Aunque el siglo XVIII fue, como se ha dicho, el gran siglo de la trashumancia, a partir de los años cincuenta diversos factores mermaron las actividades ganaderas trashumantes y periclitaron la importancia que sus productos derivados, sobre todo la lana, tenían en la economía de los reinos españoles.

Los factores que, en mayor o menor medida generaron la crisis de la ganadería fueron los siguientes:

  • El avance del denominado “frente roturador”, es decir, la presión que sobre las dehesas, pastizales y cañadas de la trashumancia ejercían los agricultores, apoyados o identificados con las oligarquías locales. Los espacios ganaderos fueron privatizados de forma legal o usurpados de manera ilegal para ser cultivados.
  • La degradación de los espacios dedicados a pasto, ya fuese por el abandono sistemático de la costumbre de su sembrado para mantener las hierbas en buen estado, ya por la acumulación de épocas de sequía que, sobre todo en las comarcas más surestinas, pusieron en peligro la alimentación de los rebaños en los invernaderos.
  • La obligada reserva impuesta por la Corona en el reinado de Carlos III de algunas dehesas para la cría de ganado caballar. Una medida de claro carácter militar que implicó la disminución de la superficie de pastos que era posible dedicar al ganado vacuno y ovino.
  • De forma paralela, los concejos tuvieron poco interés por el arrendamiento de los pastos. Las complicaciones de gestión que les generaban los arrendamientos hicieron que se inclinasen hacia fórmulas de privatización mediante censos enfitéuticos.
  • Todos estos factores tuvieron como consecuencia un incremento de los precios de los pastizales, que provocó una consecuente pérdida de ingresos de los propietarios de los rebaños e hizo entrar en crisis a algunos de ellos.
  • También jugó en contra de la ganadería, tanto de la trashumante como de la estante, la idea, transmitida por los ilustrados en sus escritos y reflexiones, de considerar todas las actividades relacionadas con los rebaños como zafias, antiguas, indignas de una sociedad moderna y racional. De forma paralela, las actividades agrícolas y en concreto la introducción de técnicas que mejoraran los rendimientos de la tierra eran consideradas beneficiosas el progreso porque incrementaban la riqueza de todos los vecinos.
  • De forma general, la crisis finisecular, que enlazó con la actividad bélica de 1808-14, paralizó todo el sistema trashumante. Durante estos años fue imposible mover los rebaños desde los agostaderos a los invernaderos, si es que sobrevivieron algunos de ellos al saqueo de los contendientes para la alimentación de sus tropas.
  • También fue importante el abandono de los procesos de control de la reproducción de la especie merina, iniciado seguramente ya en la segunda mitad del XVIII, pero presente fundamentalmente desde la guerra de la Independencia. La principal práctica de zootecnia era el análisis de todas las crías, la selección de aquellas que tenían la lana más fina, eliminando las peor dotadas, y la asignación de la elegida a dos madres (esta técnica era denominada “doblado”). Este y otros sistemas de mejora de la producción lanera, que se habían transmitido oralmente durante siglos, solo comenzaron a sistematizarse y a escribirse como tratados desde finales de la centuria ilustrada. Pero ello no fue suficiente para su mantenimiento ya que el incremento de la demanda de lanas en la segunda mitad del siglo XVIII y la escasez de pastos en algunos años impelieron a los ganaderos trashumantes a mantener más crías y vender lanas peores, por lo que la calidad decayó de forma irreversible.
  • La aclimatación de ovejas merinas en algunos países europeos como Inglaterra y la aplicación por los ganaderos extranjeros de técnicas de selección y control de la calidad de la lana más efectivas que las locales, generó una competencia importante en los mercados tradicionales donde los propietarios andaluces colocaban sus exportaciones.

Todos estos factores hicieron que tanto los modelos de gestión de los rebaños y, paralelamente, el modelo de trashumancia vigente, desaparecieran. Desde mediados de siglo surgió un cambio de tendencia en el sistema de traslado de los ganados: los grandes rebaños de miles de cabezas que recorrían cientos de kilómetros por cañadas y cordeles, fueron sustituidos por pequeños hatos integrados por algunas decenas de animales, que procedentes de los términos limítrofes o cercanos, ocupaban las dehesas y baldíos. Además, mientras que los propietarios de aquellos eran importantes “señores de ganado”, éstos pertenecían a labradores que poseían una pequeña parcela de tierra cultivada cercana a los lugares de pastoreo, por lo que las actividades ganaderas quedaron de forma inexorable supeditadas a la agricultura y a sus necesidades. E incluso, mientras que los primeros únicamente ocupaban las dehesas durante la invernada, los nuevos ganaderos trasterminantes mantenían los pastos arrendados durante todo el año. En definitiva, el modelo de trashumancia de largo recorrido, que implicaba a un elevado número de reses, que movilizaba importantes recursos económicos, que generaba elevados ingresos para los concejos por el arrendamiento de las hierbas de las tierras de propios, desapareció para dar paso a un modelo de trasterminancia en el que los ganados estaban claramente asociados a la agricultura y los intereses económicos en juego eran mucho más limitados. Un modelo que ya estaba totalmente implantado en las tierras andaluzas durante la tercera década del siglo XIX.

Autor: Julián Pablo Díaz López

Bibliografía

PÉREZ ROMERO, Emilio, “Los factores zootécnicos en la crisis de la trashumancia castellana”, Hispania. Revista Española de Historia, vol. LXVII, núm. 227, septiembre-diciembre, 2007, pp. 1041-1068.

DÍAZ LÓPEZ, Julián Pablo, “El sureste, invernadero en la época borbónica. La trashumancia en los siglos XVIII y XIX”, en DÍAZ LÓPEZ, J. P. y MUÑOZ BUENDÍA, A., Herbajes, trashumantes y estantes. La ganadería en la Península Ibérica (épocas medieval y moderna), Almería, Instituto de Estudios Almerienses, 2002, pp. 323-338.

GARCÍA SANZ, Ángel, «El siglo XVIII: entre la prosperidad de la trashumancia y la crítica antimesteña de la Ilustración», en ANES ÁLVAREZ, Gonzalo y GARCÍA SANZ, Ángel (coords.), Mesta, trashumancia y vida pastoril, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1994.