Desde el momento en el que se descubrió el papel que podrían tener los lugares para las personas a la hora de enfrentarse a una situación de estrés o de crisis, este tema se ha convertido en uno de los más investigados en el ámbito de la Psicología Ambiental. Así mismo, es uno de los que más consecuencias prácticas puede tener en la calidad de vida, en el diseño urbano, en el bienestar o sobre la identificación y apego con los lugares. En todas las transiciones entre las personas y sus lugares de vida, en resumen.
El papel de los lugares naturales en este campo está aclarado, y contamos con mucha información sobre sus efectos, como, por ejemplo, la posibilidad de que los pacientes se recuperen más rápidamente mirando hacia un entorno natural, o el efecto positivo que la exposición a ellos tiene sobre el estrés. Mucho se sabe sobre las características que pueden incrementar la capacidad restauradora de los lugares naturales, aunque mucho todavía quede por ser investigado.
Sin embargo, ya que más del cincuenta por ciento de la población mundial vive en entornos urbanos, es cada vez más importante poner el enfoque en la capacidad restauradora de los lugares construidos, de los barrios, de los edificios y de las plazas. La ciudad es uno de los lugares en los que más energías psíquicas gastamos y donde más nos enfrentamos al estrés, por lo que es importante comprender cómo podemos utilizar estos lugares para desarrollar también nuestras estrategias de “coping”.
La capacidad restauradora de los lugares urbanos
Puede sonar revolucionaria la idea de que la capacidad de un lugar urbano para “fascinar” a las personas pueda estar también relacionada con un mayor nivel de bienestar. Que cuanto más una arquitectura, una plaza o una calle sean capaces de llamar nuestra atención, nuestra curiosidad, y también nuestras ganas de contemplarlas, tanto más pueden ayudarnos a contrastar el estrés. Esto es lo que se ha descubierto desde los trabajos de Kaplan, y que sigue confirmándose en investigaciones posteriores.
¿Cuánto puede resultarnos interesante para los que trabajamos en el diseño urbano y en la participación?
Por ejemplo, ¿qué importancia puede tener saber que hay diferencias entre la capacidad restauradora de las fachadas de edificios?, ¿o que fachadas de estilos diferentes pueden influir de manera diferente en nuestro bienestar? No es lo mismo pasear por una calle con edificios racionales o edificios modernistas, porque van a interaccionar de manera diferente con nuestra atención, especialmente con nuestra atención involuntaria.
La presencia de elementos naturales que sean parte del proyecto o de la fachada, una estructura que sea lo bastante compleja como para llamar la atención y despertar nuestra curiosidad (entre otras) pueden ser más restauradoras y ser percibidas como más atractivas y más compatibles con el bienestar.
En esta fase histórica en la que se debate mucho sobre la dicotomía entre “construir” y “renovar”, ¿cuánto puede interesarnos el hecho de que los edificios históricos, con su carga de identidad y sentido, puedan representar un elemento positivo en la percepción de los ciudadanos? Efectivamente, parece que las plazas de los barrios históricos pueden ser tan restauradoras como los parques urbanos, y que los ciudadanos estén altamente motivados a “fruir de ellas” (disfrutarlas, utilizarlas) no sólo como lugar de paseo o de negocio, sino también como lugar para relajarse, o vivir su propia ciudad como si fuera un posible recurso para recobrar las energías psico-físicas que se han ido gastando por culpa del estrés.
Plaza del Paraguas, Oviedo. © Renato Troffa.Esta es una de las direcciones en la que se está desarrollando la investigación sobre personas, lugares y bienestar. Sin embargo, puede ser un tema muy interesante para sus implicaciones sobre el estudio del efecto del diseño urbano para la calidad de vida de los ciudadanos, y para los que quieran incluir en el diseño de la ciudad los procesos sociales y los fenómenos psíquicos de los ciudadanos.
Referencias:
Troffa R, & Fornara F, 2011, The relationship between restorative components and environmental preference in natural and built leisure environments. In M.C. Hidalgo Villodres, B. Fernandez-Ramirez, M.J. Martos Mendez, & C.M. Salvador Ferrer (Editores), Espacios urbanos y sotenibilidad: claves para la ciencia y la gestión ambiental Almería: Editorial Universidad de Almería 231-237
Vidal T, Troffa R, Valera S & Fornara F, 2012, Place Identity as a Useful Psychological Construct for Approaching Modern Social Challenges and New People-Environment Relations: Residential Mobility, Restorative Environments, and Landscape. The Role of Place Identity in the Perception, Understanding, and Design of Built Environments. Bentham Science Publishers. 78-91
Hidalgo MC, Berto R, Galindo MP & Getrevi A, 2006, “Identifying attractive and unattractive urban places: categories, restorativeness and aesthetic attributes” Medio ambiente y comportamento humano, 7, 115-223
Kaplan S, 1995, “The restorative benefit of nature: Toward an integrative framework” Journal of Environmental Psychology, 15 169-182
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Ulrich RS, Simons RF, Losito BD, Fiorito E, 1991 “Stress recovery environment”. In D. Canter, M. Krampen & D. Stea, Journal of Environmental Psychology 11 201–230