El nacimiento de una Sociedad Económica de Amigos del País en Jaén no se produjo en el primer momento de creación de estos institutos, impulsado por la publicación del Discurso sobre el fomento de la industria popular (1774) de Campomanes, sino que es algo más tardío. Responde a una segunda floración de Económicas que tuvo lugar a partir de 1786, cuando desde el Consejo de Castilla se promovió una encuesta entre las ya existentes para averiguar las causas de la decadencia en que se encontraban. A raíz de esta encuesta se produjo una nueva oleada de fundaciones, entre las cuales se encuentra la Económica de Jaén. El 29 de marzo de 1786 Fernando del Prado, síndico personero de la ciudad y maestrante de Granada, Fernando Mesía y Caicedo, canónigo de la catedral y Juan Nepomuceno Lozano, abogado y catedrático de retórica, como principales promotores al frente de una lista de 96 individuos, dirigen una representación a Carlos III en la que, tras exponer el lamentable estado de la población, agricultura e industria de la ciudad, solicitan permiso “para juntarse a formar estatutos” de una Sociedad Económica que consideran es el único medio capaz de hacerles salir del estado de postración que se encontraban. El obispo de la diócesis, Agustín Rubín de Ceballos, avaló el proyecto. A principios de junio la Sala de Gobierno del Consejo de Castilla elaboró un dictamen favorable y exhortó a los promotores a la “formación de estatutos, y elección de director y demás oficiales, teniendo presentes los de la Sociedad Económica de Madrid”. Se dio aviso al corregidor y ayuntamiento de la ciudad para que facilitaran las reuniones en el ayuntamiento, al tiempo que se instaba al obispo, deán y cabildo catedralicio a facilitar el establecimiento de la Económica, recomendando a los miembros de este último su alistamiento como socios.

Conseguida la inicial aprobación del Consejo y asegurada la colaboración de las autoridades locales, se celebra la primera junta el 25 de julio de 1786, día de Santiago, en la sala capitular del ayuntamiento. En esta primera reunión, a la que asistieron 51 personas, entre los que estaban el corregidor de la ciudad, Pedro José de Molina y Muñoz y en representación del prelado el gobernador del obispado José Martínez de Mazas, fueron nombrados “por pública aclamación”, los primeros oficiales: director, censor, secretario, contador, tesorero, etc., ocupando los principales cargos los tres promotores iniciales. También se eligió una comisión para elaborar los estatutos, aunque más tarde se delegó esta tarea en el secretario, Juan Nepomuceno Lozano; el proyecto de estatutos fue enviado al Consejo el 14 de diciembre. En marzo del año siguiente el alto tribunal lo remitió a la Económica de la corte, para que realizase un dictamen antes de su aprobación, una práctica que ya se había hecho habitual entre las Económicas. A finales de junio el censor de la Matritense informaba que los estatutos “en mucha parte están copiados” de los de Madrid; tan solo ponía reparos a las trece comisiones en que proyectaban organizarse los socios, en lugar de las tres existentes en la mayoría de las Económicas, o su proyectada intervención en la persecución de los vagos, algo que no consideraba propio de un instituto de estas características. Si consideraba adecuada en cambio, la creación de socios alumnos, algo que no existía en la sociedad de la corte. Las sugerencias del censor de la Matritense se seguirían parcialmente en la redacción definitiva de los estatutos. Realizadas las modificaciones, aún tardaría en producirse la aprobación definitiva, aunque la Económica había empezado sus tareas respaldada por el permiso inicial. En el verano de 1788 el fiscal y Sala de Gobierno del Consejo de Castilla emitirían sus dictámenes favorables, pero la aprobación definitiva se retrasaría aún hasta la Real Cédula de 24 de julio de 1790, que sería impresa un año más tarde.

