En 1686 nació la Maestranza de Granada a imitación de la de Sevilla. Es, por tanto, la segunda Maestranza española en cuanto a fecha de fundación. Un grupo de veinticinco nobles granadinos, liderados por Pedro Verdugo y Albornoz, caballero de Alcántara, y por el alcaide de la Alhambra, Blas Manuel de Paz, autorizados por el corregidor, conde de Torrepalma, crearon una hermandad nobiliaria que celebró su primera junta el 12 de enero, acogiéndose al patrocinio de la Inmaculada Concepción, bajo la advocación de Nuestra Señora del Triunfo. Al año siguiente se imprimieron sus primeros estatutos, inspirados en los sevillanos, que configuraron su funcionamiento durante todo el Antiguo Régimen. Los ejercicios ecuestres eran su actividad exclusiva, se contrató un profesor de equitación y anualmente se realizaban funciones públicas en el campo del Triunfo o en las carreras del Genil y del Darro, en las festividades de la Inmaculada, San Pedro, Santiago y el domingo de Carnaval. En los últimos años de la centuria y durante la Guerra de Sucesión, la actividad de la Maestranza decayó, la entrada de nuevos maestrantes y la celebración de funciones ecuestres perdió continuidad.

Hasta 1725 no se produciría su recuperación. Ante la escasez de caballos qu e sufría el ejército, la Corona creó la Junta de Caballería del Reino, para fomentar su cría en Andalucía, Murcia y Extremadura. El proyecto incluyó a las Maestranzas, que fueron consideradas una fuerza de caballería de reserva, que podía contribuir al fomento de la ganadería caballar. Se promovieron nuevas fundaciones y se potenciaron los institutos existentes, concediéndoles privilegios que las transformarían en instituciones paramilitares, equiparando a sus miembros con los oficiales del ejército. Concedidos primero a la Maestranza de Sevilla, la corporación granadina los solicitó para sí y pronto le fueron otorgados. El primero (real cédula 14-09-1726), permitía a los maestrantes usar pistolas de arzón en sus ejercicios y autorizaba el pago del salario del picador de la Maestranza con cargo a los propios de la ciudad. En 1739 se concederían los privilegios más importantes (real cédula 19-02): dejó de llamarse “hermandad” para titularse “Real cuerpo de la Maestranza” y la corporación y sus miembros obtuvieron jurisdicción privilegiada. Sus causas judiciales quedaban fuera de los tribunales ordinarios, nombrándose juez conservador al corregidor de la ciudad, con apelaciones ante la Junta de Caballería del Reino. Se permitió a los maestrantes el uso de uniforme y se concedió a la corporación la celebración anual de “dos festejos de toros de vara larga”, en un lugar extramuros de la ciudad, para financiarse con sus fondos. Dos años más tarde (real cédula 4-09-1741) se concedía que su director honorífico fuera un infante real, con el título de hermano mayor, siendo nombrado como tal el infante don Felipe, duque de Parma. Ante los recelos provocados por el fuero militar de las Maestranzas de Sevilla y Granada, más tarde se restringió éste a la corporación y a los maestrantes residentes en las ciudades sede que participaran con regularidad en los ejercicios ecuestres y tuvieran una cierta antigüedad (real cédula 13-09-1748). También se dispuso que las apelaciones de los dictámenes de los jueces conservadores se hicieran ante el Consejo de Guerra. Tras la concesión de los privilegios, el ritmo de entrada de miembros en la corporación granadina aumentó y se diversificó, pasando la Maestranza de ser una corporación de carácter local a ser una corporación suprarregional que aunaba en sus filas nobles de procedencia geográfica diversa.

Los primeros años de vida la Maestranza de Granada se rigió por los estatutos fundacionales de 1687, concedidos los privilegios era necesario adaptarlos a la nueva situación. Aunque la Maestranza de Granada redactó unas nuevas constituciones, no serían aprobadas y en 1741 la Corona le impuso los nuevos estatutos de la Maestranza de Sevilla. Durante más de veinte años se rigió por las constituciones sevillanas, hasta que en 1764 fueron aprobadas unas constituciones propias, más extensas que las fundacionales, que regulaban el funcionamiento interno de la institución, las funciones de caballos y corridas de toros. El gobierno de la institución estaba confiado a una mesa de seis miembros: hermano mayor (teniente a partir de 1741), maestro, dos diputados, secretario y portero, cargos elegidos con carácter anual, aunque eran frecuentes las reelecciones.

