Si la emigración andaluza a América es el exponente que manifiesta el alto grado de participación de esta tierra en el descubrimiento, conquista y colonización del Nuevo Mundo, la toponimia emerge como el mejor referente para valorar hasta qué punto los lugares de origen influyeron en el colectivo imaginario. La actividad desplegada por los andaluces en todas las latitudes americanas dejó una huella perdurable a la hora de la fundación de ciudades y dar nombre a las mismas. La toponimia andaluza en América es, por tanto, un fiel reflejo del recuerdo a la patria chica, a los lugares de formación, cuando no un trasunto de patronímicos, creencias y mentalidades. Sin ánimo de exhaustividad, aquí se incluye una relación de topónimos suficiente para evocar y reconocer el espíritu que movió a aquellos andaluces a perpetuar allende el Atlántico las tierras de su nacimiento o el santoral de su devoción.

El topónimo Santa Fe es uno de los más repetidos. Desde Nuevo México hasta Argentina, pasando por Centroamérica y los Andes. Su connotación religiosa y el hecho de que en su homónima granadina se firmaran las capitulaciones que daban vía libre a Colón para acometer su viaje descubridor tienen bastante que ver con esta circunstancia. En 1538 Gonzalo Jiménez de Quesada fundó Santa Fe de Bogotá como capital del Nuevo Reino de Granada. Las similitudes con su equivalente andaluz han sido resaltadas por los cronistas. Pedro de Aguado afirmó que fue bautizada así “por estar esta ciudad fundada y asentada a los remates de una ancha y larga vega, muy llana y semejante a la que está fundada la ciudad de Santa Fe en la de Granada”. También en Colombia, Jorge Robledo fundó en 1540 Santa Fe de Antioquia, que fue capital de dicha provincia hasta 1826. Aquel mismo año, el arzobispo Vasca de Quiroga levantó Santa Fe de la Laguna en el estado mexicano de Michoacán, a orillas del lago Patzcuaro. Allí trató de llevar a cabo la “utopía” de Tomás Moro con indiscutibles logros entre la comunidad indígena. Más al norte, el oidor de México Antonio de Lara y Mogrovejo fundó Santa Fe de Guanajuato, ciudad que alcanzó protagonismo en el siglo XVIII por la riqueza de sus minas de plata. Juan de Garay levantó en 1573 Santa Fe de la Veracruz (Argentina). Pedro de Peralta, a su vez, fundo la Villa Real de Santa Fe en 1610, hoy capital del estado norteamericano de Nuevo México. El recorrido por otras Santa Fe nos lleva a Cuba, Honduras, Nicaragua, Panamá, Venezuela, Ecuador, Perú y hasta Filipinas.

Sin embargo, será el nombre de la región de procedencia la que mueva a los capitanes andaluces a bautizar vastos territorios americanos con el topónimo de Nueva Andalucía. Ya en 1510 se llamó así a la gobernación de Alonso de Ojeda que comprendía una región colombiana entre el cabo de la Vela y el golfo de Urabá. Otra Nueva Andalucía surgió en el Río de la Plata cuando el accitano Pedro de Mendoza capitula en 1534 para la conquista de aquellas tierras como titular de la gobernación que llamará con ese nombre. El territorio abarcaba la mitad norte de Argentina. En Venezuela, la Nueva Andalucía identifica a una gobernación que comprendía las tierras del oriente venezolano. Su artífice fue Diego Fernández de Serpa, oriundo de Palos de la Frontera, que capituló con la Corona en 1568 para poblar aquel territorio. Allí se fundó Nueva Córdoba, la actual Cumaná.

La Córdoba mexicana nació en 1617 y su nombre es un homenaje al virrey Diego Fernández de Córdoba, marqués de Guadalcázar. La Córdoba del Rio de la Plata fue iniciativa del gobernador Jerónimo Luis de Cabrera en 1573. El trazado fue realizado por Lorenzo Suárez Figueroa en 1577, siguiendo el típico esquema de damero. El topónimo rememora el lugar de nacimiento de sus suegros en España. Actualmente es la capital de la provincia de Córdoba de Tucumán.

