La Real Carolina fue creada por Real Decreto en 1767 bajo el reinado de Carlos III, siendo nombrada capital de las Nuevas Poblaciones de Andalucía y Sierra Morena (promovidas por el intendente Pablo de Olavide). Para la fundación de la ciudad se aprovechó el primitivo Convento de la Peñuela, erigido por el carmelita descalzo fray Gabriel de la Concepción en 1573, y que había servido como refugio espiritual de San Juan de la Cruz. Su trazado urbanístico fue obra de los ingenieros militares Casimiro Isaba, Simón Desnau y Beltrán Beaumont entre otros. Sin embargo, algunos autores imputan la paternidad de todos los proyectos relacionados con el programa de Nuevas Poblaciones al arquitecto italiano Gian Battista Nebroni, con la ayuda del maestro de obras local Domingo González.

La malla octogonal de su trazado, de forma rectangular, se estructura en dos grandes ejes de axialidad perpendicular:

– El eje horizontal, de mayor anchura, coincide con el Camino Real de Andalucía, iniciándose en una plaza mixtilínea (la Plaza de la Aduana) enmarcada por dos torres, y adoptando una solución de perspectiva típicamente barroca. En este mismo eje se ubicarían nuevas plazas en paralelo: una circular, otra hexagonal (que funciona como plaza de toros) y una última rectangular (o plaza mayor, en donde se instala la Cárcel y el Ayuntamiento).

– El eje vertical, más estrecho, divide a la población de Norte a Sur, surgiendo en su vértice septentrional de una plaza presidida por el Palacio del Intendente, para proseguir con la plaza mayor donde ambos ejes se cruzan, y llegando hasta el Paseo del Molino de Viento.

Este modelo de ordenación urbana -siempre animado por ejes jerarquizados y plazas- conforma su planeamiento urbano barroco, creando una escenografía plástica a partir de la búsqueda de efectos visuales; su origen más inmediato estaría en los modelos de nueva planta experimentados en las ciudades hispanas del  Nuevo Mundo ensayados por la corona española siguiendo las Leyes de Indias. Pero, ante todo, el plano de La Carolina es un hexágono apaisado, simétricamente trazado y dividido en manzanas, que se postula en torno al principio hegemónico de la perspectiva monumental barroca de origen francés.

Entre los edificios más relevantes que encontramos en la trama urbana de La Carolina sobresale la Iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción, para cuya construcción se aprovecharía la vieja fábrica de la iglesia carmelitana de La Peñuela (lo cual contribuiría a la complejidad tanto interna del nuevo templo, como a la pervivencia de su primitiva fachada).

El primitivo convento de La Peñuela, titulado de Jesús María del Monte, tenía una iglesia erigida en 1578 que presentaba una nave única acabada en ochavo, muy similar al Oratorio Carmelita de San Juan de la Cruz en Úbeda. En 1767 se le incorporaría una nave transepto rematada con capillas laterales y un camarín.

La fachada principal, realizada en piedra, continúa esquemas carmelitanos presentando una portada barroca y rematándose con un frontón recto con óculo. La torre lateral es un prisma cúbico de cuatro plantas, con las esquinas achaflanadas, con arcos de medio punto abiertos en sus caras. Su portada presenta un arco de medio punto moldurado sobre imposta, flanqueado por pilastras toscanas cajeadas sobre plintos, y rematado con un entablamento; sobre éste se localiza el ático, con el relieve de la Inmaculada Concepción enmarcado por aletones.

Tras la reforma del siglo XVIII, el interior presenta una nave perpendicular a la calle cubierta por bóveda de medio cañón con lunetos, coro elevado a los pies y  espacio poligonal coronado por cúpula. Este espacio se prolonga con un nuevo tramo rectangular como presbiterio, abriéndose a ambos lados cuatro nuevas capillas de planta irregular, cubiertas por bóveda vaída. Comunicando la nave perpendicular con el presbiterio se sitúa un arco toral flanqueado por pilastras, rematado con un entablamento y frontón partido con un copete con el escudo heráldico de Carlos III. En los chaflanes se abren otros dos arcos torales de menor tamaño, rematados con frontón curvo, disponiéndose en los laterales otros dos arcos similares en tamaño decreciente.

