Generaciones enteras fueron acosadas con el Situacionismo de una manera suave. Después, su resurrección parece haber provocado una segunda oleada de convertidos a la religión de la deriva. Se han rescatados eventos, textos y reeditado a sus personajes protagonistas. Tras todas las resacas posibles, curiosamente, no ha perdido empuje. El interés que aun suscitan las propuestas de Constant, de Debord y de todos aquellos padres de la deriva, vistos en la distancia, sigue estando más en lo lúdico que en la idea política que los animaba. Curiosamente, donde quedaron mejor retratados y tal vez comprendidos fue en las huellas de sus pares históricos. Ese milagro de haber influido en la vertiente disciplinar y profesional de la arquitectura hasta su tuétano es uno de los más sofisticados y milagrosos hechos de aquel movimiento. La presión sobre el Zeitgeist transformó el modo de trabajo de la mitad de la profesión aun sin saberlo. Y esto pasó desde Louis Kahn a los Smithson: piénsese despacio si no late detrás de los diagramas para Philadelpia de Lou Kahn o de los hermosísimos esquemas de estructuras urbanas de Alison y Peter Smithson, o de las fotos de Nigel Henderson que ilustraban sus propuestas, lo más profundo de las aspiraciones Situacionistas. El Situacionismo, seguramente de tan influyente, fue el único movimiento de los años cincuenta y sesenta capaz de influir también sobre el pasado.
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Imagen de Nigel Henderson para ilustrar “Urban Structuring”, de Alison y Peter Smithson, y de Louis Kahn para los esquemas circulatorios de Phipadelphia.