Alonso Cano Almansa fue un artista polifacético, destacó en pintura, escultura, decorados, diseño de retablos, arquitectura…; es el prototipo de artista barroco en la medida en que su producción integra distintas artes. Su formación se desarrolló en Sevilla, concretamente en el taller del pintor y teórico del arte Francisco Pacheco así como también en el del imaginero Martínez Montañez. Esta circunstancia unida a su origen en el seno de una familia de tracistas y entalladores de retablos y sillerías de coro, se ofrecen imprescindibles para comprender su destreza técnica y la modernidad de su producción artística.
En el siglo XVII el gremio regía el ejercicio de pintor, la habilitación que expedía permitía firmar contratos ante notario. En 1624 Alonso Cano asume contratos como pintor, tenemos constancia documental de que hacia 1625 legalizó el contrato de su primer aprendiz, se trataba de un joven al que enseñaría a policromar imaginaría. Alonso Cano desde 1625 impartía maestría sobre pintura y dorado de imaginaría, tenía taller, es decir vendía sus propias obras y concertaba encargos; y en 1626 aprueba el examen que le habilitaría como maestro pintor en la ciudad de Sevilla. Ese mismo año marcha a Madrid, fue nombrado pintor de cámara y aposentador del Conde Duque de Olivares. Está documentado su servicio a la corona como profesor de dibujo del joven príncipe Baltasar Carlos. Intervino en la decoración del Palacio del Buen Retiro en 1640, tenemos constancia de su viaje en compañía de Velázquez a Valladolid para seleccionar obras destinadas al Buen Retiro. Acaso, menos conocidas son sus prácticas en la restauración de pinturas de la colección real. En los festejos para las bodas de Felipe IV con Doña Mariana de Austria en 1640 diseñó decorados para engalanar la Villa de Madrid, pintó un considerable número de obras e incluso esculturas de devoción privada.
Quizás lo más desconocido de la producción artística de Alonso Cano sean sus dibujos, sus diseños se cotizaban en vida del artista como obras de arte; esta es otra de las facetas que presentan a Alonso Cano como un artista moderno ya que concibió el dibujo más allá del bosquejo o estudio preparatorio, lo que suscitó el interés del coleccionismo de Madrid donde se venía desarrollando un incipiente coleccionismo de dibujos motivado por las actitudes culturales italianas y centroeuropeas llegadas a España desde el gran proyecto cultural de El Escorial.
Ciertamente en la producción de Alonso Cano predominan los encargos de órdenes religiosas, sus obras iban destinadas al culto ya que en España en el siglo XVII el principal comitente de arte era la curia. En cualquier caso, el naturalismo de las escenas, la preocupación por la composición – aunque en su biografía no se tiene documentado ningún viaje a Italia-, su atención por las distintas fases del proceso creativo, donde destaca el manejo de grabados de Durero; sus propuestas de renovación iconográfica, un buen ejemplo es la representación de la inmaculada de rostro redondo y fino, facciones menudas, ojos grandes y silueta fusiforme mediante anchos paños en torno a las caderas recogidos a la altura de los pies, y una pierna flexionada en escorzo ligeramente inclinada en contraposto. Estos aspectos nos permiten afirmar que Alonso Cano transcendió las exigencias de sus encargos, del comitente. Finalmente, la creatividad de Alonso Cano no se agotó en su taller, en sus aprendices, sino que creó escuela, está presente, en la producción plástica llevada a cabo en el siglo XVII en Granada y Málaga.
Autora: Aurora Arjones Fernández
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