Hemos comprobado cómo los bancos públicos son una especie en extinción en el centro de Madrid. La presión comercial está haciendo que la calle sea cada vez menos un común urbano y cada vez más un entorno pautado y dirigido únicamente hacia el consumo. Hasta tal punto es así que es prácticamente imposible sentarse por la calle sin estar obligados a consumir en alguna terraza o local. Valga como ejemplo la misma Plaza de Callao. El espacio ha sido diseñado estrictamente como lugar de paso y de actividad comercial: eventos promocionales, terrazas de franquicias, tiendas multinacionales, etc. No hay ningún elemento que haga posible otra actividad o que favorezca otro tipo de interacción. El equipamiento es testimonial: dos únicos bancos individuales que han sido fagocitados por la terraza de Starbucks.
MAKE A SITy es nuestro proyecto para Medialab-Prado dentro de su programa Madrid laboratorio urbano. Con MAKE A SITy proponemos el diseño y fabricación open source de elementos de mobiliario urbano a partir de un trabajo colaborativo con modelos 3D: queremos hacer un banco para sentarse bajo licencia creative commons.
Entendemos que la ciudad es una interfaz, un protocolo de comunicación, que media las relaciones y las interacciones de la ciudadanía. Nuestro proyecto intenta ser una modificación de su código, un plugin o un hackeo temporal, un dispositivo que propicie nuevas formas de interacción más allá del consumo. Hay una cuestión política de fondo: el espacio público debe ser el espacio donde se ejerza la ciudadanía y esta no puede consistir únicamente en consumir.
Nuestro proyecto se enmarca dentro del movimiento emergente de nuevos colectivos que reclaman su participación en la gobernanza de la urbe. El derecho a la ciudad que reivindicaba Lefebvre en 1968 ha adquirido una nueva dimensión. Las nuevas tecnologías han propiciado que los amateurs ahora reclamemos participar en una capa de la ciudad hasta ahora reservada a los expertos y las instituciones: el urbanismo y el hardware urbano. Reclamamos el derecho a la infraestructura y a infraestructurar (Alberto Corsín, 2014). El código fuente de la ciudad debe ser abierto, accesible y manipulable. Los ciudadanos deben tener mayor peso decisional sobre ese diseño.
La calle, al igual que la ciudad, es el resultado del trabajo y la vida en común que todos hemos producido. Este bien común esta siendo sometido a la mercantilización y al cercamiento. El derecho a la ciudad es mucho más que un derecho de acceso individual o colectivo a los recursos que esta almacena, es un derecho a cambiar y reinventar la ciudad según nuestros deseos (David Harvey, 2012). La red y las nuevas tecnologías hacen que la conexión entre diseño y fabricación sea hoy casi inmediata y hace posible que el DIY (hazlo tú mismo) lleve esa idea de juego y apropiación a una escala urbana.
Contra el relato de la ciudad que se hace desde la institución, el relato espectacular, donde la ciudad se concibe como una maqueta en la que la gente habita, jalonada de eventos vendibles y comercializables como Eurovegas, las olimpiadas, etc.; la emergencia de los amateurs ha propiciado un nuevo relato alternativo: la ciudad como juego y experimento.
Los amateurs están llenando la ciudad de dispositivos como sensores, redes, mobiliario, relaciones. Este tipo de intervenciones implican desafíos a la institución, a los estándares técnicos, a la legislación y, en definitiva, al marco de gobernanza actual. Todo ello nos sirve para elaborar un relato propio de la ciudad, un relato contrahegemónico, un relato con un lenguaje no estandarizado al margen de la normativa vigente. La acción amateur en la ciudad es una experimentación. El resultado es una ciudad en pruebas, algo no terminado, donde lo importante no es tanto que el resultado sea exitoso sino que se prototipe una forma nueva de gobernanza (Alberto Corsín, 2014).
Nuestros objetos funcionan en dos niveles: como archivos 3D generan vínculos en torno a la innovación en una producción colaborativa. Efectivamente, como objetos digitales, podrán ser descargados por los ciudadanos y diseñadores para ser usados, copiados, modificados y vueltos a distribuir; pero, también y más importante, funcionan como propias infraestructuras: nuestros dispositivos son bancos y también soportes para sentarse en la calle que haremos aprovechando las estructuras ya existentes. Contribuyen al equipamiento de las áreas donde se instalan y son la infraestructura que posibilita unas nuevas relaciones sociales y políticas. Queremos transferir la innovación ciudadana de lo digital a la ciudad. Creemos que diseñar y amueblar la ciudad es una manera de hacerla nuestra.
Sabemos que todo esto pueden parecer lugares comunes sacados del manual del activista cool. No nos gustaría que nuestras acciones fueran solamente una práctica sexy para los media. Sabemos que no basta un movimiento táctico ingenioso. Debemos medir nuestras fuerzas para que tengan consecuencias.
De momento nuestras acciones son en buena medida únicamente militancia estética. Esto nos ocurrió con Hautôvia, nuestro pequeño país en la M40. A pesar de la gran repercusión que tuvo en los medios, no supimos hacer de Hautôvia un proyecto con un vínculo real. Debemos encontrar una mejor articulación política y social a nuestras intervenciones para no correr el riesgo de que acaben siendo solamente un juguete bien posicionado en la web (como sabiamente nos advirtió Antonio Lafuente), un ejercicio de narcisismo cívico para la autopromoción en la esfera pública digital.
Pensamos que la defensa de los comunes urbanos pasa por desvelar la manera en que el poder se encarna y se materializa en las estructuras de la ciudad. Este es quizá el interés común entre nuestros proyectos. Ingenuamente, queremos creer que aportamos algo en el proceso de sustituir el espectáculo por el juego.
Contra un espacio urbano cada vez más privativo y regulado, imaginamos un espacio público con licencia creative commons.
Referencias
Corsín Jiménez, Alberto (2013). Presentación Prezi ‘El derecho a la infraestructura: ecología política del urbanismo open source‘. Seminario “Derecho a la infraestructura”. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Corsín Jiménez, Alberto (2014). ‘The right to infrastructure: a prototype for open-source urbanism’. Environment and Planning D: Society and Space, 32 (2), 342-362
Kuznetsov, Stacey, & Paulos, Eric (2010). “Rise of the Expert Amateur: DIY Projects, Communities, and Cultures” Human-Computer Interaction Institute, ACM.
Harvey, David (2013). Ciudades Rebeldes. Madrid: Akal.
Lefebvre, Henri (1969). El derecho a la ciudad. Barcelona: Península.