El Palacio de los condes de Santa Ana de la Vega (siglo XVIII), nombre con el que comúnmente son conocidas las casas principales de la familia Mora Cuenca, constituye una de las muestras más destacadas de arquitectura doméstica del Barroco cordobés. La que fuese morada de este renombrado linaje local se encuentra emplazada en la céntrica calle San Pedro de Lucena, una de las vías más sacralizadas e importantes de la ciudad, y surgida con la expansión urbana que la por entonces villa experimentó a inicios del siglo XVI. El inmueble comparte así espacio con los conventos de San Martín de agustinas recoletas y San Pedro Mártir de frailes dominicos, y con la capilla de la archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, aneja a éste último y de la que don Antonio Rafael de Mora y Saavedra, el perfil más determinante en la historia de esta Casa, fue patrono desde 1764.

Es posible remontar la historia de la residencia al menos hasta 1603, cuando el regidor don Juan de Mora la vinculó al rico mayorazgo que legó a su sobrino Antón de Mora y Cuenca, hijo de su hermana doña Isabel de Mora y de Pedro Hernández de Cuenca, y que devendría el verdadero nervio de la hacienda de los recién unidos Mora Cuenca. Por su parte, las noticias coetáneas que existen de los Cuenca los adscriben a la localidad homónima, donde Gonzalo, pariente mayor, habría detentado en 1452 la alcaidía. En estas informaciones recogidas por el erudito Antonio Ramos en su Descripción genealógica de la Casa de Aguayo (1781), y en las que la familia es reseñada por su entronque con los Pacheco Rojas, condes de la Camorra, sus primeras generaciones quedan envueltas en un discurso ficticio que pretendía emparentarlas con los toledanos Pantoja, de los que hoy sabemos su condición judeoconversa. El nieto del citado Gonzalo, Pedro de Cuenca, obtuvo en 1509 ejecutoria de hidalguía ante la Real Chancillería de Granada que, no obstante, de poco sirvió a sus descendientes, ya que hasta el último tercio del siglo XVII su nobleza fue contestada por la ciudad de Lucena y las villas de Estepa y Pedrera.

Los litigios por su hidalguía no fueron óbice para que la familia consumase su ascenso social a través de dos vías fundamentales: una calculada estrategia matrimonial que los unió a algunos de los apellidos más notables del patriciado urbano andaluz –los Pacheco y Rojas de Antequera; los Saavedra sevillanos, línea secundaria de los marqueses del Moscoso; o los Salcedo de Granada–, y su presencia en distintos cargos públicos. La figura que representó el aceleramiento definitivo de su carrera de honores fue la del ya mencionado don Antonio Rafael de Mora y Saavedra, veinticuatro y maestrante de Granada, contador perpetuo de la Real Hacienda de la población de moriscos, capitán del regimiento de caballería de Calatrava y teniente coronel de la milicia provincial de Málaga. Gracias al terreno abonado por él, su hijo don Juan María de Mora y Salcedo (1761-1805) obtuvo en 1805 el título propio de conde de Santa Ana de la Vega.

Las casas principales que hoy pueden verse son fruto de la profunda intervención proyectada en la década de 1720 por don Juan de Mora Cuenca (1677-1744), clérigo capellán y padre de don Antonio Rafael, y que consistió en la ampliación y el levantamiento ex novo de la vieja morada que él mismo heredó como sucesor del vínculo del regidor. Su empresa más sobresaliente fue el encargo, en 1728, a los maestros locales Andrés Antonio del Pino Ascanio, Bartolomé y Andrés Hurtado de Rojas de la portada de orden corintio, de dos cuerpos y en mármoles polícromos de la Subbética cordobesa. Tras su muerte en 1744, su segunda esposa doña Luisa Francisca de Saavedra se ocupó de proseguir las obras, siendo una de sus acciones más destacadas la factura del segundo patio, el más monumental, y la adquisición de la fuente de mármol de Macael que lo preside. Ante la minoría de edad de su hijo, ella misma dejaría estipulado en sus últimas voluntades el deseo de que en su ausencia velase por la continuidad del proyecto fray Alonso de Jesús y Ortega, padre general de la orden hospitalaria y destacado mecenas. Sería don Antonio Rafael de Mora y Saavedra, el heredero en la Casa y mayorazgos, quien tomase las riendas y finalizase, no antes de la década de 1760, la edificación de sus casas, plasmando en la portada sus armas. Se ha considerado como la intervención más tardía la red de complejas yeserías de la cúpula y medias naranjas que la escalera recibe en su descanso, atribuyéndose con frecuencia a Francisco José Guerrero o a su discípulo Pedro de Mena Gutiérrez. Inventarios de bienes del siglo XIX nos revelan la existencia de cuadras, de un notorio salón de estrado con chimenea francesa y de un oratorio particular para el que don Juan de Mora y Cuenca obtuvo permiso de las autoridades eclesiásticas.

En 1879 la vivienda fue vendida a los Torres Burgos, sus poseedores hasta su compra, en 1986, por el Ministerio de Justicia. En 2005, el Ayuntamiento de Lucena asumía su titularidad y, en 2010, arrancaban las obras de restauración del edificio, hoy Centro de Interpretación de la Ciudad de Lucena.

Autora: Nereida Serrano Márquez

Bibliografía

Catálogo artístico y monumental de la provincia de Córdoba, Vol. 5, Córdoba, Publicaciones de la Excma. Diputación de Córdoba, 1987, pp. 282-284.

RIVAS CARMONA, Jesús, “Estudios de arquitectura barroca cordobesa III. La arquitectura civil del siglo XVIII en los pueblos meridionales de Córdoba”, Axerquía, 3, 1981, pp. 167-188.

SERRANO MÁRQUEZ, Nereida, “Familia, ascenso social e imagen del poder: el Palacio de los Condes de Santa Ana de Lucena (siglo XVIII)”, en IGLESIAS RODRÍGUEZ, Juan José, PÉREZ GARCÍA, Rafael Mª, FERNÁNDEZ CHAVES, Manuel Francisco (eds), Comercio y cultura en la Edad Moderna, Sevilla, Editorial de la Universidad de Sevilla, 2015, pp.1383-1395.

SERRANO MÁRQUEZ, Nereida, “Ciudad y poder: élites locales y arquitectura civil en la Lucena del Barroco”, en PEINADO GUZMÁN, José Antonio, RODRÍGUEZ MIRANDA, Mª del Amor (eds.), Lecciones barrocas: aunando miradas. Actas del II Ciclo de Conferencias de Jóvenes Investigadores ‘Miradas al Barroco de ayer y de hoy’, Córdoba, Asociación Hurtado Izquierdo, 2015, pp. 323-354.

RAMOS, Antonio, Descripción genealógica de la Casa de Aguayo y líneas que se derivan de ella desde que se conquistó Andalucía por el Santo Rey D. Fernando III  hasta el presente, Málaga, 1781.