Aunque el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ya había dejado entrever en su discurso de investidura que su país abandonaría el Acuerdo de París, por considerarlo perjudicial para los intereses de Estados Unidos, el viernes se confirmó tal abandono, pese a las presiones que Trump ha soportado dentro de su propio país para que no lo hiciera.
La Unión Europea ha mostrado su decepción, pese a que la noticia era esperada, pero, al mismo tiempo, se ha reafirmado en su determinación de seguir adelante con los protocolos firmados en París y apoyados por 195 países para tratar de evitar el deterioro progresivo del planeta. Así la Unión Europea junto con China se convierten en los principales valedores de estos acuerdos, por ser también dos de las potencias más contaminantes.
El Acuerdo de París, firmado en el año 2015 y que entrará en vigor en el año 2020, sustituirá al Protocolo de Kioto, cuando expire en ese año. También el protocolo de Kioto fue rechazado por otro presidente republicano norteamericano, George W. Bush, en 2002, con los mismos argumentos que ahora pregona Trump: el daño que limitar los gases de efecto invernadero tendría para la economía de los Estados Unidos.
Pero Trump no se ha librado, no sólo de las críticas internacionales, sino de las de su propio país, y no solo por parte de los ecologistas sino también de empresas fundamentales en el desarrollo económico de los Estados Unidos, incluidas algunas de las que basan su estrategia en el petróleo. Algunas de estas compañías, que siempre hemos conocido como petrolíferas, tienen grandes inversiones en otras fuentes de energía como el gas, mucho menos contaminante que el petróleo, y tampoco sufrirían grandes pérdidas si priorizan una fuente de energía sobre otra. Muchas empresas de Estados Unidos, también son críticas con la decisión pues piensan que Estados Unidos, con el abandono del Tratado perderá el compás del desarrollo de las energías alternativas que otros países comenzarán a implementar con más fuerza.
El presidente ruso por su parte, aunque su país sí ratificó el Tratado de París, ha quitado hierro a la decisión norteamericana al decir que todavía hay posibilidades de ajustar un acuerdo en que quiera participar los Estados Unidos. Sin embargo, en ese sentido, la Unión Europea se ha mostrado firme: el Acuerdo de París no es negociable.
Además del potencial riesgo que supone que Estados Unidos prosiga con sus emisiones de CO2 como hasta ahora, otra parte del acuerdo suponía que los países desarrollados apoyarían con un fondo económico, que los países no desarrollados pudieran poner límite a esas emisiones. Sin Estados Unidos, el fondo económico, se verá a su vez reducido.
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