Los juegos y ejercicios ecuestres eran la principal actividad de la Maestranza de Granada durante el siglo XVIII. Su emblema inicial representa dos caballos y los pertrechos necesarios para éstos y su lema, Pro republica est dum ludere videmur, hace alusión a estos juegos. Las obligaciones ecuestres estaban presentes en toda la vida del instituto. Para ser admitido como maestrante era imprescindible, además de ser noble, conocer el arte de la equitación y poseer al menos un caballo y una serie de pertrechos, lo que era rigurosamente comprobado antes de la admisión y revisado anualmente en la visita general de guarnés. Los maestrantes debían asistir al picadero al menos dos veces al mes. Allí se entrenaban para los juegos de cañas, cabezas, alcancías, escaramuzas, sortija, etc. que realizaban públicamente en las festividades de la Inmaculada, onomástica del rey, cumpleaños de los hermanos mayores, así como en los festejos ecuestres realizados por la ciudad. El campo del Triunfo, delante del monumento a la Inmaculada Concepción, era el lugar habitual de éstos. En 1730, por ejemplo, hallándose la corte en Sevilla, la Maestranza homenajeó personalmente a Felipe V en su visita a Granada, con juegos de cañas y corridas de toros. En mayo de 1746 celebró la subida al trono de Fernando VI con una escaramuza y corriendo parejas. Los infantes hermanos mayores fueron los más homenajeados, (cumpleaños, éxitos militares, bodas, etc.). También conmemoró la Maestranza de Granada acontecimientos venturosos para la familia real y el país en general: tratados de paz, nacimiento de infantes, etc.  La segunda mitad del siglo XVIII fue la época dorada de los ejercicios ecuestres. Tras la invasión napoleónica se produjo su abandono progresivo, en beneficio de otros festejos sociales y actividades benéficas.

La Maestranza de Granada no contribuyó en cambio a otra de sus obligaciones fundacionales, el fomento de la cría caballar. Aunque algunos maestrantes de Granada tuvieron importantes cuadras, la corporación no llegó a poseer su propia caballeriza, como las Maestranzas de Sevilla y Ronda. Los maestrantes granadinos utilizaron siempre caballos de su propiedad, que eran registrados anualmente por la corporación y los registros enviados al Consejo de Guerra.

La actividad más importante de la Maestranza de Granada durante el siglo XVIII está relacionada con las corridas de toros. En una etapa en que el toreo a caballo, practicado por la nobleza, se había abandonado en una transición progresiva al toreo a pie, de base popular y profesionalizado, las Maestranzas actuaron no como protagonistas, sino como promotoras del toreo. En los primeros años de vida de la Maestranza de Granada, apenas hay referencias a esta actividad. La situación cambió a partir de la concesión de corridas en 1739. Inicialmente los festejos se celebraban en la Carrera del Genil, frente al Humilladero, en una plaza de madera desmontable. Pronto surgieron tensiones por la competencia de las corridas de la Maestranza a otros festejos taurinos celebrados por la ciudad. Tras años de tensiones, en 1751 se alcanzó una concordia con el ayuntamiento y ambas instituciones se turnaron en la celebración de los festejos, pasando la Maestranza a celebrar cuatro corridas cada dos años. En 1763 la Maestranza decidió construir una plaza permanente como las de Sevilla y Madrid. Para ello solicitó la ampliación del privilegio de corridas y consiguió autorización real para celebrar dos corridas más al año y sufragar con sus beneficios la construcción de la plaza. A partir de entonces podía celebrar ocho corridas cada dos años. La construcción de la plaza y su ubicación en un extremo del Campo del Triunfo, junto al barrio de San Lázaro, originó fuertes tensiones locales con los ministros de la Chancillería, poco partidarios de la Maestranza al considerarla una asociación sin utilidad pública alguna. La plaza estable de madera, construida por la Maestranza en 1768, fue la única existente en Granada, hasta su destrucción por un incendio en 1874. En ella se celebraban, además de las corridas, algunas funciones públicas de caballos. En el último tercio del siglo XVIII la Maestranza se vería afectada por el clima contrario a las corridas de toros surgido entre los gobernantes ilustrados. La prohibición de corridas de muerte en 1778 y 1785 solo afectó parcialmente a la Maestranza de Granada, que, haciendo valer sus derechos, consiguió conmutar las corridas por novilladas, aunque estas contaron con menos aceptación popular. La celebración de festejos taurinos fue la actividad que más problemas acarreó a la Maestranza. La presidencia de las corridas la enfrentó al Ayuntamiento, y su celebración en días laborables, habitualmente los lunes, suscitó oposición de los elementos más ilustrados, por la pérdida de horas de trabajo que suponía. Con el tiempo se impondría el domingo como día más apropiado. Las corridas se distribuían en sesiones de mañana y tarde. Los diestros, picadores de vara larga y matadores de a pie, llevaban casaca azul con galones de plata, los colores y divisa de la Maestranza. Carteles impresos anunciaban los festejos y nos permiten conocer a algunos de sus protagonistas, entre los que se encuentran los varilargueros y toreros más afamados de la época, como el gran Pedro Romero, así como la procedencia de las reses, de las más importantes vacadas del momento.

