Niculoso Francisco, apodado el Pisano, fue un ceramista de origen italiano establecido en Sevilla. Tradicionalmente conocido como Francisco Niculoso Pisano, el profesor Alfonso Pleguezuelo recomienda llamarle Niculoso Francisco, pues a la luz de las últimas investigaciones, se trataría este de su verdadero nombre. El sobrenombre de Pisano, no haría mención más que a su lugar de origen, que por otro lado, no tenía por qué ser Pisa, sino cualquier otra población italiana cercana. Ciertamente, hubo de formarse en el arte cerámico en uno de los centros de producción destacados de la península Itálica, tales como Faenza, Cafaggiolo o Casteldurante; es posible que durante este periodo formativo conociera las obras del taller del célebre ceramista italiano Lucca della Robbia.

La llegada de Niculoso Francisco a Sevilla hubo de ser a finales del siglo XV, momento en el que comenzaba una gloriosa época para la ciudad, gracias al establecimiento de un intenso tráfico comercial con América a través del río Guadalquivir. Posiblemente fuera este ascenso económico el motivo que animara a este artista a asentarse en territorio español, igual que a otros tantos, bien para aprovechar el excelente momento de bonanza económica de la ciudad, bien para embarcar hacia el Nuevo Continente.

La documentación histórica nos revela que al menos desde 1498, Niculoso Francisco se había establecido en el barrio de Triana, donde vivió con su primera mujer, Leonor Ruiz. En esta misma localización fijó su taller, donde presentó su novedosa producción artística de cerámica. Hasta entonces, la cerámica sevillana había seguido una línea continuista con las técnicas y motivos decorativos hispanomusulmanes, siguiendo un repertorio basado en formas geométricas. Niculoso acrecentó estas modalidades tradicionales con una nueva forma de trabajar el arte cerámico: el azulejo pintado de superficie plana, que no es otra cosa que pintura polícroma sobre cerámica.

La producción del azulejo de superficie plana, también llamado pisano en honor a su introductor en España, además de resultar mucho más caro que otros tipos, exigía gran pericia artística, debido a su complejidad técnica. Como resultado, se obtenía un producto exquisito, de gran refinamiento y altísimo nivel artístico. Por este motivo, Niculoso fue un artista muy solicitado por una selecta clientela: alto clero, nobleza e incluso por los Reyes Católicos.

A esta novedad técnica hay que sumarle la belleza del repertorio ornamental y figurativo que presentaban las obras de Niculoso. En su pintura aparecen dos fuentes de inspiración: para los temas figurativos, el Pisano tomó como modelos de sus composiciones grabados alemanes e ilustraciones de libros de horas franceses; en cambio, los motivos ornamentales que las enmarcan y embellecen, proceden del repertorio decorativo italiano del primer Renacimiento. Es sin duda esta última, una de las grandes aportaciones de la producción de Niculoso Francisco, pues fue con sus obras con las que se introdujo el lenguaje renacentista en Sevilla, mucho antes que en otras manifestaciones artísticas, como en la arquitectura o en la escultura. Como señala el profesor Alfredo Morales, «la cerámica se adelantó a la tónica general de las artes sevillanas en casi treinta años».

En relación a las corrientes renacentistas que introdujo en Sevilla, en las cuales se había formado, hay que señalar que Niculoso solía firmar en casi todas las obras que producía, gesto que lo vincula con la práctica habitual de los artistas del Renacimiento y que expresaba su propio sentimiento de valía profesional.

El grado de perfección que alcanzó su obra, limitó el número de encargos en los que pudo intervenir continua y personalmente, y es por esto que su producción fue escasa; de la misma, apenas ha llegado a nuestros días la mitad. A pesar de esta circunstancia, su estudio permite vislumbrar una evidente evolución técnica y formal, cada vez más cercana al espíritu renacentista, fruto de su labor de mejora constante a lo largo de casi treinta años de estancia en Sevilla.

Además de trabajar la nueva técnica del azulejo plano, en el taller de Niculoso también se elaboraban piezas de loza de uso cotidiano, que debían formar parte de la oferta comercial de su establecimiento, posiblemente situado en la sevillana calle de Santa Ana, según apuntan las investigaciones arqueológicas. De este taller se hizo cargo su hijo Juan Bautista, nacido en 1508, fruto de su segundo matrimonio con Elena del Villar, del cual también nació en 1511 otro vástago, Francisco. Desafortunadamente, el taller desapareció poco después de la muerte de Niculoso, acontecida a lo largo de la primera mitad de 1529. Después de él, ninguno de sus aprendices y seguidores pudo ser capaz de mantener la calidad de la producción del maestro; de hecho, el azulejo de superficie plana casi desapareció de la cerámica sevillana después de morir el Pisano, volviendo a recuperarse al cabo de medio cuarto de siglo.

Autora: Carmen de Tena Ramírez

Bibliografía

MORALES, Alfredo J.: Francisco Niculoso. Sevilla, 1977.

PLEGUEZUELO, Alfonso: «Cerámica de Sevilla (1248-1841)», en Sánchez-Pacheco, Trinidad (coord.): Cerámica Española. Madrid, 1997, pp. 361-378.

PLEGUEZUELO, Alfonso: «Niculoso Francisco Pisano y el Real Alcázar de Sevilla», Apuntes del Real Alcázar de Sevilla, 13, 2012, pp. 140-157

PLEGUEZUELO, Alfonso: «Diez preguntas sobre un azulejo: una nueva obra de Niculoso», Butlletí Informatiu de Ceràmica, 10, 2009, pp. 130-143.

RAY, A.: «Francisco Niculoso, called Pisano» en Wilson, Timothy (ed.): Italian renaissance pottery. Londres, 1991, pp. 261-266.

Obras firmadas, documentadas o atribuidas

1503 Lauda sepulcral de Íñigo López. Iglesia parroquial de Santa Ana, Sevilla.

1504 Santa Paula. Cuadro de azulejos. Puerta del compás del monasterio de Santa Paula, Sevilla. Desaparecida.

1504 Portada de la iglesia del monasterio de Santa Paula, Sevilla. En colaboración con Pedro Millán.

1504 Retablo de la Visitación. Real Alcázar, Sevilla.

1504 Retablo de la Coronación de la Virgen. Real Alcázar, Sevilla. Desaparecido.

1508 Azulejos para la silla del arzobispo. Catedral de Sevilla. Desaparecidos.

1511 Azulejos del cimborrio. Catedral de Sevilla. Desaparecidos.

1511 Azulejos del palacio de los Condes del Real. Museo Nacional de Cerámica, Valencia.

1518 Retablo de la iglesia del monasterio de Santa María de Tentudía. Calera de León, Badajoz.

1518 Azulejos para el convento de San Pablo. Sevilla. Desaparecidos.

1520-1529 Azulejo de Virgen con el Niño. Museo de Bellas Artes, Sevilla

1526 Azulejos en la iglesia parroquial de Flores de Ávila. Ávila.

(s.f.) Cuadro de la Visitación. Rijksmuseum, Amsterdam