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Cinco ideas y una preocupación

Iñaki Romero Larrea 28 octubre, 2014

Una visión instantánea del problema de habitabilidad en el mundo

A pesar de la globalizada era de la comunicación que nos mantiene a todos conectados a todo y en todo momento, siguen existiendo infinidad de universos dentro de nuestro planeta que no imaginamos o que imaginamos pero no somos capaces de asimilar.

Decía UN-HÁBITAT (el área de habitabilidad de la ONU) que existían en el mundo ya en el año 2000 más de 1000 millones de personas sin sus necesidades habitacionales cubiertas [1], es decir, 25 veces la población de España que o bien no tenían vivienda o bien vivían en tugurios [2].  La Declaración Universal de los Derechos Humanos recoge como un derecho básico la vivienda y, entre los Objetivos del Milenio, también estaba mejorar considerablemente para 2020 la vida de al menos 100 millones de habitantes de barrios marginales.

Pero las cosas no han mejorado, ni a pesar del crecimiento económico de los anteriores años. Más aún, en la mayoría de las áreas del planeta han empeorado a causa de la vertiginosa y descontrolada urbanización de muchos países en vías de desarrollo y menos desarrollados, y se espera que, en 2030, la cifra de personas en condiciones de vivienda insatisfecha se acerque a los 3000 millones [3]. Este enorme suceso, así descrito, nos preocupa pero nos es inabarcable, ocurre como cuando se nombran cantidades en miles de millones de euros, son difíciles de entender sin una referencia cercana.

Sin embargo, cuando uno de los habitantes del tranquilo reducto occidental decide asomarse a algún pedazo de esa inmensa realidad, se siente profundamente sobrecogido, pues entiende de pronto la magnitud del problema.

Lima, la horrible

Denominada así por su mala ética y no por su estética [4], es una ciudad desasosegante. En torno a 10 millones de habitantes (no hay censo desde 2007) conviven en la segunda mayor ciudad construida sobre un desierto, bajo un modelo de media-baja densidad, al borde de un gris Océano Pacífico y con un clima que inquieta profundamente: la mayor parte del año la ciudad se encuentra bajo una nube densa muy gris (la panza de burro) producto de la colisión de la fría corriente de Humboldt procedente de la Antártida y las cálidas corrientes del Caribe; nunca llueve de verdad, apenas un efecto de gotitas en suspensión llamado garúa; y la altísima humedad, unida a una temperatura que oscila entre los 15 y los 25 grados, no llegan nunca a calentar de verdad.

Los miles de profesionales españoles emigrantes en Lima expulsados por la explosión de la burbuja inmobiliaria están siendo testigos de una ciudad víctima de su pasado, español en parte. Por un lado, la errónea decisión de Francisco Pizarro respecto al emplazamiento de la ciudad, y, por otro, la históricamente excluyente administración del Estado peruano a manos de los criollos, que ignoraron a la población andina hasta que su masiva emigración a la capital ha desbordado cualquier posibilidad de su pasada autogestión.

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Lima como ejemplo de la sociedad global lationamericana

Lima es, por tanto, una ilusión pues en ella hay al menos dos ciudades que cohabitan una ajena a la otra. La oligarquía dominante y sus socios extranjeros viven en barrios con fuerte seguridad, altos niveles de bienestar y todos los lujos de la ciudad occidental, mientras el resto de los ciudadanos, en torno al 70% de la población, autoconstruye su propio hábitat (física y socialmente) bajo una economía informal y en malas o pésimas condiciones de vida.

Esta fragmentación social se ha modificado en parte a causa del enorme crecimiento económico sufrido en Perú en los últimos años (más de 6,5% de crecimiento medio del PIB en los últimos trece años). Esta situación ha contribuido a enriquecer a su clase alta y muy alta, y a mejorar y aumentar moderadamente su clase media, pero también a reducir el número de personas por debajo del umbral de la pobreza [5]. Sin embargo, una de las dudas que nos llevamos es hasta qué punto esta mejora económica y los programas estatales como FondoMiVivienda y TechoPropio están influyendo en la mejora del hábitat de los limeños y en la imagen de desigualdad reinante [6]: menor pobreza pero misma desigualdad.