La Maestranza de Granada fue la única de las Maestranzas que desempeñó algunas funciones militares que estaban en la base de la concesión de privilegios por parte de la Corona. No obstante, estas actividades fueron muy puntuales y estuvieron circunscritas a un grupo muy reducido de maestrantes, no llegando a justificar plenamente el disfrute de fuero militar por la corporación y sus miembros. En 1748 los maestrantes granadinos contribuyeron a la represión de un motín popular surgido en Granada por la carestía del pan. El Teniente de Hermano Mayor, marqués de Villaalegre, y treinta y seis maestrantes formaron parte de las tropas que entraron en la ciudad para reprimir a los amotinados y restablecer el orden. También en 1772, a instancias del Consejo de Guerra, un grupo de doce maestrantes participó en las partidas organizadas por el ejército para combatir el bandolerismo en ciertas zonas de Andalucía. Fueron las únicas ocasiones, pues más tarde, durante la Guerra contra la Convención, la corporación granadina, como el resto de las Maestranzas, se limitó a costear y reclutar tropas en un momento de movilización general.

También desempeñó la Maestranza de Granada algunas actividades educativas. Creó una academia de matemáticas que funcionó con desigual fortuna a partir de 1764, en la que los maestrantes recibían clases de aritmética, álgebra, geometría, geografía y arquitectura civil y militar. No cuajó, en cambio, su proyecto de crear un seminario de nobles para la educación de los hijos de los maestrantes, del que se llegó a redactar un reglamento.

Como el resto de las Maestranzas que funcionaron a lo largo del siglo XVIII, la de Granada fracasó como institución paramilitar que pudiera servir a la Corona como fuerza de caballería de reserva y solo sirvió los intereses de la propia nobleza. Fue una corporación útil sobre todo para la nobleza urbana de tipo medio que, gracias a su pertenencia a este cuerpo, conseguía prestigio frente al resto de la sociedad y frente a las capas más bajas de su propio estamento, incapaces de hacer frente a los gastos que ser maestrante conllevaba y de protagonizar con hermosos caballos y vistosos trajes las lujosas funciones públicas en las que los maestrantes hacían ostentación de su riqueza y preeminencia social.

Autora: Inmaculada Arias Saavedra

Bibliografía

– ARIAS DE SAAVEDRA ALÍAS, Inmaculada, “La Real Maestranza de Granada y la fiesta de toros en el siglo XVIII”, Chronica Nova, 15 (1986-1987), pp. 17-26.

– ARIAS DE SAAVEDRA ALÍAS, Inmaculada, La Real Maestranza de Caballería de Granada en el siglo XVIII, Granada, Universidad de Granada-Diputación Provincial de Granada, 1988.

– ARIAS DE SAAVEDRA ALÍAS, Inmaculada, “Estudio preliminar” de Estatutos y ordenanzas de la Real Maestranza de Caballería de la ciudad de Granada, Granada, Universidad de Granada, 2005, pp. VII-LXXVI.

– LIEHR, Reinhard, Sozialgeschichte spanischer Adeslskorporationen. Die Maestranzas de Caballería (1670-1808), Weisbaden, 1981.

– VALVERDE FRAIKIN, Jorge, Catálogo general de caballeros y damas de la Real Maestranza de caballería de Granada (1686-1995), Granada, Ed. Comares, 1995.