Andrea Pescioni fue uno de los personajes más polifacéticos e interesantes del mundo del libro sevillano durante el reinado de Felipe II; sin embargo, su figura ha recibido hasta ahora poca atención, pese a que sus actividades sobrepasaron los límites del comercio y la producción de libros, siendo también editor e incluso traductor, además de relacionarse con intelectuales sevillanos como Cristóbal de las Casas y Gonzalo Argote de Molina, quien lo describió como «el más abonado librero de Sevilla».

Andrea Pescioni era oriundo de Florencia, aunque probablemente dejó la ciudad siendo muy joven, como era frecuente entre los mercaderes. Sabemos que estaba en Castilla en 1555, como criado de Juan María de Terranova. Esto nos indica que la llegada de Pescioni a España se sitúa dentro del gran proceso de expansión protagonizado en el siglo XVI por la familia Giunti, originaria también de Florencia y conocida en España como los Junta. Luca Antonio de Giunti se instaló a fines del Cuatrocientos en Venecia, uno de los principales centros tipográficos del momento, comenzando allí su labor como editor e impresor. Desde dicha ciudad, diversos miembros de la familia expandieron el negocio por Italia, Francia y España, siendo la rama lyonesa una de las más importantes. Juan María de Terranova fue primer factor en España de esta rama lyonesa, y con él, como decimos, llegó Pescioni a Castilla. Este hecho, junto al conocimiento de la lengua francesa y del mercado del libro francés demostrado por Pescioni en distintas ocasiones, nos hace pensar que pudo pasar sus años de formación en Lyon.

A partir de 1560 encontramos ya a Andrea Pescioni en Sevilla vendiendo libros junto a Lorenzo Nicolozi, también miembro y representante de la familia Giunti, a distintos libreros sevillanos. En los inicios de su vida en Sevilla, Pescioni parece ejercer de hecho, como intermediario de los grandes mercaderes de libros, muchos de ellos extranjeros, asentados en Medina del Campo y Salamanca, contactos que van a seguir activos una vez que se avecine en la ciudad de forma definitiva a partir de 1567.

Instalado en la calle Génova, donde se encontraban las principales librerías de la ciudad, Andrea Pescioni centró sus primeros años en el comercio de libros a pequeña y a gran escala. En este sentido, la Carrera de Indias fue uno de sus principales frentes de negocio, ya fuera en su propio nombre o como representante de libreros medinenses y salmantinos. Su matrimonio con la hija de un mercader de sedas y su integración en la burguesía comercial de la ciudad, reflejada en la documentación de archivo, facilitaron sin duda sus negocios.

Pescioni fue un hombre de perfil renacentista, que no se conformó con su faceta de  mercader de libros, sino que también entró en el mundo de edición primero y en de la impresión después. Entre 1567 y 1573 financió cinco ediciones, cuatro de ellas en casa del impresor Alonso García Escribano, muy vinculado al grupo de humanistas de la ciudad. De hecho, tres de estas ediciones están en latín y se orientan a la enseñanza, incluyendo el Catonis disticha moralia con comentarios de Erasmo, de la que solo se conserva ejemplar en México, lo que nos lleva a pensar que tal vez se hizo pensando en el mercado americano. En el mismo taller financió la traducción del libro de Solino De las cosas maravillosas del mundo (1573), realizada por Cristóbal de las Casas. También fue Pescioni el editor del Flos Sanctorum de Pedro de la Vega (taller de Juan Gutiérrez, 1572), quizás en un intento de producir una obra más rentable.

