El Punto Ciego / The Waste City es un proyecto artístico que une las estrategias del azar y de la fotografía automática con la realidad semioculta de las “sobras” de la ciudad.
Las rutas turísticas que una gran ciudad como Madrid ofrece al transeúnte como turista accidental señalan los monumentos, las arquitecturas o las calles pintorescas. Sin embargo, allá abajo, en los portales, en los bancos, en las aceras, subsiste otra realidad, son las sobras de la ciudad, los residuos, los restos de un sistema que no permite el fallo o el error y sitúa al individuo, una vez caído, en un permanente fuera de juego. El trabajo pretende señalar este fuera de campo, esta invisibilidad de lo que está ahí abajo.
La exposición
El proyecto lo conforman una colección de ocho piezas, tres performances y un video. Técnicamente, las ocho piezas se materializan en impresiones digitales sobre aluminio, agrupadas en polípticos depositados sobre estructuras de acero en el suelo de la sala. Una serie de palabras cruzan las piezas creando un contexto de recepción ampliado.
Se realizaron dos performances en las que unas intérpretes de danza Butoh transitan por una calle pintoresca de Madrid, la calle Huertas, y ante un monumento, la fachada del Museo del Prado. Ambas se grabaron en video y se montaron como parte de la exposición. El día de la inauguración se realiza una tercera performance por la propia calle donde se sitúa la Fundación COAM, la calle Piamonte, hasta entrar en la sala de la Fundación y recorrer la exposición, para terminar interaccionando con las imágenes proyectadas previamente grabadas.
La pieza audiovisual, más que documentar, recrea la atmósfera de los recorridos y su naturaleza circular. Por un lado, las intérpretes de danza Butoh son filmadas con sus cuerpos desnudos pintados de blanco recorriendo las calles de la ciudad. Por otro, los lentos movimientos del cuerpo físico desnudo de la danza Butoh, en contacto con las calles reales, contrastan fuertemente con la convención cultural actual del cuerpo sin carne, sin olor, entendido solo como cuerpo-imagen.
Como la invisibilidad de los restos y las sobras encontradas en las rutas turísticas.
La ciudad como marco
El trabajo pretende enfrentar diferentes realidades y escalas de espacio-tiempo, y una ciudad es un laboratorio perfecto para trabajar con estos ingredientes. Se realiza en la ciudad de Madrid porque vivo en ella, pero podría ser una ciudad cualquiera. Se recogen datos de primera mano, sobre el terreno, de ciertos aspectos que, en general, neutralizamos en nuestra manera de ver lo monumental o artístico de las ciudades. Los monumentos artísticos o los hitos arquitectónicos, conformadores de las convenciones sociales sobre lo que hay que ver por obligación en determinada ciudad, desaparecen de mi objetivo principal. Esto permite abrir espacios para que aparezcan estructuras sociales sobrantes o marginales que pululan por la ciudad y que en ningún caso serían visibles, es decir, merecedoras de un “recuerdo fotográfico”, lo que equivale a decir que no existen.
El trabajo propone una reflexión sobre las paradójicas relaciones entre los individuos y las ciudades por las que transitan y que visitan, recordando al espectador la inconsistencia del mero acto de ver. Intento provocar esta reflexión ocultando por un lado el objeto ansiado de todo turista que se precie: la relación de parque temático, con audio-guías incluidas, de miles de turistas con la ciudad o sus museos. Muy al contrario de lo que prometen los recorridos a la carta del turista, éstos ciegan por traslape, apenas rozan la memoria a base de multiplicar, no mueven la conciencia con su superficialidad, y confunden la reflexión sobre lo visto con su velocidad. Sólo producen recuerdos triviales, de usar y tirar, para consumir y olvidar.
Para que haya experiencia individual y, por lo tanto, construcción propia de la memoria: el tiempo, las referencias cruzadas y las sobras quizás sean más importantes que los propios hitos culturales. El trabajo se centra en estos aspectos y recoge una colección de documentos (unas cuatrocientas fotografías de las “sobras” encontradas en los recorridos) proponiendo una síntesis propia. A partir de estos materiales se generan unas imágenes intervenidas y una reflexión por medio de unos textos imbricados en las mismas.
El método de trabajo
El proyecto, aunque parte del azar, no es azaroso en absoluto. Decía Benjamin que no hay nada más difícil que perderse en una ciudad voluntariamente, perderse inconscientemente es pura trivialidad. Como el proyecto Dogma, de Lars von Trier, está sujeto a reglas con el fin de poner en tela de juicio las convenciones sobre la libertad creadora del artista y sobre la (in)capacidad de las artes plásticas para reflexionar sobre problemas no autorreferenciales o abstractos. Un autor A encarga un proyecto a un autor B pensando con la lógica de Trier que las limitaciones son pulsos creadores. En el fondo, quiere constatar con este experimento su convicción de que el autor B, como Trier y Leth, en su película 5 condiciones, fracasará en el intento y se enredará en las obstrucciones impuestas.
Autor A: impone las reglas:
1ª regla: El autor B no piensa el tema: El tema tratará genéricamente de la memoria y el olvido.
2ª regla: El autor B no elige el medio: Consistirá en un recorrido en circuito cerrado por el centro de una gran ciudad que le darán hecho.
3ª regla: El autor B no nombra: El proyecto tendrá como título o parte de él: The Waste City. (La ciudad baldía)
4ª regla: El autor B ha de estar en constante movimiento. Si ha de parar (semáforos, etc.), detendrá el proyecto.
5ª regla: El autor B no hace estética: Ha de hacer una reflexión ética.
El Autor B: cumple las reglas
Como se puede apreciar, es solo un juego y es más que un juego, como los juegos de mi admirado Perec y el grupo OULIPO.