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Programa BarrioMío y PLAM

Esta posible mejora de la habitabilidad debe ir unida a una ordenación urbana responsable. Tras años de olvido y pésima actuación en los barrios con más altos niveles de pobreza, las administraciones de la ciudad y del país, en parte gracias al aumento de recaudación, han comenzado algunos proyectos de mejora.

En algunos casos, como en el de la movilidad, donde había un absoluto, vacío se están realizando grandes transformaciones. Se está construyendo la segunda línea de metro y se están reconfigurando los informales monovolúmenes de transporte (las combis eran hasta hace cuatro años el único modo de transporte semipúblico) en autobuses integrados, además de la mejora del ya consolidado autobús metropolitano central.

En otros casos se hace de un modo tímido pero decidido. Se está realizando por fin el necesario Plan Metropolitano de Lima (PLAM), gracias a la labor de jóvenes arquitectos que están aportando una renovada ilusión por el futuro de esta urbe. Pero es en el aspecto de la renovación de barrios donde más avances son necesarios y donde los proyectos son más complejos e ilusionantes. El programa que incluye todas estas actuaciones es Barrio Mío, y dentro de él, los PUIs (Proyectos Urbanos Integrales) son los encargados de pensar integral y participativamente cómo dirigir las inversiones en estos asentamientos humanos [7].

A respuestas imposibles, nuevas preguntas

En el pasado, la resolución de graves problemas de habitabilidad en los países desarrollados siempre ha sido intentada mediante propuestas paternalistas e higienistas de reestructuración total. En muchos casos, como en la renovación de los grandes barrios del movimiento moderno en Europa occidental o en el madrileño programa de Barrios en remodelación [8], funcionó finalmente, sin preguntarnos sobre la economía de medios empleada o las posibilidades de réplica.

En el caso de los barrios populares o asentamientos humanos de características precarias de todo el mundo subdesarrollado o en vías de desarrollo ya no es posible una completa reestructuración (hablamos de más de 1500 millones de personas). Como muchos de sus gobiernos y entidades manejan, las nuevas soluciones pasan por:

– Mecanismos adaptativos de modificaciones sucesivas promovidos por inercias internas del sistema, ya sean colaborativas o capitalistas, o

– Sistemas impuestos de mejora paulatina a través de una mejor distribución de las riquezas nacionales gracias a nuevos modelos políticos.

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Esta libre reflexión es fruto de una lejana estancia en Perú, y de un reciente viaje a Lima a través del ICHaB. Se trata de cinco ideas aparentemente inconexas con una misma preocupación como hilo argumental.

[1] http://www.un.org/press/en/2001/hab175.doc.htm

[2] http://www.boston.com/bigpicture/2012/02/slum_life.html

[3] http://unhabitat.org/urban-themes/housing-slum-upgrading/

[4] https://redaccion.lamula.pe/2014/08/24/de-donde-proviene-la-frase-lima-la-horrible/paulocp/

[5] http://es.slideshare.net/ugol/el-milagro-peruano-crecimiento-con-democracia-y-desigualdad

[6] http://aeperu.blogspot.com.es/2011/05/el-milagro-peruano-y-la-desigualdad.html

[7] http://www.munlima.gob.pe/barriomio/

[8] http://habitat.aq.upm.es/bpes/onu/bp258.html

Iñaki Romero Fernández de Larrea es socio de Paisaje Transversal y colaborado del ICHAB.

http://www.paisajetransversal.org/

http://cuhab-upm.es/

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About The Author

Iñaki Romero Larrea

Iñaki Romero Fernández de Larrea @territorista (Vitoria-Gasteiz, 1984) es arquitecto-urbanista e integrante de Paisaje Transversal @paistransversal, oficina que trabaja sobre nuevos modelos de urbanos desde la ecología, la participación ciudadana y las herramientas digitales. A sus 30 años ha colaborado con algunos de los urbanistas más importantes de España como Ramón López de Lucio, José María Ezquiaga y el estudio Jornet-Llop-Pastor. Ha trabajado como arquitecto cooperante en Perú, y es integrante de la Cátedra Unesco de Cooperación al Desarrollo de la ETSAM.

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