El camarín de la Inmaculada Concepción, precedido por el presbiterio, se cubre con cúpula de media naranja. El resto de las capillas se adornan igualmente con pilastras y frontones clasicistas.

Al lado de la iglesia parroquial se encuentra el Palacio del Intendente Olavide, posiblemente trazado por el ingeniero Carlos Lemaur, y que preside en altura el segundo eje de la población. El edificio, ya prácticamente concluido hacia 1775, ocupaba parte del antiguo convento carmelita, erigiéndose como símbolo del poder regio en clara hegemonía focal frente a la parroquia lindera.

De la fábrica original solo se conserva su magnífica fachada, de perfecta sillería, de perfil neoclásico y alejado de los excesos del barroco. Está compuesta por dos parejas de medias columnas toscanas de orden gigante, enmarcando la puerta y el balcón principal que se dispone sostenido sobre grandes ménsulas. Su entablamento, rehundido, presenta friso de triglifos y metopas. Tras una volada cornisa se eleva un segundo cuerpo ático que muestra un óculo central flanqueado por parejas de pilastras toscanas con moldura dentellada, y coronado por un colosal escudo borbónico acompañado por jarrones.

 Otro de los edificios civiles más destacados de La Carolina es la Cárcel, construida en 1779. Su interior ha sido muy transformado, especialmente tras la anexión del Ayuntamiento.

Su fachada principal está realizada en buena sillería, presentando dos cuerpos sin separación, con pilastras almohadilladas de orden gigante en los extremos. Abriéndose cuatro vanos adintelados en cada piso, los cuales están enmarcados con molduras almohadilladas. Lo más interesante es su portada central, de dos cuerpos. El inferior presenta un arco de medio punto moldurado sobre enjutas, con clave resaltada, y enmarcada por pilastras toscanas almohadilladas sobre plintos, rematado con un entablamento. Su segundo cuerpo presenta una cartela horizontal entre pilastras almohadilladas de menor tamaño, y rematado con un frontón recto ornado con tres bolas. La fachada lateral, abierta a la plaza, presenta igualmente ventanales enmarcados con molduras almohadilladas.

El Ayuntamiento ocupó parte del primitivo solar de la cárcel, siendo construido hacia mediados del siglo XIX. Realizado en sillería, su fachada principal presenta dos cuerpos de vanos escarzanos moldurados, rematándose con una cornisa con jarrones. El cuerpo de relojería y el campanario datan de 1878, realizados ya en estilo ecléctico, presentando un frontón sin entablamento y con acroteras. Posiblemente su diseño se deba al arquitecto provincial Jorge Porrúa.

Otros elementos a tener en cuenta en La Carolina serían las Torres de la Aduana, definidas por Torres Balbás como «los graciosos heraldos de la perspectiva», pues enfatizaban aún más la radicalidad del eje perspectivístico al situarse en el principal ingreso de la ciudad. Estas construcciones de finales del siglo XVIII se relacionan con el clasicismo barroco, vinculándose a elementos urbanísticos franceses e italianos (pues las viviendas colindantes contribuyen a definir la plaza mixtilínea). Son torres de cantería prismáticas con las esquinas achaflanadas, que presentan tres cuerpos separados entre sí mediante cornisas, horadándose con vanos y rematándose con chapiteles de bronce.

Otros elemento con función urbanística sería la Torre de la época de la fundación, que contribuye a definir la planta hexagonal del municipio, comunicando la Avenida de Juan Carlos I con la Plaza de la Aduana. Igualmente se podrían mencionar los Monolitos de la Fundación,  pilares realizados en sillería y rematados con cúpulas bulbosas y pináculos. Están dedicados a Carlos III y a Carlos IV, apareciendo sus bustos y escudos heráldicos, así como relieves que reflejan la vida diaria de los colonos.

Autor: José Manuel Almansa Moreno

Bibliografía

CAPEL MARGARITO, Manuel, La Carolina, capital de las nuevas poblaciones (un ensayo de reforma socio-económica de España en el siglo XVIII), Jaén, Instituto de Estudios Giennenses, 1970.

CASUSO QUESADA, Rafael Antonio, Arquitectura del siglo XIX en Jaén, Jaén, Instituto de Estudios Giennenses, 1998.

Guía artística de Jaén y su provincia, Sevilla, Fundación Lara, 2005.