El proyecto se inició con una visita a la oficina de Información Turística Municipal para solicitar asesoramiento sobre un recorrido turístico de un día por la ciudad. Sobre el recorrido impuesto por el agente de turismo, se realizaron las fotografías que consideré necesarias para cumplir con la 2ª condición.
Las fotografías se tiraron en el curso del itinerario marcado, con una cámara desechable colgando de la mano, semioculta, a la altura de la rodilla, en modo automático. Obviamente no veo lo que va a salir en el encuadre, por lo tanto, no hay composición, ni punto de vista, ni instante decisivo, pues no paro para tomar las fotografías. Sólo disparo cuando detecto un ser vivo inmóvil. En este caso, son ciertos personajes que se mantienen raramente quietos entre el fluir constante de viandantes y automóviles. Fijos como estatuas, parecen ajenos a la velocidad y al paso del tiempo. A diferencia de los otros monumentos, no tienen pedestal, si acaso un banco, y, en general, se sitúan infra-elevados, ahí abajo, a la altura de mi rodilla. Pensar con la rodilla, decía Beuys, refiriéndose a la articulación y a la capacidad de articular, condición necesaria de un artista. Uso mi rodilla como punto ciego del ojo, esa zona oscura donde el nervio óptico se inserta en el globo ocular. A diferencia de los cefalópodos (que no tienen), elijo el error evolutivo del punto ciego, y lo subo al título.
Si Cartier Bresson comparaba el momento decisivo del acto fotográfico a la disciplina mental de un arquero Zen que ha de convertirse en diana antes de disparar la flecha, yo, desde luego, no hago “actos fotográficos”, es decir, no hago fotografías. Más bien, esbozo relatos, cuento historias con imágenes donde lo importante no son éstas en sí mismas, sino el tiempo que no ha sido revelado, los instantes que median entre una y otra, la ilusión de lo no visto.
Importancia del paseo
Me interesan cuestiones que no pueden fotografiarse, los trozos de memoria y los tiempos intermedios que se producen en el recorrido. Algo parecido a la trama de espacio y tiempo con la que Walter Benjamin se refería al aura de las personas retratadas en su Pequeña historia de la fotografía. Aquí, la auralidad intenta emerger de la dilatación temporal, no del obturador, sino del conjunto articulado de todo el paseo. Podría aplicar una poética del Perpetuum Mobile a las imágenes movidas, y a veces borrosas, de este trabajo. Por eso busco capturas “ciegas” que revelen una ciudad distinta, una ciudad de los vacíos de significantes, baldía, como homenaje implícito al The Waste Land de T.S. Eliot, elevando a la categoría de monumento las sobras y el azar.
Ciertamente, es un territorio difícil, huidizo, desde el lenguaje de las artes visuales. Me costó dos años de paseos periódicos encontrar mi norte y orientarme. Los mendigos, en este caso, constituyen piedras miliares de materia viva que señalan mi camino hasta el punto de poder repetirlo. Pero no tanto por su ubicación en la ciudad, los nombres de las calles por las que transito o los edificios reseñables, sino más bien como partes de un relato con descripciones del tipo: el enano de las muletas que vende lotería, la mujer sola de la esquina con el mendrugo de pan al lado, el hombre de tez oscura del banco de hierro, la prostituta de botas largas, el grupo de la rejilla que expele aire caliente del metro, el chico que duerme con su cama plegable y un buen saco de plumas, el durmiente en banco neoclásico de piedra, la mujer de la escalera de la iglesia, el anciano a la puerta del convento, el hombre que tendido en la boca del metro observa atentamente a los viandantes, la acera embaldosada con cenefas de granito pulido que resbala cuando llueve, el papel que rueda por la acera, la gráfica de pis del perro, la baldosa rota, la mancha borrosa, el agujero…, y un sinfín de imágenes movidas sin nada en concreto.
Estas imágenes, como los recuerdos evanescentes, se traslapan y trastocan en aceras atmosféricas. Volví la cámara al cielo e hice dos únicas fotografías. Las aceras pasaron a formar parte de paisajes fríos, como las nubes de palabras gaseosas de estos paseos, a su condición misma, a su fragilidad e inconsistencia.
Respecto a la narrativa, el lenguaje ha sido necesario y el diccionario nos provee de palabras relacionadas, sinónimos y antónimos que van conformando grumos de significados, aglomerados semánticos, restos inconsistentes como los desperdicios agrupados por el viento en las esquinas, en las oquedades, tratando de ponerse a salvo, como los personajes que allí se guarecen. Palabras encontradas por casualidad, a la deriva, escogidas entre miles. Textos que se leen y proponen modificaciones constantes entre el significado literal de las palabras, del conjunto de las mismas y el sistema elusivo que crean con las imágenes.
Dejo aquí los grupos semánticos que aluden a la delgada línea que separa al éxito del fracaso, y cumplo la 5ª condición: la reflexión ética sobre una realidad semioculta en toda gran ciudad.
Ficha técnica
El Punto Ciego / The Waste City
antonio rabazas
Del 1 de Junio al 28 de junio 2006
Sala de Exposiciones de la Fundación COAM
Instalación de 8 piezas de aluminio sobre acero producto de una hibridación de medios: (fotografía, escultura, perfomance y audiovisual)
Perfomances:
Intérpretes danza Butoh
Tania Garrido
Nazaret Laso
Video:
Realización
Cristina Guisado
Intérpretes danza Butoh
Tania Garrido
Nazaret Laso
Barrio de las Letras. Calle Huertas: https://www.youtube.com/watch?v=urC0NSrB5hY
Museo del Prado: https://www.youtube.com/watch?v=qCfm1sH0Gu8
Calle Piamonte: https://www.youtube.com/watch?v=sRcH44as7T8