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The AAAA Magazine: un proyecto editorial innovador más allá de la arquitectura

Baltasar Fernández Ramírez 24 febrero, 2015

The AAAA Magazine es una joven revista de arquitectura más allá del ámbito meramente disciplinar, que reúne trabajos, muestras fotográficas y reflexiones desde el arte, la antropología, la arqueología y la propia arquitectura creando un producto híbrido de gran calidad. Formada por un equipo amplio multidisciplinar de ilustradores, redactores repartidos por España, Europa y América, utiliza las sinergias que se producen entre el espacio editorial en papel y el espacio virtual de las redes sociales, embarcando a autores, lectores y micromecenas en un producto original que trasciende las etiquetas para crear un espacio, como afirma en su manifiesto fundacional, que da cobijo y calor a quien la habita. Ana Asensio, editora jefe, se prestó amablemente a mantener el diálogo que aquí reproducimos.

The AAAA Magazine está instalada en la lógica de la autogestión, no sólo por el sistema de financiación, sino por el modo de dirección y la familiaridad de los autores y lectores con el proyecto. Los espacios intersticiales de la postmodernidad parecen formar parte del imaginario de los autores de la “Casa”, el número #2 de la revista. The AAAA Magazine es también un intersticio, un vano en la columna Merz, en espera de ser rellenado por quienes carecen de espacios propios en los grandes territorios colonizados por el sistema cultural y mediático oficial. ¿Cuál sería el nicho de lectores y autores que persigue la revista?

Efectivamente, AAAA nace como una curiosidad materializada. Quizás incluso un poco de Síndrome de Diógenes del investigador aún inexperto que cae en una espiral obsesiva de acumulación de conocimiento al ir profundizando, preocupándose al mismo tiempo por lo que no puede abarcar. Quizás la única manera de dar salida a eso era una estructura en red que une nodo o núcleos de conocimiento, en lugar de la espiral única. Esos núcleos serían los «nichos de Merz», estructuralmente conectados.

No podríamos clasificarlo en un único agujero negro, sino que son varias las temáticas que nos ocupan. Esas temáticas podríamos comprenderlas como los flecos que le cuelgan a la arquitectura, aquello en lo que no se suele profundizar (o reparar) durante los estudios universitarios, lo tangencial a la arquitectura. Fisuras, vacíos, olvidos e incluso desprecios, de la arquitectura en su sentido más purista, forman nuestro carácter como revista, creando una estructura fuerte.

Mirar la arquitectura a través de otras disciplinas como son Arte, Arqueología y Antropología, y, sobre todo, a través de otros ojos y otras geografías. La descontextualización y la contaminación forman parte de ese carácter intersticial. Quizás ese sería nuestro «cajón de sastre», o nuestro nicho genérico: más que las temáticas que nos ocupan, el modo de bañarnos en ellas, lo intermedio, lo híbrido, lo libre.

Tanto el equipo editorial como los autores que participan son jóvenes, señal de frescura en los textos y valentía en la edición y en la aventura de crear una revista. The AAAA Magazine es un proyecto más que encaja con un movimiento generacional de arquitectos de ETSAG. Sin embargo, no parece ejercer una crítica contra movimientos anteriores y vuestro manifiesto es más bien un canto a la nobleza de la arquitectura que una ruptura con las generaciones de los viejos maestros arquitectos. ¿Crees que hay una falta de compromiso de orden político en los jóvenes arquitectos, o quizá es que el compromiso toma formas originales entre vosotros?

Bueno, creo que la clasificación «jóvenes arquitectos» es demasiado ambigua y extensa, ya que como en casi todo hay caracteres muy diferentes. Lo que sí es cierto es que hay una actitud generacional muy palpable, aderezada por la situación política, social y económica. Somos muchos los arquitectos que nos hemos formado o estamos formándonos en escuelas en crisis total, o nadando en una profesión que aún es un ave fénix «polluelo». Mientras en unas escuelas de arquitectura siguen adoctrinando una disciplina que ya ha muerto y un modo de ejercer la profesión que hoy no existe, en otras se buscan caminos alternativos. No hay más que mirar las últimas bienales, foros o concursos de arquitectura para notar en el paladar ese regusto de búsqueda o ruptura, que cumple ya varios años. Creo que esa actitud es también una rebeldía y una crítica.

