Se trata del más notable tratado español sobre higiene naval. Fue confeccionado por Pedro María González (1760-1839) y Francisco de Flores Moreno (n. 1760), cirujanos ambos formados en el ilustrado Real Colegio de Cirugía de Cádiz, fundado en 1748. Por circunstancias complejas el Tratado de las enfermedades de la gente de mar no se editó en Madrid hasta 1805, con la sola firma de Pedro María González. En esta obra, González plasmó sus experiencias médico-sanitarias efectuadas entre 1789 y 1794, cuando participó como cirujano en la expedición de circunnavegación al globo dirigida por Alejandro Malaspina de Mulazzo (1754-1809). Dicha expedición, junto con la posterior de Balmis, en 1803, son, sin duda, la dos empresas científicas más importantes programadas por la Corona española durante el periodo ilustrado.

González escribió esta obra con la intención de llenar un vacío literario existente en la producción científica española. Así, salvo los escritos del médico de la Compañía Guipuzcoana de Caracas Vicente de Lardizábal , que databan de hacía casi cuarenta años, no existía ningún tratado específico publicado en castellano sobre higiene naval, con el que pudieran instruirse aquellos a quienes les competían las responsabilidades higiénico-sanitarias a bordo de los navíos: los oficiales y los cirujanos: «La falta de libros nacionales que traten de esta materia, y la necesidad de emplear el tiempo del Colegio en la adquisición de los conocimientos generales médico-quirúrgicos, hace que no puedan dedicar su atención al ramo particular de la medicina, que tiene por objeto la conservación de la gente de mar» .

La obra está estructurada en tres partes claramente definidas: una primera, en la que se repasan las condiciones de trabajo de los marineros, en la que se analiza su forma de vida a bordo y el medio que les rodeaba en las travesías (pp. 1-103). La segunda parte de la monografía estudia las enfermedades que más comúnmente afectaban a los embarcados, tanto oficiales como subordinados (pp. 104-366). Finalmente, la tercera parte está dedicada a la higiene náutica, dando un repaso al arsenal terapéutico necesario en los diferentes embarcos (pp.  367-519). El conocimiento de las enfermedades de los marineros y de la manera de afrontar su curación dependieron en gran medida de las teorías médicas y quirúrgicas del periodo. Teorías que, como de la lectura del Tratado de González se desprende,  fueron bien conocidas por los médico-cirujanos españoles. El capítulo séptimo está dedicado a establecer las verdaderas causas remotas del escorbuto. En los países septentrionales de Europa, en los que era endémica la enfermedad, su incidencia era cada vez menor debido a la mejora de los hábitos higiénico-alimenticios de sus ciudadanos. Igualmente y por la propia experiencia del autor «el escorbuto es raro o hace pocos progresos en aquellos buques que cuidan la ventilación y el aseo». En cuanto al tratamiento de la enfermedad, de la multitud de remedios que se habían probado y recomendado, prefirió inclinarse por los experimentados por James Lind, «cuya autoridad será respetable mientras haya escorbuto», quien estableció las correctas pautas terapéuticas a base de vegetales frescos y frutos ácidos, matizando que su efectividad se reducía si no se acompañaban de una continua renovación atmosférica.

Autor: Mikel Astrain Gallart

Bibliografía

ASTRAIN GALLART, Mikel, La medicina del mar. Sanitarios y sanidad naval al servicio del rey: de Utrech a Trafalgar (1712-1805), Granada, Editorial Universidad de Granada, 1992.

CALATAYUD ARINERO, María de los Ángeles, Catálogo de las expediciones y viajes científicos españoles a América y Filipinas (siglos VIII y XIX), Madrid, CSIC, 1984.

LUCENA GIRALDO, Manuel; PIMENTEL EGEA, Juan, Los «Axiomas políticos sobre la América» de Alejandro Malaspina, Aranjuez, Theatrum Naturae [Col. de Historia Natural, CSIC], 1991.