Es posible conocer la composición social de la Económica jiennense, al menos en sus años iniciales, analizando la lista de los 96 promotores enviada al Consejo, pues no se conservan otras listas de socios que permitan conocer la evolución de ésta. En la Sociedad había una significativa representación de la nobleza, cercana al 10 %,  entre la que destacan figuras como los condes de Humanes y de Donadío, los marqueses de Preus y Acapulco, el vizconde de Los Villares, así como los señores jurisdiccionales  de Pozancho, La Montillana y Domingo Pérez y algún individuo de la Maestranza de Granada. Pero el estamento con superioridad numérica era el clero, que sobrepasaba el 56 % de los miembros, siendo este un rasgo distintivo de la Económica jiennense, fruto de su ubicación en una ciudad levítica, donde el peso del obispado era muy patente. Destaca sobre todo la presencia del clero secular; además de la fuerte impronta que en las realizaciones de la Económica tendría el obispo Rubín de Ceballos, entre sus promotores estaban importantes cargos del obispado: gobernador, visitador, provisor y vicario general, seis canónigos –entre ellos el magistral- y numerosos prebendados. También destaca la presencia de altos clérigos de obispados vecinos, como el obispo de Málaga y los arcedianos de Lorca y Almería, probablemente hijos de Jaén. En cuanto al clero regular, además de los provinciales de Andalucía de San Juan de Dios, carmelitas descalzos, mínimos y mercedarios, estaban bien representadas las órdenes establecidas  en la ciudad, con miembros tan relevantes como los priores de los conventos de carmelitas descalzos y calzados, agustinos, dominicos, hermanos de San Juan de Dios, y otros como el abad de Alcalá la Real y el visitador de los trinitarios, así como los priores de Calatrava de las iglesias de Martos y Porcuna. También había entre los promotores un grupo de militares, con valores cercanos al 10 %, la mayoría altos cargos del regimiento de milicias de la provincia, así como otros militares ligados a la ciudad. Igualmente hay que señalar la presencia de personal de la administración, tanto central como municipal, que supera el 15 % del total: el intendente provincial, los corregidores de Jaén y Alcalá la Real, cuatro caballeros veinticuatros de la ciudad, secretario y contador de la superintendencia de la provincia, administradores de la renta de tabaco y rentas provinciales, etc. Por último, un  grupo menos numeroso, que no llegaba siquiera al 10 %, de los que solo se conoce el nombre, que serían probablemente hacendados, con caudal suficiente para pagar las cuotas de socios y emprender las tareas de la sociedad. Algunos de los promotores eran ya miembros de otras Económicas.

Los estatutos configuraron en la Sociedad Económica de Jaén una estructura interna similar a la de otras Sociedades. Había socios de tres tipos: numerarios, con residencia en la provincia de Jaén y asistencia regular a las juntas, sin limitación de número ni especiales requisitos de entrada, salvo el pago de cuotas (60 reales al año); correspondientes, con domicilio fuera de la provincia; agregados, labradores, fabricantes y artesanos, sobresalientes en ciencias y artes útiles, que desempeñaban tareas de asesoramiento técnico. Así mismo, los estatutos aprobaron unos cuadros directivos formados por: director, con labores de representación y dirección del instituto; censor, que vela por el cumplimiento de las constituciones; secretario, para las funciones burocráticas y llevar los libros y memorias de la sociedad; contador y tesorero, para las cuestiones económicas. Todos eran electivos; en cuanto a la permanencia en el cargo, los estatutos giennenses establecen que en la primera elección los cargos de director y secretario serán vitalicios y el resto trienales; en los sucesivo serían trienales todos, con capacidad de reelección, pero el cargo de secretario sería siempre vitalicio.

Los estatutos definitivamente aprobados establecieron la organización de los socios en diez comisiones para el desempeño de sus tareas: 1: manufacturas y fábricas. 2: tráfico y comercio. 3: Agricultura y economía rústica. 4: prados artificiales. 5: regadíos. 6: cría de ganados. 7: plantíos de árboles e injertos. 8: salud pública e historia natural. 9: educación. 10: asistencia a enfermos y socorro a necesitados. Pero no parece que en realidad funcionaran las diez, sino que las comisiones afines desempeñaron sus tareas de un modo más global.

