De gran armonía y valores pictóricos, se accede a él, desde Plaza Nueva, por la “Cuesta de Gomérez”. Eso sí, dejando atrás la “Puerta de las Granadas” que, para orientarnos mejor, la hemos traspasado por su vano lateral izquierdo que nos emboca, a través de una empinada pendiente ―conocida como cuesta de la Cruz―, al citado “Pilar”, que forma parte del proyecto de conjunto palacial de la denominada “Alhambra cristiana”. Su emplazamiento, sin lugar a dudas, es estratégico y, por tanto, funcional, al ser la distancia más corta para acceder a las “Casas Reales” ―Vieja y Nueva―. Este abrevadero rectangular para las caballerías ―pilón para que bebiera el ganado― y que fue conocido, en su día, como “Fuente de las Cornetas” —por las dos que la ornamentaban— se encuentra ubicado en una plazoleta allanada, junto al cubo artillero defensivo de la puerta nazarí de la Justicia (s. XIV) que se levanta detrás, concretamente, en un muro de contención que alberga, en su interior, la maquinaría por donde mana agua hacia el exterior a través de nueve surtidores (3 faunos, 4 amorcillos y 2 escudos) y a la que se accede por una puerta situada en el extremo derecho ―la simétrica de la izquierda, es fingida― de su frontis, cuyo diseño renacentista se atribuye a Pedro Machuca (1545), quien redacta en el contrato los materiales a emplear: piedra de Alfacar para el mural trasero y mármol de Sierra Elvira para su alzado delantero. La ejecución de su fachada ornamental se adjudica al maestro lombardo Niccolo da Corte por 134 ducados, iniciándose las obras en marzo de 1546 una vez abastecido el material por los canteros Juan de Nabardayn y Miguel de Velustegy. La pila mide 1’70 m de ancho, por 11’20 m de largo y 0’95 de alto. El muro frontal —6’80 metros—, finalmente, se ejecuta en piedra franca ―o calcarenita de Santa Pudia― y queda dividido en cinco calles por seis pilastras cajeadas toscanas ―las dos centrales con orificios de ventilación― con capiteles decorados con ovas y dardos. Debajo de su cornisa ―o en su cimacio―, donde lleva esculpidos una serie de cabecitas de leones a modo de gárgolas ―que rematan un pretendido entablamento con dentellones―, concretamente en el tercio superior de sus paños laterales ―recuadrados y con ménsula central decorativa de hojas de acanto―, se esculpen, enmarcados por medallones abocinados, relieves figurados de escenas mitológicas. De izquierda a derecha, los tondos y leyendas siguientes: “Hércules matando a la Hidra Lernea”, NON MEMORABITUR ULTRA —hoy desaparecido—; “Frixo y Hele sobre el carnero con Vellón de oro atravesando el Helesponto” IMAGO MISTICAE HONORIS; “Apolo y Dafne” A SOLE FUGANTE FUGI y “Alejandro Magno cabalgando sobre bucéfalo” NON SUFFICIT ORBIS, donde se aluden a las virtudes y al prestigio del nuevo César de Europa y cuyo programa iconográfico ha sido atribuido a D. Luis Hurtado de Mendoza (II Marqués de Mondéjar) ―si bien algunas hipótesis apuntan a su hermano D. Diego, humanista y político―, será liderado, finalmente, por su hijo D. Iñigo (III Marques de Mondéjar y IV Conde de Tendilla). La decoración antepuesta al muro ―de mármol gris o piedra dura de Sierra Elvira― se dibuja en tres cuerpos: arriba, un frontón semicircular con dovelas remarcadas, resalta, en su clave, un querubín ―o cabeza de angelito alado― que marca el eje del conjunto reforzado por la disposición axial de las armas del Emperador con su águila bicéfala —de alas desplegadas y potentes garras—, tocada con la corona imperial y el lema Plvs Ovltre ―Más allá― en las filacterias que ondean hasta llegar a sus ángulos. Dicho remate curvo queda custodiado por angelotes —de bulto redondo— sosteniendo delfines surtidores, cuyo conjunto disimula