En 1580 constituyó junto a su cuñada, Beatriz de Santa Ana, una compañía para imprimir libros y otros textos menores durante dos años y medio. Cada uno aportaba 200 ducados a la empresa común, ofreciendo además Pescioni su trabajo  y su casa. A partir de ese año y hasta 1584 salieron del taller de Andrea Pescioni 21 ediciones. La producción de Pescioni se mantiene lejos, en general, de lo que se conoce como el libro internacional (obras de derecho, medicina o teología, escritas en latín y vendidas en toda Europa). La mayoría de los libros están en castellano, con frecuencia en formatos medianos o pequeños que los hacen más manejables. Aunque las temáticas de las obras son muy variadas, en esta primera etapa como impresor en solitario se inclina claramente por los libros de Humanidades. En especial, destacan seis títulos que podríamos identificar con la poesía de vanguardia del momento, muy vinculada al grupo de humanistas sevillanos, de los que Fernando de Herrera (Algunas Obras, 1582) sería el máximo representante. Junto a estos, Pescioni imprimió sobre todo libros de historia, de filología y de música. Solo encontramos tres títulos de religión, y en dos casos se trata de traducciones hechas por el muy exitoso autor fray Luis de Granada.

La marca de impresor elegida por Pescioni (que puede verse en la imagen adjunta número 1, dentro de la portada de la citada obra de Fernando de Herrera), donde se lee el lema «peu a peu», nos vuelve a hablar de un posible paso por Francia.

Entre 1585 y 1587 publicará 19 libros en compañía de otro impresor de la ciudad, Juan de León. Aunque algunos títulos se repiten, el tono general de su producción será distinto, decantándose ahora por textos más propios de una Contrarreforma militante. La proporción de textos en latín ha crecido (31%), pero junto a obras de corte humanístico en este idioma, encontramos también un Directorium Curatorum y los Exercitia Spiritualia de Ignacio de Loyola. En general, los títulos religiosos han aumentado hasta superar la mitad de su producción, aunque no son los únicos (en la imagen 2 podemos ver la portada de la Historia de Sevilla de Alonso Morgado, impresa en 1587). La producción religiosa de la imprenta de Pescioni y León se compone, sobre todo, de obras espiritualidad pasada por la criba de la Inquisición, títulos vinculados a las nuevas órdenes (como los jesuitas) y libros dirigidos a sacerdotes, para que hagan frente al reforzado papel que Trento les asignaba. Son títulos cuyo énfasis está puesto sobre la confesión, la penitencia, la cura de almas, la devoción a los santos o las nuevas órdenes, y nos permiten comprobar el giro que la cultura española estaba dando en el último cuarto del siglo XVI. Con posterioridad a 1587 la imprenta siguió en manos de Juan de León exclusivamente, mientras que su socio conseguía el cargo de vista de la Real Audiencia de Sevilla, abandonando así su carrera como impresor.

Mientras estuvo activo su taller, Andrea Pescioni se ocupó también en la traducción de una obra francesa, que vio la luz en 1603 bajo el título Historias prodigiosas y maravillosas de diuresos sucessos acaecidos en el Mundo (Madrid, taller de Luis Sánchez). En éste libro se recogen diversos relatos portentosos muy del gusto de la época, a los que Pescioni se atreve a añadir tres historias más salidas de su propia pluma (dos sobre nacimientos monstruosos y otra sobre un prodigio acaecido en Vizcaya). En la introducción al Cristiano Lector, Pescioni advertía que en su traducción «he encubierto y dissimulado algunos nombres de personas que en el discurso de aquesta obra se citan, por no ser Católicos, que mi intento ha sido, que no aya cosa con que las orejas de los píos puedan ser ofendidas; aunque bien se conoce que el mismo intento tuvieron los Autores originarios de aquestas historias, mas en su natural patria les es concedido más libertad…».

Autora: Natalia Maillard Álvarez

Bibliografía

ÁLVAREZ MÁRQUEZ, Carmen, La impresión y el comercio de libros en Sevilla. S. XVI, Sevilla: Universidad de Sevilla, 2007.

GONZÁLEZ SÁNCHEZ, Carlos Alberto y MAILLARD ÁLVAREZ, Natalia, Orbe tipográfico. El mercado del libro en la Sevilla de la segunda mitad del siglo XVI, Gijón: Trea, 2003.

NUOVO, Ángela, The Book Trade in the Italian Renaissance, Leiden, Brill, 2013.

ESCUDERO PEROSSO, Francisco, Tipografía Hispalense. Anales bibliográficos de la ciudad de Sevilla, Sevilla: Ayuntamiento de Sevilla, 1999.