Se entiende por Bienes de Difuntos, dentro de la legislación indiana y utilizando la definición del jurista Faustino Gutiérrez Alvíz:

Aquella categoría o clase especial de bienes dejados en Indias por españoles o extranjeros que fallecidos en aquellas remotas regiones o en su viaje de travesía, carecían de herederos residentes en aquellos países, con los que tras el óbito surgía la indeterminación de quién o quiénes pudieran ser los legítimos sucesores de tales bienes hereditarios y quien habría de pechar con la vigilancia, conservación y tutela de los mismos, hasta su adición por el sucesor.

Desde los primeros descubrimientos la Corona siempre mostró un gran interés para que los bienes de los fallecidos en Indias sin herederos en aquellas tierras, llegaran a mano de sus legítimos herederos allí donde estuvieran. Con este propósito fue creado el Juzgado de Bienes de Difuntos, para el cuidado y custodia de los bienes y la determinación de los herederos. Esta institución junto con la Casa de la Contratación, cada una a un lado del Atlántico, se encargaron de este fin.

Estos organismos generaron una documentación de la más variada índole y de gran valor cualitativo -testamentos, inventarios post mortem, almonedas, resoluciones de cuentas, fe de registros, cartas de diligencias, pedimentos, probanzas, autos de adjudicación y cartas de pagos- que ofrece unas amplias posibilidades para reconstruir muchos aspectos de la vida y muerte de los andaluces de la Edad Moderna: cuestiones migratorias, perfil socioeconómico,  la vida que llevaban y que estimamos como la vida cotidiana, la historia de sus familias, el análisis de sus situaciones socioeconómicas tanto en la región de salida como de llegada, sus  creencias y devociones religiosas. Asimismo, puede dar noticias sobre si lograron o no el fin para el que marcharon, permite conocer las relaciones que se establecieron entre los dos mundos y a veces las incidencias que tuvieron las partidas indianas sobre el bienestar de los directamente beneficiados en la Península. En definitiva, son documentos que aportan una valiosa información sobre quienes eran estos hombres, qué les motivó a marchar a Indias, qué hicieron una vez allí y finalmente que les ocurrió.

Fueron numerosos los factores de empuje y atracción que ejercieron nuestra región y el Nuevo Mundo sobre estos andaluces. América siempre se mostró como una interesante posibilidad para las vidas más precarias, ofreciendo el sueño de lograr la fortuna que la tierra de origen les negaba.

¿Pero quiénes son los andaluces que protagonizan estos expedientes? La mayoría son adultos jóvenes originarios de la Baja Andalucía, principalmente del área gaditana, sevillana, onubense y por último cordobesa. La ventaja de la costa gaditana incitó constantemente al espíritu marinero y comercial de sus gentes. Por estas causas, la zona fue atractiva para desplazamiento de vecinos de otras zonas de la región, y en definitiva convertirse en el trampolín para la estrecha vinculación que estas tierras mantuvieron con las Indias desde el momento del descubrimiento, primero Sevilla y luego Cádiz ocuparon la cabecera del monopolio comercial. El número de andaluces naturales del resto de las provincias de la región les fueron a la zaga.

Un gran porcentaje fueron hombres de mar, que en su mayoría integraron las tripulaciones de las flotas de Indias ya fuese como marineros, grumetes o pajes, siendo menor el número de los que desempeñaron cargos de mandos. Estos hombres que buscaron en las flotas de Indias su medio de vida, en su mayoría estaban vinculados al mar desde edades muy tempranas. También, aunque en menor número, hubo tripulantes dedicados a otros menesteres, como la agricultura que, al anunciarse la salida de un convoy, se alistaban con la intención de obtener la soldada, además de un sobresueldo al vender en América la pacotilla. Estos veían en la navegación una actividad cuyo ejercicio dependió más de la necesidad que de la voluntad.

Les sigue un elevado porcentaje de hombres dedicados al comercio. A excepción de algunos que poseían capitales para invertir en negocios, la mayoría de los que se dedicaron a las actividades mercantiles estuvieron motivados por el espejismo del sueño americano, una oportunidad para conseguir un enriquecimiento rápido. Existe una amplia tipología de andaluces dedicados a estas actividades, desde aquellos cuyo fin era realizar importantes transacciones comerciales, estando a veces vinculados a la Carrera de Indias como cargadores otros que tenían tiendas abiertas, los que trabajaban de intermediarios, hasta aquellos que se dedicaban al mercadeo de baratijas o los que se aventuraban a probar suerte con una pequeña suma prestada o incluso la dote de la esposa.

Además de hombres de mar y comerciantes tampoco faltaron artesanos y hombres de armas, incidiendo de nuevo en las actividades vinculadas al mundo naval, como pudieron ser cabos de escuadra, toneleros, calafates, etc. Esto mismo ocurre también con alguno de los profesionales que desempeñaron labores de cirujanos en las flotas. Son muy pocos los que ocuparon puestos de funcionarios en la administración.

