Andrés Pérez de Ribas nació en Córdoba en 1575. Las noticias sobre su origen familiar son ciertamente escuetas y poco más se sabe acerca de sus primeros años de vida. Lo que sí parece claro es que desde fecha temprana sintió la llamada de la religión católica. Se ordenó sacerdote y en 1602 decidió entrar en la Compañía de Jesús. En junio de ese mismo año, como novicio, puso rumbo a Nueva España desde Sevilla junto a una veintena de jesuitas encabezados por el provincial Alfonso de Castro, arribando al puerto de San Juan de Ulúa el 3 de septiembre.

Una vez en el Nuevo Mundo se dirigió a la ciudad de Puebla de los Ángeles donde realizó su noviciado, para pasar luego a la ciudad de México en 1604. Aquí hizo votos simples y perpetuos (castidad y pobreza) y ese mismo año comenzó a trabajar con la población indígena, concretamente entre los zacapoaxtlas de la sierra norte de Puebla. Poco tiempo después llegó a la capital del virreinato Diego Martínez de Hurdaide, capitán del presidio de Sinaloa buscando nuevos efectivos para la evangelización del noroeste. La expansión de la frontera virreinal hacia el Septentrión y el cambio de estrategia por parte de la Corona trajo consigo una sustitución del modelo de ocupación y conquista bélica por el de pacificación y buen trato hacia la población nativa. Los jesuitas fueron los encargados de llevar a cabo tal empresa, convirtiéndose en agentes difusores de la nueva política. En este sentido, la prematura muerte del misionero jesuita Gonzalo de Tapia a manos del indígena Nacabeba y el miedo a una expansión de la sublevación, hizo necesario el envío de nuevos misioneros que consiguiesen apaciguar los ánimos.

En 1604, Andrés Pérez de Ribas llegó junto con el capitán Hurdaide a la villa de Sinaloa. En un primer momento se encargó de la misión de San Felipe de Cinaloa donde ya se habían levantado una escuela para los indígenas y un presidio. Al año siguiente pasó a la evangelización de los ahomes y a la reducción de los zuaques. Tras bautizar a los niños y a las mujeres comenzó a construir las primeras iglesias de adobe que sustituirían a las hechas con materiales perecederos. Introdujo también a las comunidades indígenas en el sistema económico del Imperio: nuevos oficios, cultivos y animales, que terminaron por revolucionar el modo de vida de los naturales.

Asentada la evangelización en la provincia de Sinaloa, Pérez de Ribas fue llamado a la ciudad de México por sus superiores a donde llegó en 1612 y acató el cuarto voto, el de obediencia al Papa. Aprovechó su estancia en la capital para transmitir a las autoridades virreinales la necesidad de refuerzos para extender la evangelización a nuevos pueblos, entre ellos los temidos yaquis, así como ayuda para financiar el establecimiento de nuevas misiones. El virrey Diego Fernández de Córdoba, marqués de Guadalcázar, accedió a sus peticiones, regresando Pérez de Ribas a la provincia de Sinaloa junto al jesuita italiano Tomás Basilio. Ambos se adentraron sin protección militar alguna en los márgenes de los territorios Yaqui y Cócorit a mediados de 1617, fundando las primeras misiones en la zona.

Tras dieciséis años en la provincia de Sinaloa, Andrés Pérez de Ribas fue llamado nuevamente a la ciudad de México para no regresar más a las misiones norteñas. Entre 1620 y 1622 estuvo al frente del rectorado y noviciado de Tepotzotlán. Fue también operario de la Casa Profesa entre 1622 y 1626, lo que le permitió tomar contacto con diferentes grupos humanos, desde indígenas pobres hasta la élite novohispana. Desempeñó la rectoría del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de México hasta 1632, cuando regresó nuevamente a la Casa Profesa. En 1638 se le asignó el cargo de provincial de la Compañía de Jesús en Nueva España, hasta que en 1641 se le volvió a adjudicar el rectorado del Colegio Máximo.

La relevancia de su figura en el virreinato fue motivo suficiente para ser llamado a Roma. Hacia 1643 fue nombrado procurador de la Compañía en Roma y Madrid, lo que le permitió asistir como uno de los vocales a la VIII Congregación de su orden. A su regreso a México se le encargó nuevamente la dirección de la Casa Profesa entre 1650 y 1653, fecha en que se retiró al Colegio Máximo. Fue entonces cuando comenzó una labor de estudio y escritura que lo llevaría a ensalzar la labor de la orden jesuita en unos momentos en los que la controversia entre la orden y el obispo Palafox atravesaba por una situación delicada.

Su labor literaria lo sitúa como una de las principales figuras de su época. Sin duda, su obra más representativa fue la crónica religiosa centrada en la labor de los jesuitas en el norte de México. Se editó en Madrid en 1645 bajo el título de Historia de los Triunfos de Nuestra Santa Fe entre gentes las más bárbaras y fieras del nuevo Orbe: conseguidos por los Soldados de la Milicia de la Compañía de Jesús en las Misiones de la Provincia de Nueva España. El cargo de provincial le permitió tener acceso a las cartas annuas, informes y demás documentos que los jesuitas repartidos por el virreinato enviaban a la capital. Gracias a ello pudo escribir una Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús en México. Esta obra se divide en dos tomos, comprendiendo un total de 80 años, y se imprimió por primera vez en Madrid en 1892. Fue autor también de una Vida, virtudes y muerte del Padre Juan de Ledezma, de la Compañía de Jesús, obra impresa en México en 1636. Su papel protagonista en las misiones del noroeste le animó a escribir también una Historia de Cinaloa, obra perdida, pero de cuya existencia se sabe por las referencias del licenciado José Mariano Beristáin y Sousa. Muchos de sus escritos se han perdido, aunque se conservan noticias de ellos gracias a otros miembros de la orden ignaciana. Finalmente, murió en la ciudad de México en 1655 a los 79 años.

Autora: Fuensanta Baena Reina

Bibliografía

BERNABÉU ALBERT, Salvador, “El gran teatro del norte. La historia de los Triunfos de Nuestra Santa Fe, del jesuita cordobés Andrés Pérez de Ribas (1654)”, en BARRERA, Trinidad (ed.), Herencia cultural de España en América. Siglos XVII y XVIII, Madrid, Iberoamericana-Vervuet, 2008, pp. 107-128.

DUNNE, Peter Masten. S.J, Andrés Pérez de Ribas. Pioneer Black Robe on the West Coast, Nueva York, United States Catholic Historical Society, 1951.

O’NEILL, Charles E. s.j, DOMÍNGUEZ, Joaquín Mª, s.j. (dirs), Diccionario histórico de la Compañía de Jesús: biográfico-temático, vol. III, Madrid, Universidad Pontificia de Comillas, 2001, p. 3093.

PÉREZ DE RIBAS, Andrés, Historia de los Triunfos de Nuestra Santa Fe entre gentes las más bárbaras y eras del nuevo orbe. Páginas para la Historia de Sinaloa y Sonora, México, Layac, 1944.

2018-02-19T09:17:33+00:00

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