Ruiz de Aguilera y Antonio de Rivas, el cantero José de Otero y el carpintero Manuel de la Fuente, todos ellos procedentes de Granada.

El edificio presenta tres cuerpos perfectamente simétricos: los dos inferiores con cinco vanos adintelados, coronados con un frontón triangular en el segundo piso; por su parte el último piso, de menor altura, lo forma una galería de arcos sobre pilastras ornamentados con mascarones. El vano de acceso está enmarcado con pilastras con jaspe de colores y rematado con un frontón mixtilíneo con la heráldica municipal en su tímpano, disponiéndose cartelas a ambos lados. Sobre él, marcando la línea de simetría con la portada, la ventana principal sustituye el pequeño frontón triangular por el escudo de los Borbones; a ambos lados se sitúan dos hornacinas vacías (que en su origen albergaban las imágenes devocionales de Nuestra Señora de las Mercedes y de Santa Ana).

En 1791 se proyectaron dos torres laterales (siguiendo diseños de Manuel Francisco Laimera, maestro de arquitectura de la Intendencia de la provincia de Jaén), de las que sólo se llegó a terminar una de ellas, rematada con cuatro frontones rectos y cupulín; en esta torre se ubica un magnífico reloj lunar, obra de Fernando de Tapias (1803). La otra torre, inconclusa, fue suprimida en 1956 por el Servicio de Regiones Devastadas, quien también aumentaría el número de arcos de la galería del tercer piso.

Frente al Ayuntamiento se situarían las Casas de Enfrente, concebidas como una lonja para servicios comerciales (alhóndiga y pescadería). Al igual que el anterior edificio, éste presenta tres cuerpos: el primero está formado por una galería de siete arcos sobre pilares, siguiendo la típica estructura del soportal en las plazas públicas españolas; el segundo cuerpo mantiene el número de vanos, esta vez adintelados y presentando en los laterales dos escudos heráldicos; finalmente,  el tercero vuelve a utilizar el arco de medio punto en los vanos. En el siglo XIX, el edificio pasaría a manos privadas reutilizándose como locales comerciales y viviendas particulares, lo que supondría que su interior variase considerablemente.

Autor: José Manuel Almansa Moreno

Bibliografía

JUAN Y LOVERA, Carmen, Alcalá la Real. Guía de la ciudad y sus monumentos, Alcalá la Real, Artes Gráficas Sociedad Provincial, 1984.

MARTÍN ROSALES, Francisco, “Las casas de Cabildo de Alcalá la Real”, Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, nº 162.3, 1996, pp. 1371-1398

ROSALES,  José M.; GONZÁLEZ GARCÍA, Francisco Javier; HIDALGO, José A., Alcalá la Real, patrimonio arquitectónico y urbano, Alcalá la Real, Ayuntamiento, 1993.

Guía artística de Jaén y su provincia, Sevilla, Fundación Lara, 2005.