Sevilla la Nueva, en la costa norte de Jamaica, evoca los recuerdos de Juan de Esquivel hacia su patria chica cuando la fundó en 1509. Aunque de vida efímera, fue sede de una abadía dependiente al principio del arzobispado sevillano y después del obispado de Cuba. Su declive era notorio hacia 1540, debido en parte a los ataques piráticos y en parte a su inadecuada ubicación. También desaparecida es Sevilla del Oro, levantada por el capitán Juan de Villanueva y Maldonado en tierras ecuatorianas en 1576. Otros autores consideran que la ciudad fue obra de Gil Ramírez Dávalos en 1559. Otras Sevillas pueden localizarse en Guatemala, México y Río de la Plata.

El mismo Gil Ramírez Dávalos fundó también en 1559 en la región de los quijos (Ecuador) la ciudad de Baeza, a la que llamó Nueva ciudad de Baeza de la Nueva Andalucía. Oriundo de la homónima jiennense, erigió la ciudad como capital de la gobernación de los Quijos, que él mismo presidía. Las mismas referencias a la patria chica se encuentran en la fundación de Ubeda en 1574 (Colombia) por parte de Andrés de Valdivia.

En la región de Bracamoros al norte de Perú otro jiennense, Diego de Palomino, fundó en 1549 la ciudad de Jaén en plena conquista del territorio por orden de La Gasca. De aquella empresa dejó una relación escrita y un mapa de indudable valor por la información que aportan.  La ciudad es capital de la provincia del mismo nombre en el departamento de Cajamarca.  La fundación de Palomino vino a reemplazar la anterior de Jerez de la Frontera, obra del capitán jerezano Juan Porcel. Otras referencias a esta ciudad se hallan en México, Honduras y Venezuela. En la gobernación de Jaén Melchor Vázquez de Avila fundó Archidona en 1563 rememorando su lugar de nacimiento.

El topónimo de Granada es posible encontrarlo en Nicaragua, El Salvador o México. Pero, sin duda, es en Colombia donde alcanzó mayor calado después que Jiménez de Quesada bautizara aquellas tierras como Nueva Granada. En el siglo XVIII dio nombre a un nuevo virreinato. El malagueño Gonzalo Suárez Rendón hizo lo propio ordenando en 1542 la fundación de Málaga en tierras del actual departamento de Santander (Colombia). La Nueva Cádiz de Venezuela data de 1522 y, a pesar de sus condiciones poco favorables para la población, se benefició del comercio de las perlas. No obstante, en 1544 fue abandonada tras ser devastada por un temporal.

La Antequera novohispana se remonta a 1528 cuando se levanta en una próspera zona de la región de Oaxaca. Su crecimiento fue extraordinario convirtiéndose en un foco económico y cultural de primer orden. Tras la independencia de México, el nombre fue reemplazado por el actual de Oaxaca, capital del estado del mismo nombre.

El topónimo de Ecija está presente en Colombia, Ecuador y Venezuela. El de Linares en Chile, Río de la Plata, México y Bolivia. Loja se levantó en 1546 en la ruta que unía Quito y Cuzco, hoy al sur de Ecuador, por iniciativa del capitán Alonso de Mercadillo, granadino y posiblemente lojeño. Finalmente, hasta un barrio de Triana en Lima desde el siglo XVI, también conocido como San Lázaro, hoy Rimac.

Autor: Miguel Molina Martínez

Bibliografía

CALDERON QUIJANO, José Antonio, Toponimia española en el Nuevo Mundo, Sevilla, Caja San Fernando, 1988.

CALDERON QUIJANO, José Antonio, “Toponimia andaluza en Hispanoamérica”, en Actas del IV Congreso de las Academias Andaluzas, Sevilla, Diputación Provincial de Sevilla, 1986, pp. 83-114.

DOMINGUEZ COMPAÑY, Francisco, Política de poblamiento de España en América. La fundación de ciudades, Madrid, Instituto de Estudios de la Administración local, 1988.

SALAZAR-QUIJADA, Adolfo, La toponimia en Venezuela, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1985.

2018-02-01T14:59:51+00:00

Título: Plan Geográfico del Virreinato de Santafé de Bogotá, Nuevo Reino de Granada, por Francisco Antonio Moreno y Escandón, (1772). Fuente: Archivo Nacional de Bogotá, Mapoteca 2, 1248