los respiraderos u óculos traseros, ya mencionados. A continuación, en el nivel intermedio, un recuadro decorado por cintas onduladas de múltiples repliegues, encierra, entre aletas verticales con penachos y veneras, la cartela rectangular con la leyenda IMPERATORI CAESARI KAROLO QVINTO HISPANIARVM REGI —Emperador y César Carlos V, rey de los españoles, que queda cortejada por dos plintos, el de la izquierda, con la referida divisa Plvs Ovltre inscrita en las cintas que enlazan las columnas de Hércules que flanquean el globo terráqueo sobre el que se posa el águila imperial y, el de la derecha, con las “Aspas de Borgoña” —pedernal (piedra centelleante), eslabón, cruz de San Andrés, corona y Toison de Oro—. Hacia sus extremos, en esta misma altura, se continúa con aletas ―o “s” apaisadas―, ornadas con cintas, motivos naturales y borlones, que las unen con el piso superior y, a su vez, con el más bajo por medio de un escueto entablamento, en cuyos extremos superiores ―a nivel del anterior―, reposan, sedentes, estatuillas de niños con caracolas que vierten agua a la superficie cristalina de la pila, y que, por otro lado, limita en altura la longitud del bebedero instalado en su base. Finalmente, en el zócalo ―o altura primera―, cuatro pedestales contienen, en el centro, ramos de granado como símbolo de la ciudad con sus frutas maduras y, en sus extremos, las armas del primer Alcaide de la Alhambra y Capitán General del reino granadino, D. Iñigo López de Mendoza (II Conde de Tendilla y I Marqués de Mondéjar), cuya familia es la promotora de la obra y cuya aspa principal conforma cuatros segmentos en su campo: los laterales con los lemas escritos de “Ave María” y Gratia plena ―victoria del Salado por los cristianos (1340), donde los Mendoza tuvieron un papel protagonista―, y el superior e inferior con bandas paralelas en diagonal; por detrás, las cuatro puntas de la estrella de los Reyes Magos, emblema concedido por Inocencio VIII y el mote “Buena guía” ―por las buenas negociaciones de paz de esta saga familiar―, en las cintas extremas inferiores. Por último, en los tres tableros centrales, relieves de mascarones con pitón o tubo en sus bocas ―por donde vierten agua a la balsa―, como símbolos, comúnmente aceptados, de los tres ríos granadinos: Genil (espigas de trigo o verano), Beiro (flores o primavera) y Darro (hojas de vid y racimos de uvas u otoño) —de izquierda a derecha—, relacionándose, a su vez, con tres de las cuatro estaciones del año. Se tiene constancia de su restauración ―figuras, capiteles de las pilastras, heráldica y medallones― por el escultor granadino Alonso de Mena, con motivo de la vista real de Felipe IV (1624), así como la última llevada a cabo a principios del presente siglo (2002). Entre ellas, otras, como la efectuada en la década de los sesenta del siglo XX.

Autor: Salvador Gallego Aranda

Bibliografía

CERVERA VERA, Luis, La fábrica y ornamentación del pilar de Carlos V en la Alhambra granadina, Granada, Patronato de la Alhambra y Generalife, 1987.

GALERA ANDREU, Pedro (dir.), Carlos V y la Alhambra, Granada, Patronato de la Alhambra y Generalife, 2000, pp. 49-51.

MORENO OLMEDO, María Angustias, Heráldica y genealogía granadinas, Granada, Universidad de Granada, 1989, pp. 106-107.

NIETO, Víctor, MORALES, Alfredo J. y CHECA, Fernando, Arquitectura del Renacimiento en España. 1488-1599, Col. Manuales Arte Cátedra, Madrid, Cátedra, 1989, p. 105.

LÓPEZ GUZMÁN, Rafael y ESPINOSA SPÍNOLA, Gloria, Pedro Machuca, Col. Biografías granadinas, 17, Granada, Comares, 2001, pp. 117-120.

VÍLCHEZ VÍLCHEZ, Carlos, Granada en tus manos. Alhambra y Generalife (I). Granada: Ayuntamiento, Concejalía de Cultura-Ideal, 2006, pp. 33-34.