Considerado el más destacado pintor del barroco malagueño, Juan Niño nació en Madrid y se trasladó a Málaga a la edad de dos años. Con talento para el dibujo, sobre los doce años entró a formar parte del taller del pintor Miguel Manrique, a su vez, discípulo de Rubens. Apenas pasó tres o cuatro años de aprendizaje, interrumpidos por la muerte del maestro en 1647. Sin embargo la impronta flamenca, el barroquismo y el dinamismo en sus composiciones, permanecería en el futuro en el resto de su obra.

Recomendado por un amigo de la familia, fue aceptado como discípulo por el maestro Alonso Cano, a quien siempre trataría de imitar y que le aportó una influencia clasicista que nunca abandonaría. La permanencia en el taller de Cano apenas llegó a un par de años, pues en 1649 está de nuevo en Málaga. No obstante, el traslado de Cano a Granada para aceptar su cargo de racionero en la catedral, propició una serie de estancias breves e intermitentes que le permitirían completar su formación. La posterior estancia de Alonso Cano –con quien desarrolló una profunda amistad- en Málaga en 1661, dio pie a que regalase a su discípulo dibujos y composiciones que después Niño de Guevara desarrollaría.

En 1653 tuvo lugar su matrimonio, del que nacieron catorce hijos, aunque la mitad de ellos no sobrevivirían mucho tiempo. De carácter despreocupado en lo material, consta que siempre vivió con cortedad de medios y dificultad para sustentar su numerosa prole. Sus orígenes familiares se situaban en una familia noble venida a menos. De sólida formación cultural llegó a desarrollar una modesta producción literaria. Muy religioso y de comprometida fe, pertenecía a la Escuela de Cristo, en la que sustituía al prior en la plática cuando le importunaba alguna enfermedad.

Toda su vida residió en Málaga salvo un par de años siendo niño por el traslado a Zaragoza de su familia por razón el trabajo de su padre, nombrado caballerizo mayor por fray Antonio Enríquez, quien llegaría a ser obispo de Málaga y que siempre fue protector de la familia. Juan Niño abrió taller en Málaga, teniendo en los conventos y parroquias a su principal clientela, aunque sabemos que realizó la decoración pictórica del claustro del convento de San Agustín de Córdoba en 1676 y que también desarrolló su actividad en otras ciudades, como Sevilla, Jaén, Madrid y Cádiz, aunque gran parte de su obra se haya hoy perdida o dispersa.

Solo conocemos una única actuación como proyectista o diseñador de retablos, atendiendo el encargo que en 1676 le hizo la hermandad de Ntra. Sra. de los Reyes de la catedral malagueña. Esta obra se perdió aunque puede admirarse su hechura en una réplica que se expone en la actualidad. Algunas de sus obras pictóricas más destacadas las hizo para el primer templo malagueño, para decorar los testeros laterales de las capillas de la Encarnación y Santa Bárbara: San Francisco Javier expirante, La muerte de San Juan de Dios, la Anunciación, San Miguel, La Ascensión del Señor o la Asunción de la Virgen, e Inmaculada son algunas de las pinturas que se conservan en la catedral malagueña.

En la Iglesia-Hospital de San Julián, regentado por la hermandad de Paz y Caridad –de la que su hermano José era consiliario-, realizó entre 1680 y 1698 un completo ciclo pictórico en torno a la exaltación de la caridad. Lo integraban un total de 29 pinturas, de las que hoy día se conservan quince, no todas ellas en buen estado. Las desapariciones y los cambios de ubicación han desvirtuado el programa iconográfico, cuya obra más importante, el Triunfo de la Caridad, presidía el presbiterio, donde hoy figura un retablo, habiéndose trasladado a un lateral. En un lateral frontero se exhibe el Emperador Heraclio en hábito de penitente, felizmente restaurado. Ambas obras son de gran formato y en ellas predominan las diagonales en una abigarrada composición con múltiples personajes y un vivo colorido.

En la bóveda las yeserías conforman los recuadros para enmarcar otras pinturas de carácter secundario, como las alegorías de la Fe, Esperanza y Caridad, con un valor más decorativo. Del antepecho del coro han desaparecido otras alegorías de las virtudes. Aun así, este ciclo es considerado una obra de madurez y resulta muy interesante por la coherencia de su programa iconográfico. La Trinidad, Crucificado, o el ciclo dedicado a la vida de San Julián, son algunas de las pinturas conservadas en este edificio religioso.

La huella dejada por su maestro Cano se advierte, no solo en el estilo pictórico desarrollado. Durante su estancia en Málaga realizó la magnífica pintura de oratorio Virgen del Rosario, actualmente expuesta en la catedral. La composición de esta obra canesca se aprecia con evidencia en la obra del mismo tema que realizó para la iglesia del Santo Cristo (desaparecida), en el cuadro de las Ánimas del Purgatorio de la iglesia de Santiago o en el de las Ánimas del Purgatorio con San Francisco de Paula de la iglesia de la Victoria, éste último desvirtuado en su calidad por desafortunadas restauraciones. Igualmente puede apreciarse la influencia del modelo escultórico de la Inmaculada de Cano en varias de las versiones pictóricas de Niño.

Los últimos años de su vida padeció sordera total. Juan Niño falleció el 8 de diciembre de 1698 y recibió sepultura en la iglesia parroquial de los Santos Mártires, de la que era feligrés.

En parte de sus obras (San Juan de Dios, Triunfo de la Caridad…) de aprecia una dedicación a la representación de objetos inanimados que los sitúan en el campo del bodegón o la pintura de género, aunque también ostentó reconocimiento como retratista. Salvo en las obras de gran formato, las composiciones de Niño de Guevara, enmarcadas en la órbita de la escuela granadina presidida por Cano, son sencillas, con pocas figuras y escasos planos.

Pese a que su personalidad artística hay que situarla en un ámbito periférico y que en algunas de sus obras la calidad decae por la premura de su realización, es el más relevante de los pintores del seiscientos malagueño, aunque en ocasiones, autores como el norteamericano  Harold Wethey, quien habría llegado a conocer solo sus obras de mayor calidad, lo haya llegado a equiparar a la altura artística de sus maestros.

Autor: Francisco José Rodríguez Marín

Bibliografía

CLAVIJO GARCÍA, Agustín, “La pintura del Renacimiento y del Barroco”, en VV.AA. Málaga vol. III Arte, Granada, Anel, 1985

CLAVIJO GARCÍA, Agustín, Juan Niño de Guevara. Pintor malagueño del siglo XVII, Málaga, UMA, 1998

LLORDÉN, P. Andrés (O.S.A.), Pintores y doradores malagueños, Ávila, Ediciones Real Monasterio de El Escorial, 1959.