Fray Luis de Granada fue, sin duda, la primera gran referencia de la espiritualidad moderna española y figura clave en la Reforma Católica antes y después de Trento. Coetáneo de San Juan de Ávila, al que le unía una sólida amistad, condiscípulo de Fray Bartolomé Carranza, arzobispo de Toledo y maestro espiritual de Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz entre muchos otros, Fray Luis fue una gran inspiración para San Carlos Borromeo y gozó del favor de los papas y monarcas de la época, aunque no estuvo exento de ciertas críticas e investigaciones por parte de la Inquisición debido sobre todo a ser un convencido humanista cristiano en la línea de Erasmo, especialmente en su sempiterno esfuerzo por acercar los textos sagrados al común de las personas y esmerar su prosa más en la claridad que en la erudición.

En este sentido, junto a su vertiente teológica y espiritual, Fray Luis era un maestro en el uso del todavía balbuceante castellano, escogiendo con esmero las palabras y construyendo las frases con gran pulcritud. Nadie duda de que, en este aspecto, tanto en sus escritos como en su oratoria, también fue un referente y creó escuela. Fue un autor de referencia internacional y sus libros fueron repetidamente editados.

Por último, y no por ello menos importante, hay que destacar , su disponibilidad incondicional en la predicación y dirección espiritual tanto de príncipes como eclesiásticos, como de tantas personas sin nombre que se acercaron a él.

Luis de Sarria (1504- 1588) profesó en la Orden de Predicadores como Fray Luis de Granada, pues precisamente en esta ciudad nació, de padres gallegos de muy humilde extracción social que habían decidido emigrar para sobrevivir, uniéndose al contingente repoblador de Granada No obstante, merced a la protección de los condes de Tendilla, consiguió una esmerada educación.  En 1525 realiza su profesión en el convento de Santa Cruz de Granada, ampliando posteriormente estudios en el muy prestigioso y selectivo Colegio de San Gregorio de Valladolid en 1529.

Tras un intento fallido de embarcarse para América,  su primera gran responsabilidad en la Orden fue el largo vicariato en Santo Domingo de Escalaceli (1534-1545)  en medio de una situación muy comprometida, pues la comunidad anterior había abandonado el convento para trasladarse a los Mártires. Escalaceli va a marcar profundamente la vida de Fray Luis que, hasta el momento, solo se había dedicado al estudio y ahora experimenta, en el silencio de la sierra cordobesa, la necesidad y conveniencia de la oración y el cuidado del espíritu. Allí conoce a San Juan de Ávila, que influye no poco en su vertiente pastoral y se fragua su fama de predicador y  consejero espiritual dentro y fuera de la Orden.

En 1545 fue destinado, también como prior, a Palma del Río y al mismo tiempo el Maestro General de la Orden, que lo había ya asignado a la Provincia de España, le concede nombramiento como Predicador General, lo que le va a permitir ejercer su apostolado por toda Andalucía, siendo posteriormente trasladado a Badajoz, desde donde en 1551 se traslada a Évora, donde traba amistad con el cardenal don Enrique y colabora en diversas tareas de la diócesis y es donde parece que comienza de una manera ya consolidada y madura su producción literaria. En 1556 es elegido Maestro Provincial de Portugal, incardinándose en esta provincia.

Estos primeros años en Portugal fueron muy fructíferos en la vida y predicación de Fray Luis. Su prestigio como predicador y gestor le hacen merecedor de su preconización al arzobispado de Braga, que rehúsa. Su vocación literaria en pro de la predicación hacen efectiva la publicación en 1559 de dos obras de extraordinaria referencia a todos los niveles: “Compendio de doctrina cristiana” y “Tratado de la oración”. Poco tiempo después comenzarán los problemas con el Santo Oficio presidido por Fernando de Valdés, arzobispo de Sevilla y primer gran representante de la mal llamada “contrarreforma católica” que, frente a las corrientes del humanismo católico reformador, introdujo la sospecha y persecución de lo que se consideraba influencia protestante. La primera gran víctima fue el ya citado Fray Bartolomé Carranza. Tanto en su caso como en el de Fray Luis, Valdés se valió de otro dominico: Melchor Cano. A pesar de las objeciones y de ser incluidos algunos de sus libros en el recién estrenado Índice, el granadino tuvo mejor fortuna que su amigo Carranza y su regreso a Portugal, concretamente a Lisboa, amén de contar con poderosos protectores, le hizo salvar el escollo y, tras la retirada de Valdés y Cano, su otro gran libro “Guía de Pecadores” fue reeditado y, junto a la mayoría de los demás, sacados del Índice.

Tras abandonar el provincialato, Fray Luis continuó su vida conventual y de predicador en Lisboa, así como continua con más vigor su producción literaria tanto en latín como, la mayoría, en castellano, de lo que era ferviente partidario para llegar a todo tipo de personas, a pesar de no poca oposición por parte de determinados eclesiásticos.

En 1562 es nombrado Maestro en Teología, máxima distinción de la Orden y esto a pesar de no haber ejercido como profesor, aunque sí con sus libros, cuya producción no concluyó sino con su muerte acaecida en su convento de Lisboa el 31 de diciembre de 1588.

Sus funerales fueron una demostración del aprecio sincero de todos los que le conocieron, así como de su fama de santidad. Se esperaba, en este sentido, la apertura del proceso de canonización, pero éste quedó paralizado en parte sin duda por las objeciones de la Inquisición, en parte por el caso de una célebre visionaria portuguesa, Sor maría de la Visitación, a la que Fray Luis, gran maestro de conciencias, aunque ciertamente ya en el ocaso de su vida, dio su beneplácito y recomendación, demostrándose pronto que todo era fingimiento y engaño. No obstante, no solo reconoció el fingimiento, sino que escribió un sermón sobre un fenómeno enormemente extendido a modo de secuela grotesca de la tradición mística española.

Con motivo del aniversario de su fallecimiento, en torno a 1988, la Orden de Predicadores promovió su causa de canonización, primero en Lisboa y posteriormente en Granada, remitiéndose la Positio en 2001 a Roma. Igualmente la Provincia Bética editó sus obras completas en 51 tomos.

Principales obras:

– “El libro de la oración y la meditación” (1554)

– “Guía de pecadores” (1556)

– “Manual de diversas oraciones y espirituales ejercicios y su Suma Cayetana”

(1557)

– “Antología compendio de la vida cristiana” (1559)

– “Tratado de la oración” (1559)

– “Memorial de la vida cristiana” (1562)

– “Introducción al símbolo de la fe” (1582- 1585)

Autor: Carlos José Romero Mensaque

Bibliografía

GRANADA, Fray Luis de, Obras completas de Fray Luis de Granada, Ed. Fundación Universitaria Española y Provincia Bética de la Orden de Predicadores, 51 volúmenes.
ALONSO DEL CAMPO, U., OP, Vida y obra de Fray Luis de Granada, Salamanca, San Esteban, 2005.
GARCÍA DEL MORAL, A. y Urbano ALONSO DEL CAMPO (eds.), Fray Luis de Granada: su obra y su tiempo: actas del Congreso Internacional, Granada, Universidad, 1993.
HUERGA TERUELO, Álvaro, Fray Luis de Granada. Una vida al servicio de la Iglesia, Madrid, BAC, 1988.
MARTÍN RAMOS, N., Cristo, Sacramento de Dios en Fray Luis de Granada, Salamanca, San Esteban, 2005.