El prestigio de las imágenes impresas, emanado de la vigencia permanente de su información visual y unido a la costumbre de firmarlas, tanto por parte del autor del diseño, como del maestro encargado de abrir la matriz, nos ha dado a conocer de antiguo una larga nómina de artistas relacionados con la labor de grabar. Esencial es la figura de Francisco Heylan, uno de los técnicos más activos y mejor valorados de su época. Una personalidad conspicua de la que, sin embargo, no hemos tenido un conocimiento aceptable hasta el siglo XX. Inauguró su historiografía, como en tantas otras ocasiones, el inquieto espíritu de don Manuel Gómez-Moreno Martínez, con la publicación de su artículo El arte de grabar en Granada, que vio la luz en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos (1900). Nos brinda en él un sucinto apunte biográfico y un repertorio de ciento cuarenta y dos estampas en cobre, abiertas en Granada entre 1613 y 1633. Este estudio sirvió de base a las obras posteriores de Paco Izquierdo, Antonio Moreno Garrido y Ana Pérez de Galdeano.

A partir de estos trabajos, podemos afirmar hoy que Francisco Heylan nació en Amberes alrededor de 1584, hijo de Bernardo Heylan y de Ana de Guillermo, ambos de familia antigua y, al parecer, con lejanos visos de hidalguía. Nada podemos aseverar acerca de su formación como burilista e impresor, aunque desde el citado estudio de Gómez-Moreno, se coincide en alegar ciertos puntos de contacto con los diseños y las técnicas del taller de los Wierix, cuyos tres grandes representantes –Jan, Hieronymus y Antonius– se encontraban por entonces en pleno auge creativo y comercial. Cuando tenía veintidós años, a finales de 1606, Francisco Heylan desembarca en Sevilla acompañado de su hermano Bernardo, que apenas contaba dieciocho. En esta ciudad pasarán los próximos cinco años, establecidos entre las collaciones de La Magdalena y la Iglesia Mayor. Francisco no tardará en acercarse a influyentes grupos de intelectuales, literatos, artistas y editores con los que pronto consolida su posición como autor de estampas finas. Tenemos noticia de, al menos, dieciocho grabados abiertos e impresos hasta 1611, entre los que se cuentan los frontispicios de seis libros, un mapa cartográfico o los retratos de Pablo de Santa María y Pedro de Valderrama, ambos sobre dibujos de Francisco Pacheco. Su obra más interesante de este período quizá sea la estampa alegórica que representa el Abrazo de Cristo y San Francisco bajo el árbol de la Familia Franciscana, firmada en 1608. Una obra de gran tamaño elaborada bajo la guía del hermano Francisco Jiménez, lector del colegio de San Buenaventura –que firma como “inventor”–, y dedicada al por entonces general de la orden, fray Pedro González de Mendoza, futuro arzobispo de Granada para el que Heylan trabajará dentro de poco. Se divide la composición en cinco columnas, de texto las cuatro laterales, con las imágenes en su base del Doctor Ángélico, Santo Tomás de Aquino, y el Doctor Sutil, Juan Duns Scoto. La columna central está ocupada por la escena del abrazo de Cristo y San Francisco, bajo un árbol del que brotan las tres ramas de la orden seráfica: Clarisas, a la izquierda; Terciarios, a la derecha; y, en la cima, los Frailes Menores. Todo ello con un estilo claro y preciso, de líneas seguras y marcado juego de luces que será el más característico de los buriles del maestro.

Tras cinco años de estancia en Sevilla, Francisco Heylan se traslada a Granada en 1611, acompañado, de nuevo, por su hermano. El motivo que se aduce para justificar la mudanza cuando ya se encontraba establecido, con buen nombre y clientela, es el encargo de las planchas para la Historia eclesiástica de Granada que preparaba el licenciado Justino Antolínez de Burgos. A diferencia de lo que ocurría en Sevilla, el panorama editorial de la Granada de aquellos años era bastante modesto y acarreaba una historia harto discontinua, con escasos nombre, como el del platero Alberto Fernández. Así las cosas, con su buen hacer demostrado y el aval de un encargo de tanta envergadura, Francisco Heylan estaba llamado a dominar el arte del grabado en la ciudad del Darro y a cimentar una escuela que se revelará muy activa en los tiempos venideros.

Debió de llegar a Granada por el mes de octubre de 1611 y se instaló en el Albaicín, en la collación del Salvador. Pasado un año, contrajo matrimonio en San Miguel con doña Ana de la Paz Hurtado Estébanez, doña Ana de Godoy, de veintitrés años, procedente de Baza, de familia acomodada propietaria de un mayorazgo en Lorca. Tuvieron cuatro hijos, de los cuales sólo las tres mujeres llegarán a la edad adulta. Ana, la mayor, nacida en 1615, será burilista, la primera de Andalucía. Hacia 1617 Francisco comienza a trabajar como impresor, en especial al servicio de la Real Chancillería, con lo que alcanza una posición económica mucho más holgada que la brindada por la dedicación exclusiva al grabado, bastante más intermitente. En esta casa nacerán sus hijas María y Elena, en 1618 y 1623, respectivamente. Ambas profesarán en el convento de las Tomasas, la primera, además, con dignidad de superiora desde 1644. Falleció doña Ana de Godoy en octubre de 1625, a causa de las secuelas del parto de su único hijo varón, enterrado con ella en la bóveda familiar de la iglesia de Santa Ana. Como contrapartida, al año siguiente se incorpora a la familia Juan Mayor, de veintiún años, llegado de Bremen con formación de platero. Acogido a petición de sus padres, se convertirá en el marido de Ana en la primavera de 1630. Poco después, ese mismo año, Francisco se casa de segundas con Catalina Juares, de Yeste, Albacete, que había entrado al servicio de la casa para ocuparse de las niñas tras la pérdida de su madre. La muerte de Francisco Heylan debió producirse hacia 1635. Parece probable que sufriera una enfermedad larga e incapacitante, pues en 1633 se ve forzado a arrendar con opción a compra su parte de la imprenta –que compartía con su hermano y con el maestro Andrés López– a Juan Serrano de Vargas. El negocio tuvo poco de rentable, pues Serrano, alegando el mal estado del utillaje, embarcó a las hijas de Heylan en un pleito que tardó años en dirimirse.