Los socios se reunían en juntas ordinarias, de carácter semanal, donde trabajaban las comisiones; extraordinarias, sin periodicidad fija; y públicas, de carácter anual, celebradas el día de San Carlos, donde se la Económica se proyectaba al exterior, se examinaba a los alumnos y se adjudicaban premios. También había juntas particulares, del director y oficiales. La Sociedad de Jaén aspiró a crear sociedades agregadas en las principales ciudades de la provincia, pero la idea no prosperó.

El objetivo fundamental de la Económica de Jaén fue fomentar el desarrollo económico de la zona, tanto en la agricultura, actividad básica y fundamental, como en el artesanado, exaltando los valores del trabajo para combatir la pobreza y la mendicidad. En su primera etapa (1786-1808) se centró en promocionar actividades ajenas a ella misma, sobre todo por medio de la convocatoria de premios, y solo asumió como tarea propia la creación de una casa de labor, en funcionamiento apenas constituida.

Los primeros años, sin contar aún con aprobación, son curiosamente los más activos. La acción se concentró sobre todo en la convocatoria anual de premios, realizada en las juntas públicas. El obispo Rubín de Ceballos desvió caudales  dedicados a la caridad pública para fomentarlos. Una modalidad se destinaba a la elaboración de memorias centradas en el análisis de los problemas económicos de la zona: decadencia de las fábricas de lana y curtidos; mejora del cultivo del olivo; difusión de los cultivos de lino y cáñamo; sobre los baños medicinales de Jaén, etc. Otros intentaban promocionar mejoras en la agricultura: introducción de técnicas agrarias como la bina del arado; promoción de plantas industriales como el algodón, lino y cáñamo; introducción de la rotación de cultivos; promoción de plantíos de árboles; fomento de la apicultura, etc. En general no fueron demasiado efectivos; las convocatorias se repetían sin que nadie concurriera a ellas, por lo que terminaron por desaparecer. Otros premios impulsaban las manufacturas populares a través de la promoción de las hilazas de lino y cáñamo, especialmente entre las niñas y mujeres, ofreciendo gratuitamente  tornos y materias primas.

El fomento de la enseñanza fue sin duda la actividad a la que se dedicaron la mayoría de los premios. Los destinados a las escuelas de primeras letras fueron los de mayor pervivencia en el tiempo. Intentaban incentivar a los niños y a los maestros y  mejorar una enseñanza entonces muy mal pagada.

Pero la actividad más relevante de la Sociedad en estos primeros años fue la creación de una casa de labor en la que conjuntamente se estableció una escuela de hilados para niñas y una fábrica de esparto en la que se ocupaban útilmente y ganaban su sustento pobres, ancianos e impedidos, e incluso en ciertos momentos jornaleros en paro. La casa se equipó con maquinaria traída de Madrid y en su mantenimiento, que fue el mayor esfuerzo que la sociedad realizó, colaboró en ocasiones el fondo de expolios y vacantes de los obispados.

En resumen, el balance de la actuación de la Sociedad Económica de Amigos del País de Jaén en su primera etapa de vida fue bastante modesto y puede ser representativo de las actuaciones de Económicas surgidas en ciudades provincianas de tamaño medio, con medios económicos y humanos limitados.

Autora: Inmaculada Arias de Saavedra Alías

Bibliografía

ARIAS DE SAAVEDRA ALÍAS, Inmaculada, Las Sociedades Económicas de Amigos del País del Reino de Jaén, Jaén, Diputación Provincial de Jaén – Universidad de Granada, 1987.

ARIAS DE SAAVEDRA ALÍAS, Inmaculada, “Las Sociedades Económicas de Amigos del País en Andalucía”, Chronica Nova, 28 (2001), pp. 9-47.

ARIAS DE SAAVEDRA ALÍAS, Inmaculada, “Las Sociedades Económicas de Amigos del País. Proyecto y realidad en la España de la Ilustración”, Obradoiro de Historia Moderna, 21 (2012), pp. 219-245.

Real Cédula de S. M. y Señores del Consejo por la que se aprueban los Estatutos de la Sociedad Económica de Amigos del País de Jaén,  Jaén,  por D. Pedro Josef de Doblas, 1791.

SÁNCHEZ SALAZAR, Felipa, La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Jaén (1786-1861), Jaén, Instituto de Estudios Giennenses, 1983.