Habíamos pasado varios días caminando por los hutong (los barrios antiguos de la ciudad de Beijing) metiéndonos en los patios de los vecinos en busca de plantas artificiales. Queríamos documentar cómo, poco a poco, la gente estaba sustituyendo las plantas reales por plantas de plástico. Cuando encontrábamos un ejemplar de planta artificial, nos deteníamos y recogíamos una muestra en una bolsa, todo dentro del más riguroso protocolo de un trabajo de campo botánico.
Nuestra idea era hacer un catálogo de plantas artificiales como parte de un documental sobre un lugar que nos fascinaba. Un lugar que nos atraía con la promesa de ser una experiencia estética de primer orden: La avenida Qianmen reabierta después de su remodelación.
Antes de su reforma, con sus 840 metros de largo y 21 de ancho, la avenida Qianmen había sido desde el siglo XIV el núcleo de la actividad social y comercial de los hutong que la rodeaban, hutong que eran considerados por la comunidad arquitectónica como un milagro en la historia de la construcción. El conjunto formaba un patrimonio urbanístico y un entramado social que conectaba la dinastía Ming con la era de internet. Era la memoria y la identidad de una ciudad eterna. Qianmen era a todos los efectos una flor única. Una especie autóctona de Beijing. Sin embargo, durante décadas los hutong de Qianmen fueron desatendidos y abandonados por las autoridades. En los últimos años sus habitantes fueron poco a poco forzados a marcharse al extrarradio para que el gobierno pudiera acometer sus planes de reforma urbanística.
El fake sustituyó a la vida real en Qianmen: El barrio fue demolido y reemplazado por una réplica de hormigón construido con una arquitectura de estilo globalizado, tematizado en “la china tradicional”. La remodelación de Qianmen consistió en convertirla en un souvenir gigante, un decorado. “Todo un hutong Jean Baudrillard. Folclorismo fantasma al servicio de unas multinacionales que, finalizada la obra, ocuparon lo que ya no era más que un parque temático para el disfrute de los millones de turistas amantes del neo-chinois” [1]. Con 103 tiendas de marcas internacionales, en Qianmen ya no vive nadie, no es un lugar para vivir, no es un “lugar” sino un producto de consumo. Con esta actuación el gobierno chino pretendía hacer de Beijing una ciudad global. Un punto siginificativo en el mapa del mercado turístico internacional. Una postmetrópoli.
En The Only Flower utilizamos la sustitución de las plantas reales por las de plástico como metáfora de la zona estéril en que se estaba convirtiendo el centro de Beijing. Nuestro documental es una película inevitablemente melancólica sobre un lugar y unas tradiciones perdidas para siempre.
The Only Flower fue la primera acción como truth behind 404. Una plataforma artística y documental cuyas acciones y proyectos tienen al urbanismo y la ciudad como temática. Estamos fascinados por la manera en que el mercado es capaz de modelar el territorio, diseñar ciudades y por extensión, diseñar la vida de la gente.
“Que no veamos diferencia relevante alguna entre una rosa y su copia de plástico, una vivienda de la dinastía Ming y su imitación de hormigón, indican la fortaleza del simulacro” [2]. Hoy en China la cultura del revival hace que se sigan inaugurando calles históricas (!!) en un continuo remake de sus propias ciudades.
[1] y [2] Rubén Pardiñas. Flores, ruinas y simulacro. http://issuu.com/truth-behind-404/docs/revista_espa_ol_fed