La Historia eclesiástica de Granada de Justino Antolínez parecía destinada a recordarse como la gran empresa editorial del siglo XVII en la ciudad., escrita en legitimación de las reliquias halladas en el monte de Valparaíso. El encargo asumido por Heylan contemplaba la apertura de veintiocho matrices en tamaño folio y cuatro más en formato doble, en las que estuvo trabajando hasta 1624. El libro no se publicó hasta la edición crítica de Manuel Sotomayor de 1996, con lo cual las estampas, aunque impresas en distintas ocasiones, apenas si tuvieron difusión fuera de los círculos locales iniciados. Se trata, con todo, de la gran obra de su autor y de uno de los empeños más notables de su tiempo. Además, al conservarse en buen estado la mayoría de las planchas en el Museo de la abadía del Sacromonte, el conjunto constituye un legado único de interés pocas veces bien valorado. En seis de las láminas, Heylan actúa sobre bocetos de Girolamo Lucente, pintor lombardo documentado en Sevilla y Granada entre 1602 y 1624. Destaca ente ellas la portada, con las monumentales figuras de Santiago y San Cecilio flanqueando la alegoría del Sacromonte como luz del orbe cristiano. Muy interesantes son también las que describen el hallazgo de las reliquias, con notable habilidad narrativa e ingenua, aunque afortunada, convivencia de escenas subterráneas y en superficie. De las debidas íntegramente a la autoría de Heylan destaca el dibujo firme, la composición limpia y el fuerte naturalismo, como obra de un maestro inmerso en el barroco austero y castizo del primer tercio del siglo XVII. La estampa que nos ofrece la sección de la capilla mayor de la catedral ha alcanzado merecida fama, con un rigor en la representación arquitectónica que hace pensar en el manejo de dibujos originales de Siloé o, al menos, en la estrecha colaboración de Ambrosio de Vico, por entonces maestro mayor de la catedral. A éste se deberá también el dibujo original de la famosa Plataforma de Granada, abierta en dos grandes planchas de cobre conservadas en el Sacromonte: un testimonio insustituible para conocer la realidad urbana de la ciudad a principios del siglo XVII. Excelentes son, asimismo, el Episcopolio, concebido como una torre cimentada sobre San Cecilio, o las representaciones de los Libros Plúmbeos y las cápsulas de piedra en que fueron hallados, piezas de enorme rigor documental y llamativa vocación arqueológica.

Frustrado el proyecto de Antolínez, la obra que dará fama al artista será la Historia del Monte Celia de Nuestra Señora de la Salceda, publicada en 1616. Un libro de altos vuelos debido a la pluma del arzobispo don Pedro González de Mendoza, sucesor de don Pedro Castro. Ilustra para él la portada, la dedicatoria y veintiséis páginas in folio, a las que se suman otras tres en tamaño doble y un buen número de graciosas capitales. Muy destacables son las veinticinco páginas dedicadas al Episcopolio de Granada, con los retratos de los prelados en medallones circulares. Descuellan también las vistas del relicario y la capilla mayor del desaparecido convento de Tendilla. Junto a estas obras principales, hemos de recordar, entre otras muchas, la edición del folleto de Miguel Vergara Gavira sobre ciertas monedas halladas en la Alhambra. Un encargo de 1624 que cuenta, previa a la portada, con una excepcional representación numismática, ejemplo, de nuevo, de ese llamativo interés arqueológico que siempre acompaña al autor.

Autor: Francisco Manuel Valiñas López

Bibliografía

CARRETE PARRONDO, Juan; CHECA CREMADES, Fernando; BOZAL FERNÁNDEZ, Valeriano, El grabado en España. Siglos XV al XVIII (Summa Artis, XXXI), Madrid, Espasa Calpe, 1987.

IZQUIERDO, Francisco, Grabadores granadinos (siglos XVI al XIX), Madrid, Marsiega, 1974.

MORENO GARRIDO, Antonio, El grabado en Granada durante el siglo XVII. I. La calcografía (Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada, XIII, monográfico), Granada, Universidad, 1976.

PÉREZ DE GALDEANO, Ana María, Los descubrimientos del Sacro Monte y los inicios del grabado calcográfico en Andalucía. Nuevas aportaciones a los grabadores peninsulares y flamencos que lo hicieron posible, Tesis doctoral: Universidad de Granada, Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Historia del Arte, 23 de enero de 2014.

PÉREZ DE GALDEANO, Ana María, “Francisco Heylan. Revisión biográfica del calcógrafo e impresor flamenco asentado en Andalucía”, Anales de Historia del Arte, 24, 2014, pp. 107-133.