A fines de la Edad Media y durante la Edad Moderna, en las ciudades andaluzas, como en el resto de las de España y Europa, predominó un tipo de asociaciones corporativas artesanales, los gremios, que reunían a los artesanos de un mismo oficio en torno a intereses comunes y con un objetivo de mutua protección. Este modelo fue también implantado en las ciudades de la América colonial.

La organización de los gremios respondía a los principios de privilegio corporativo, exclusivismo y reglamentación minuciosa de la actividad laboral, tres aspectos íntimamente ligados entre sí. Al obtener el privilegio de producir y vender en exclusiva sus productos en el ámbito de la ciudad, los gremios se defendían contra el intrusismo laboral y se garantizaban el control del mercado local. En paralelo, imponían a sus miembros mecanismos igualitarios que impedían el enriquecimiento de unos artesanos a costa del empobrecimiento de otros. Las ordenanzas gremiales regulaban con detalle todos los aspectos de la actividad de la corporación: las materias primas y su distribución, el tipo de productos y su calidad, el acceso a las diferentes categorías laborales, etcétera. Los gremios se dotaban también de cofradías, que actuaban como mecanismos de previsión social para atender las necesidades de los artesanos enfermos y eventualmente los gastos de sus funerales.

Los gremios se articulaban en torno a tres niveles laborales: los maestros, que eran los dueños de los talleres y quienes controlaban en realidad la vida corporativa; los oficiales, que trabajaban para los maestros a cambio de un salario, y los aprendices, que entraban al servicio de los maestros por un determinado número de años a cambio del aprendizaje del oficio. El paso de unas a otras categorías se llevaba a cabo mediante la realización de exigentes exámenes prácticos a cargo de los examinadores del gremio, en los que los candidatos debían demostrar su pericia y suficiencia en el oficio.

El taller era la unidad de producción artesanal. Allí se concentraban todas las fases del proceso de producción, que aplicaba técnicas tradicionales celosamente conservadas y transmitidas en el seno de la corporación. El propio taller y las herramientas que en él se empleaban constituían el único capital de los maestros. El taller era también el lugar de comercialización de los productos que en él se elaboraban, por lo que oficiaba simultáneamente como tienda de cara al público.

Las ordenanzas gremiales eran aprobadas por el municipio, o bien por el Consejo de Castilla. La asociación de intereses entre las corporaciones artesanales y el poder público era estrecha. Éste era el garante de los privilegios de los gremios. A cambio, obtenía de ellos la garantía del abastecimiento de productos manufacturados de calidad. Al mismo tiempo, los gremios representaban unas eficaces estructuras de encuadramiento de las clases productivas urbanas y, en ocasiones, mecanismos funcionales de recaudación fiscal y reclutamiento de milicias.

Los gremios artesanales de Andalucía han sido parcialmente investigados, pero todavía queda mucho por conocer acerca de ellos. En el caso de Sevilla y su reino cuentan con la investigación que realizaron A.-M. Bernal, A. Collantes de Terán y A. García-Baquero. En la capital hispalense, la presencia de corporaciones de menestrales se constata desde los tiempos inmediatamente posteriores a la conquista cristiana. En el reinado de Alfonso X se organizó el gremio de tejedores, que contó también con una cofradía, la de San Lorenzo. En el reinado de Alfonso XI recibió ordenanzas el gremio de plateros. La organización gremial de los artesanos sevillanos asistió a un importante desarrollo en el siglo XV y prosiguió con diversas alternativas a lo largo de los siglos modernos. En las ordenanzas de la ciudad de Sevilla, publicadas en 1527 y reeditadas en 1632, se recogieron 57 reglamentos de oficios mecánicos, que regulaban un total de 75 actividades diferentes. El sondeo realizado por los citados autores en los fondos municipales sevillanos arrojó un resultado total de 141 ordenanzas gremiales, distribuidas por siglos de la siguiente manera: 1 en el siglo XIV, 50 en el XV, 26 en el XVI, 18 en el XVII, 29 en el XVIII, 5 en el XIX y 2 sin fecha.

Para el caso malagueño contamos con el extenso estudio de S. Villas, centrado en la primera mitad del siglo XVIII, que abarca no sólo a los gremios artesanales, ampliamente mayoritarios, sino también a los encuadrados en el sector primario (hortelanos, pescadores) y terciario (mercaderes de vara, especieros, tenderos). Por lo que respecta a los gremios vinculados al sector secundario, estos agrupaban diversos subsectores: industrias del barro (alfareros, ladrilleros), construcción (albañiles, carpinteros), vinicultura (toneleros, barrileros), industrias del cuero (curtidores, zurradores, zapateros, talabarteros y guarnicioneros, odreros), vestido (pañeros, sastres y roperos, montereros y jubeteros, sombrereros), transformación de fibras vegetales (albardoneros, cordoneros, alpargateros, esparteros), alimentación (confiteros, pasteleros, buñoleros…) y metal (herreros y cerrajeros, latoneros, caldereros, armeros, cuchilleros…). El citado autor constata el tradicionalismo y enquistamiento de la estructura gremial en una época de reformas como la Ilustración, pero indica al mismo tiempo que la mejor coyuntura económica registrada en el siglo XVIII en relación a la anterior centuria incidió también en una revitalización de las asociaciones corporativas malagueñas.

Los oficios artísticos han sido objeto de una particular atención por parte de los historiadores del arte. De esta forma, contamos con diversos estudios para los artesanos del barroco en Granada o los plateros cordobeses y sevillanos, estos últimos agrupados en una cofradía bajo la advocación de su patrón, San Eloy.

Autor: Juan José Iglesias Rodríguez

Bibliografía

BERNAL, Antonio Miguel; COLLANTES DE TERÁN, Antonio; GARCÍA-BAQUERO, Antonio, Sevilla: de los gremios a la industrialización, Sevilla, ICAS, 2008.

MORENO ROMERA, Bibiana, Artistas y artesanos del Barroco granadino: documentación y estudio histórico de los gremios, Granada, Universidad de Granada, 2001.

ROMERO MUÑOZ, Vicente, Los gremios de Sevilla, Sevilla, Padilla Libros, 2001.

VALVERDE FERNÁNDEZ, Francisco, El colegio-congregación de plateros cordobeses durante la Edad Moderna, Córdoba, Universidad de Córdoba, 2001.

VILLAS TINOCO, Siro, Los gremios malagueños (1700-1746), Málaga, Universidad de Málaga, 1982.