En la prosperidad de Sevilla durante la Edad Moderna, la presencia directa de la Monarquía jugó un papel primordial, visible en los Reales Alcázares, la Casa de la Contratación, la Aduana, la figura del Asistente, la Fábrica de Tabacos o, también, la Casa de la Moneda. La ceca hispalense fue una institución de relevancia capital desde cualquier perspectiva, sea administrativa, económica, social o cultural. Lamentablemente, su historia no es fácil de reconstruir, a causa de la pérdida del archivo, que desapareció durante un incendio que afectó en 1940 al Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares. Por otro lado, partes importantes del conjunto arquitectónico se hallan severamente maltratadas en la actualidad, con la consiguiente merma del Patrimonio Histórico y el desaprovechamiento de posibilidades turísticas potenciales que posee un espacio tan fascinante. Situación que, por otra parte, es común a otros elementos del patrimonio industrial hispalense, como las Atarazanas alfonsíes del siglo XIII.

Sevilla alberga una rica tradición histórica como centro de creación monetaria, que se remonta a la Antigüedad y continúa durante la Edad Media. La subida importancia de la ceca bajomedieval se multiplicó en época moderna, cuando Sevilla se convirtió en un punto neurálgico para los procesos fabriles de monetización de los metales preciosos americanos, especialmente la plata. No es cierto, evidentemente, que toda la producción argentífera indiana se acuñase en Sevilla. Buena parte se acuñaba en la propia América, donde se crearon varias casas de moneda en capitales como Potosí, México, Santa Fe de Bogotá, Lima, Guatemala o Santiago de Chile. Tampoco se acuñaba en Sevilla todo el metal importado a través de la Carrera de Indias. Otras cecas españolas participaron en la empresa, como la de Segovia con su famoso Ingenio. A veces, la plata incluso se acuñaba fuera del territorio español. Los grandes banqueros que negociaban suculentos contratos financieros con la Corona lograban ocasionalmente sacar de Sevilla la plata en pasta. Sin duda, preferían la moneda fabricada en cecas como la de Génova, especialmente después de los grandes escándalos de falsificación monetaria ocurridos en la Monarquía Hispánica a mediados del siglo XVII. No obstante, impresiona pensar en las gigantescas cantidades de plata que cruzaron el océano y se convirtieron en moneda en Sevilla, gracias a su condición de puerto de referencia para la Carrera de Indias.

Esta actividad tenía una significación altísima para la economía mundial y alcanzaba un volumen muy elevado, dado que no sólo se acuñaban metales preciosos, sino también el famoso vellón con el que se realizaban las monedas de menor valor, de uso habitual en las actividades económicas cotidianas. La expansión de la actividad fabril provocó un cambio de sede en el marco de un importante reordenamiento urbanístico en la zona portuaria y de negocios de la ciudad, que pretendía adaptarse a la intensificación del movimiento económico en la Sevilla del XVI. La construcción de la Lonja de Mercaderes (actual Archivo de Indias) tuvo lugar en las llamadas Herrerías del Rey y en el solar de la antigua ceca medieval, que fue demolida. En su lugar, se construyó la Casa de la Moneda moderna, un amplio conjunto de edificios que ha llegado hasta nuestros días, bien que afectado por continuas reformas a lo largo de los siglos. Entre los elementos que pueden contemplarse en la actualidad, sobresalen la portada dieciochesca, obra de Sebastian van der Borcht, y el llamado Patio de los Mercaderes.

Aquel pequeño laberinto acogió a un enjambre humano de cientos de individuos. La nómina de trabajadores de la Moneda era amplia e incluía a algunos profesionales con conocimientos técnicos altamente cualificados. Resulta complicado imaginar aquella variedad que abarcaba desde el tesorero y el superintendente, que ocupaban la cúspide de la escala interna, hasta los monederos, encargados de los procesos manuales más menudos, e incluía oficios tan característicos como el ensayador, el fundidor, el tallador o el balanzario, además de otros más comunes en otras instituciones, como escribanos, contadores, alguaciles o guardas. Muy próximos a la Casa de la Moneda, debe recordarse también a los compradores de oro y plata. Los compradores no eran oficiales del rey, sino hombres de negocios. Sin embargo, su labor estaba íntimamente vinculada a la ceca, al punto de contar con algunos espacios propios dentro de ella. Los compradores adquirían plata en barras de la que llegaba a Sevilla, tanto a los particulares como al propio rey, y luego la llevaban a acuñar. Por tanto, actuaron como intermediarios comerciales y financieros entre el mercado de metales preciosos y la Casa de la Moneda.

La producción monetaria de la Edad Moderna era tan variada como el personal implicado en su creación. Muchas de las monedas que fueron importantes en la España del Antiguo Régimen, bien por su elevado valor económico o por su fluida circulación cotidiana, se reprodujeron en Sevilla. La ceca hispalense acuñó excelentes de oro de los Reyes Católicos; reales de plata, simples, de dos reales, cuatro y, por supuesto, las famosísimas piezas de ocho, símbolos de toda una época en la Historia; así como numerosa moneda de vellón, el dinero negro manejado a diario, que también fue resellado a lo largo del siglo XVII, siguiendo las órdenes que venían de Madrid en aquel tiempo de continuas alteraciones monetarias. En una de aquellas ocasiones, en el año de 1652, la manipulación del vellón generó perturbaciones muy graves en el deteriorado mercado local, dando lugar a la famosa rebelión de la Feria.

La Casa de la Moneda fue una institución característicamente medieval y moderna, llamada a desaparecer en los tiempos del régimen liberal. Ya durante la ocupación napoleónica sufrió una especie de traslado provisional al Cádiz de las Cortes. En 1814 regresó a su vieja sede en Sevilla y allí continuó funcionando durante varias décadas, hasta que las cecas provinciales se extinguieron tras la introducción de la peseta como nueva referencia del sistema monetario nacional. Entonces comenzó un proceso problemático de reutilización del conjunto arquitectónico que, todavía hoy, genera dudas inquietantes para el futuro.

Autor: José Manuel Díaz Blanco

Bibliografía

DONOSO ANES, Rafael, El mercado del oro y de la plata de Sevilla en la segunda mitad del siglo XVI, Sevilla, Ayuntamiento, 1992.

ESPIAU EIZAGUIRRE, Mercedes, La Casa de la Moneda de Sevilla y su entorno. Historia y morfología, Sevilla, Universidad, 1991.

MORA VICENTE, Gregorio M., La Casa de la Moneda de Sevilla: patrimonio inmueble y relación con el entorno, Tesis Doctoral, 2013: http://fondosdigitales.us.es/tesis/tesis/2203/la-casa-de-la-moneda-de-sevilla-patrimonio-inmueble-y-relacion-con-el-entorno/#description

PÉREZ-SINDREU, Francisco de Paula, La Casa de la Moneda de Sevilla. Su historia, Sevilla, Universidad, 1992.