La recién inaugurada Dongdaemun Design Plaza (DDP) es seguramente uno de los primeros sitios que un turista visita al llegar a Seúl. El complejo de museos y salas de exposiciones, diseñado por la arquitecta británica Zaha Hadid, abrió sus puertas en marzo de 2014 tras cinco años de construcción y en sus cien primeros días tuvo casi 2.5 millones de visitantes. Un efecto Guggenheim multiplicado por 7.5, ratio que también tiene que ver con el tamaño y la economía de la ciudad. El proyecto fue la razón principal para la proclamación de Seúl como la Capital Mundial del Diseño en 2010 cuando su alcalde, el conservador Oh Se-hoon, promulgó el diseño como el nuevo motor económico para el desarrollo de la ciudad. Desde la industria ligera, la electrónica y la informática, el diseño se prevé como el continuador del mítico milagro del río Han. Las guías turísticas en seguida han tomado la idea: “todo es diseño en Seúl”, se puede leer en la última edición de la Lonely Planet dedicada a la capital coreana.
Las construcciones en la zona de Dongdaemun –lugar de las antiguas fortificaciones que dejaron un yacimiento arqueológico, de la densa trama de pequeños comercios, mercadillos y paradas en las calles y de los campos de béisbol y fútbol– ocupan unos 85 000 m2 dedicados a diferentes formas de exhibir y vender el arte y diseño. El ambiguo denominador “design-hub” contiene los siguientes espacios, explicados según la publicación del propio centro: Art Hall, el sitio que impone nuevas tendencias en el diseño y promueve el intercambio cultural; Museo, el sitio donde todos pueden experimentar y aprender sobre el origen y el futuro del diseño en Corea; Design Lab, espacio donde el diseño se vuelve la parte inseparable de la vida y de los negocios; Oullim Plaza, espacio con el uso similar al Art Hall; Mercado de Diseño conectado al distrito comercial de Dongdaemun, con tiendas abiertas las 24 horas; y Dongdaemun Parque de Historia y Cultura, que contiene el yacimiento arqueológico y la exposición contigua.
La arquitecta Zaha Hadid denomina el concepto regidor del proyecto como el “paisaje metonímico” (Metonymic Landscape) que combina metonímicamente la historia y la cultura con la ciudad, la sociedad y la economía para crear un único paisaje. Reminiscente del flujo de agua, la estructura tiene la flexibilidad espacial para incorporar la tradición coreana y el futuro del diseño que cambia continuamente. El uso de la figura retórica de metonimia parece muy apropiado, pues es la figura que sustituye un nombre, espacio o concepto por otro con el que mantiene unidad semántica. Las metonimias más habituales son las sustituciones de contenido por contenedor, el autor por la obra, el todo por la parte y viceversa, el lugar por lo que en él se produce, etc.
En los procesos de tematización urbana abstracta –la que no se basa en la propia historia o forma urbana– las estrategias de tipo “nave espacial”, de un objeto espectacular que se sobrepone a su entorno, son las que mejor resultado dan a corto y quizás a medio plazo. Los grandes acontecimientos y obras de gran envergadura son precisamente proyectos en los que prevalece la retórica y que utilizan la metonimia: el continente que se impone al contenido o el autor a la obra. El DDP es mucho más que un complejo de espacios expositivos, es la forma en sí, la imagen de su autora, antes del contenido o antes del espacio urbano que genera. La obra tenía dos objetivos claros: crear un espacio público atractivo durante la mayor parte del día y para un público muy amplio (falta generalizada en Seúl), y crear un nuevo símbolo urbano, un condensador del significado para el proceso de tematización urbana. El nivel de visitas y eventos que se organizan en el recinto dan a entender que estos objetivos se han cumplido con éxito. Las partes comerciales del recinto abren las 24 horas y se nota el alto nivel de subvención estatal de los contenidos artísticos, que fomenta el uso de las instalaciones a través de bajos precios de las entradas y de la multitud de artistas y exposiciones en curso.
Escalera principal de la zona de Museo
Otra manera de explicar la importancia de la obra es cuantificando el esfuerzo y la inversión. DDP se caracteriza por una estructura tridimensional, por las 24 horas de funcionamiento al día, por 60 atracciones, 5888 toneladas de acero integradas en la construcción y 45 133 paneles de aluminio de diferentes formas y texturas que cierran el edificio. Esta obsesiva cuantificación tiene como objetivo resaltar la espectacularidad del proyecto, pero también atraer más inversiones al conjunto de la ciudad. El desfile de cifras abstractas recuerda mucho a los palacios culturales de los países socialistas, cuya construcción se cuantificaba de la misma manera para dar cuenta del esfuerzo que el estado hacía para el bienestar de sus habitantes.
El espacio público creado alrededor, debajo y encima de los pabellones es una necesidad del centro de Seúl, hasta tal punto que una observación de los arquitectos locales decía que cualquier cosa “tirada” en aquella zona tan densa funcionaría si tan solo ayudaba a descomprimir al espacio. El espacio público creado es más orientado hacia la creación de flujos y de movimiento, muy de acuerdo con la manera de proyectar del estudio Zaha Hadid. Se conforma de un recorrido laberíntico y divertido, que casi imperceptiblemente cambia de nivel y conecta los espacios expositivos interiores y exteriores. Sin embargo, aunque todo el conjunto se llame “plaza”, no existe un espacio público pensado para actividades estáticas, ni tampoco algún contenido que lo apoye. Los múltiples y complicados recorridos sin casi puntos de encuentro. Más bien, son espacios residuales donde se llegan a organizar actividades espontáneas para un público mínimo.
En definitiva, por mucho que se quieran vender como la última vanguardia del diseño, de la forma, de la manera de entender y hacer funcionar la ciudad, las “naves espaciales” que han aterrizado en tantas ciudades como parte central del branding y el marketing urbano, no alteran las relaciones y maneras de ser de las ciudades existentes. Al contrario de innovar, son proyectos conservadores para un público determinado y limitado, destinados a fomentar el nivel de visitas, del consumo, y a situar tanto la ciudad como a los actores de la operación en un lugar privilegiado en el mapamundi turístico-cultural-deportivo, etc. La tematización abstracta basada en este tipo de operaciones urbanísticas y arquitectónicas es una tematización parcial cuya repercusión es antes económica que urbana o ciudadana.
Imagen de portada: acceso principal al Art Hall y al museo desde la estación de metro y el Mercado de Diseño. Fotografía de la autora.