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Modelar el espacio
Modelar el espacio es una tarea técnica, que no tecnológica, que precisa de una colaboración íntima entre la mano y el pensamiento. Entender la forma, moldear la forma, definir sus piezas, sentir su materialidad, pensar su materialidad. Cuidar la unión del material, mimarla, probarla, felicitarla cuando resiste y llorarla cuando colapsa.
En la lejanía, apartados del Renacimiento por un océano de transculturaciones, estos modelos serán lo más cerca de tocar a Brunelleschi que estaremos, si no nunca, al menos a medio plazo. Atisbar al menos el reto que supone la arquitectura de los grandes maestros es parte de un aprendizaje que, cuando no puede beber de la experiencia directa, la reproduce a través de la mano y la materia. Estudiar diapositivas y libros ofrece un importante estrato cultural, ineludible, pero la inmersión en una tarea técnica profunda otorga un aprendizaje que transciende al dato, al año y al nombre. Al igual que envolver regalos de navidad para los seres queridos, modelar el espacio es una tarea que carga la mano de sentimientos e intuiciones imprescindibles para el buen padre, para la buena madre.
Las nuevas tecnologías han introducido herramientas diferentes, interfaces aún poco exploradas entre la mano y la materia, que al final de la partida no son tan diferentes de una cuchilla bien afilada. El espacio definido por la materia debe pasar entonces por una etapa digital previa, antes de nacer como modelo físico. Esta doble abstracción, de la mente a lo digital y de lo digital a la mano, puede constituir un hándicap o aprovecharse de forma consciente como una ventaja. La Geometría renace así -nuevamente- como disciplina conformadora de realidades que trascienden el diedro y el plano de tierra.
Modelar las Ideas
Bajo el espacio y su geometría habitan el arquetipo y el tipo, la estructura básica de las ideas convertidas en forma y su arreglo concreto para el concierto sobre el que estamos trabajando. ¿Qué es la arquitectura? ¿Qué es la ciudad sino ideas y sentimientos hechos forma construida? El tipo -o la búsqueda de su ausencia- se constituye como una herramienta esencial, ancestral, arcaica, para dar sentido al modelo. Como hemos escrito en otras ocasiones, la maqueta es un recurso a medio camino entre el dibujo y la construcción, diseñado para pensar con la mano, para comunicar con la materia.
Esta comunicación no bebe sólo del lenguaje arquitectónico, se basa también en lo sensorial, en lo afectivo, en la memoria y sus mil caminos posibles. Por otro lado, experimentar con las ideas y hacerlas forma con la mano no es una práctica exclusiva del arquitecto: todos somos el niño, el cocinero, el escultor, el ceramista, el profesor, el estudiante, el amante y el amado.
En un momento dado, cuando ya se cargan los años, las experiencias vividas salen a relucir a través de pequeños gestos, de formas contenidas y sintéticas. Quizás la mente aún no lo sepa, pero la mano ya está entrenada, sabe lo que hacer, a través de sus huellas y pliegues florece el tiempo, las vivencias se adhieren a la materia y se transmiten a todo aquél que las toca. Doblar un papel y fabricar un sobre se convierte en un acto de cuidadosa exactitud. Abrir una carta es entonces un sacrilegio, su sello es símbolo ineludible del secreto de su experiencia.
De este modo, descubrir la ciudad, explorar la abstracción que sobre la misma han hecho ya los maestros, es caminar sobre una experiencia ya vivida. La mano busca el hacer de una mano pasada, tiene un referente con el que comparte la mayor parte de sus genes. Sin embargo, mano y materia ya no son las mismas. Así, la experiencia se multiplica, se diversifica en este preciso momento -en que lees mis palabras- a través de miles de iniciados, recorriendo las mismas sendas, recortando las mismas formas. Modelar una idea es lo mismo que regalarla, no se pierde, se multiplica, evoluciona.
Al igual que en una conversación con nuestros abuelos, esas que albergan grandes lecciones de vida, lo que se transmite genera un impacto insondable. En el momento de su recepción lo podemos intuir, pero es aún más evidente en su recuerdo, recuerdo que se repite a lo largo de los años hasta que, súbitamente, se llega a comprender el significado profundo de su mensaje.
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Todas las maquetas mostradas en este artículo fueron realizadas por estudiantes de primer y segundo semestre del programa de Arquitectura de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Los Andes, Colombia.
Estos trabajos fueron realizados durante el curso 2014-2 de las materias Historia I e Historia II.
Estas imágenes y los textos que las acompañan están dedicados a sus profesoras y profesores: Cristina Albornoz, Rafael Vega, Eduardo Mazuera, Lucas Oberlaender, Roberto Londoño y Maarten Goossens.