Nueva España se presenta como el destino que mayor atracción ejerció sobre estos andaluces respecto al resto de las regiones del Nuevo Continente, sin desestimar ninguna de las demás regiones americanas, con la excepción de las Antillas para los primeros años del descubrimiento.

Obviamente, los trabajos que desempeñaron la mayoría de estos hombres incidieron en que el porcentaje de solteros fuese mayor que el de casados, largos periodos de tiempo embarcados lejos de sus hogares o constantes viajes para realizar las prácticas comerciales hacen comprensible esta situación que les limitaba la posibilidad de formar una familia y echar raíces. Por ende, los casados tampoco tuvieron una prolija su descendencia.

Estos andaluces que conocemos a través de los autos de Bienes de Difuntos eran en su mayoría de origen humilde o medio y en muy pocos casos pertenecieron a niveles superiores, en este sentido el nivel cultural iría en consonancia. Es por ello evidente que el volumen de bienes que dejaban tras su muerte y que se depositaba en los Juzgados de Bienes de Difuntos y después en la Casa de la Contratación solían ser muy escasos. Más si tenemos en cuenta los múltiples gastos que suponía su gestión tanto en América como en la península. Es razonable pensar que aquellos que habrían logrado acumular mayor cuantía y temiendo las numerosas deducciones que las gestiones oficiales les causaría, buscaran otras vías alternativas para hacer llegar sus bienes sin mermas a los legítimos herederos.

Las causas de fallecimiento de estos andaluces se debieron a las nefastas situaciones soportadas en las embarcaciones, epidemias en los puertos de destino, accidentes y naufragios, enfermedades endémicas, etc. Son muertes que solían sorprender sin esperarlas, de ahí que muy pocos redactaran últimas disposiciones, junto a la razón de los escasos recursos económicos de los que eran dueños que no les motivaba ha haberlos dictado con anterioridad.

La actitud de estos hombres ante la muerte no difirió de lo que nos preocupa actualmente, el miedo ante lo desconocido o ante la condenación del alma para los creyentes llevó a los testadores a dictar una serie de disposiciones a predisponer a Dios a su favor y a conseguir así alcanzar Reino del Cielo. Una ceremonia fúnebre digna y mandas pías para subsanar el mal hecho y alcanzar la gloria serían comunes e irían en función del nivel socioeconómico del testador. La misa de réquiem era común en todas las disposiciones, mientras que el hábito, acompañamiento, lugar de sepultura y número de misas por el alma iba en función del nivel socioeconómico, de las devociones a determinados santos y a las advocaciones marianas según el momento y lugar donde fallecieron.

Junto a estas mandas más comunes no faltaron disposiciones de legados a otros destinatarios como casa de niños expósitos, evangelización de indios, dotes de doncellas huérfanas, manumisión de esclavos, vestimentas y alhajas para vestir a santos de iglesias en la tierra de origen, etc.

El funcionamiento de la Institución de Bienes de Difuntos permaneció inalterable a lo largo de toda la edad moderna. Los plazos dispuestos por la legislación para las diferentes gestiones fueron incumplidos y las dilaciones fueron constantes. Ello pudo obedecer bien al firme objetivo que tuvo la institución de entregar a los legítimos herederos el fruto de sus familiares fallecidos en Indias, o bien, porque  en última instancia revelaba el interés de la Corona por hacerse de esas remesas si eran declaradas vacantes, pasando a formar parte de la Real Hacienda.

Autora: Mª del Mar Barrientos Márquez

Bibliografía

BARRIENTOS MÁRQUEZ, María de Mar, La Fortuna y la muerte, Andaluces en América en la primera mitad del siglo XVIII, Cádiz, Servicio Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 2003.

GARCÍA-ABÁSOLO, Antonio, La vida y la muerte en las Indias: cordobeses en América siglos XVI-XVIII, Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorro de Córdoba. 1992.

GUTIÉRREZ ALVÍZ, Faustino Los Bienes de Difuntos en el derecho Indiano, Sevilla, Editorial Las Gavidias, 1942.

HEREDIA HERRERA, Antonia, «La carta de Diligencia de los bienes de Difuntos”, Archivo Hispalense, 174, pp. 39-48.

VILA VILAR, Enriqueta, «La documentación de Bienes de Difuntos como fuente para la historia social hispanoamericana: Panamá a fines del siglo XVI», América y la España del siglo XVI, Madrid, 1986, pp. 259-273.

2018-01-29T13:41:03+00:00

Título: Testimonio de los Autos formados por el Juzgado de Bienes de Difuntos de la ciudad de México sobre el abintestato Sr. Bartholome Alexandro Vozmediano, 1734. Fuente: Archivo General de Indias, Contratación, legajo 5596, nº 12. [...]