En concreto, en nuestra revista, sí que criticamos al cien por cien movimientos y filosofías anteriores, pero ningún pataleo es fructífero si no tomamos los errores pasados como algo positivo y como una gran enseñanza. Quizás, si siempre hubiéramos tenido una profesión que funcionara, que respetara y que incluyera, hoy nunca habríamos sentido la necesidad de hurgar en las fisuras, de buscar en el lodo y en el desierto, con la misma pasión, ilusión y energía que en un frondoso bosque.

Creo que, en concreto en los estudios y oficios relacionados con la arquitectura, el compromiso político y social se hace precisamente patente en esa búsqueda de vías, muchas movidas por pasión, por ilusiones utópicas con sabor a posibilidad real, y no tanto por una crítica constante y martilleante que ya pocos frutos puede dar. No hay más que ver el número de colectivos, revistas independientes y entidades socialmente colaborativas que han eclosionado en los últimos años. En concreto, en AAAA, nuestra rebeldía se canta, más que se grita, en el Manifiesto con el que empezamos:

La arquitectura es más antigua que la profesión del arquitecto. La arquitectura es expresión de pueblos, gentes y culturas. Es inherente al ser humano. Es indisoluble del arte. La arquitectura da cobijo, calor, hace feliz o desgraciado a quien la habita. La arquitectura es una necesidad humana, y el arquitecto tiene las herramientas para construir ese servicio a la sociedad. La arquitectura habla, presume ante los ojos externos, oculta tras las cortinas una forma de vida. La arquitectura tiene rostro, tiene personalidad, tiene miedos, sueños, tiene tabúes. La arquitectura tiene vida, y necesita ser habitada para tener sentido. La arquitectura necesita al hombre, y el hombre, necesita una arquitectura humanista.

La búsqueda y la pasión, ese es el mayor compromiso.

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Este número #2 está centrado temáticamente en la casa. En el pensamiento antiguo, la casa es un axis mundi, una verticalidad que pone en relación y permite el tránsito entre los tres planos del mundo, situándonos directamente en la realidad del mito. No somos conscientes de la simbología tradicional que ha pervivido en nuestra forma de morar, confundidos por el sencillo funcionalismo de la filosofía norteamericana. Más allá de la función, la casa despliega ramificaciones que nos llevan a la estética, la identidad, la memoria y la simbología, como muestran los variados textos incluidos en este segundo número de la revista. ¿Por qué la elección de la casa como tema: es una mera excusa o hay un interés concreto por su papel dentro de la teoría de la arquitectura?

Este número #2 ha sido el primero en el que se ha pensado una temática central, y con el que hemos comenzado nuestra publicación como monografía, ya que el #1, «Collage», componía, como su nombre indica, una suma de fragmentos y personas que unidas producían una publicación.

Quizás por ello, la elección de la «Casa» era una manera de construirnos un hogar, de meternos en un salón aquellos que nos estábamos conociendo, de sentarnos junto a la chimenea y charlar. Pero veo además en el concepto de «casa», como comentas, un simbolismo, algo que trasciende al ser, algo arraigado muy dentro de nosotros. Dicen que la cara es el espejo del alma; de alguna manera parecida, la casa es el espejo del ser, y dentro oculta muchos secretos. Rebuscar entre ellos era una manera de explorar nuestro propio manifiesto, y de mirar los muros que nos rodean de una manera mucho más humanista.

Hundertwassser, por ejemplo, clasificaba «el hogar» como la tercera piel que nos rodea, a continuación de la epidermis (la primera piel que representa la desnudez), y la ropa (la segunda piel, nuestra primera experimentación y expresión del ser).

La casa (que no la arquitectura en general), es así una más de nuestras pieles, aquella que está en contacto con el propio mundo y con la naturaleza, un diálogo y una comunicación, pero que parte de nosotros mismos. Resulta así muy curioso consultar una revista de arquitectura tras otra, donde el tema de la «casa» o la «arquitectura doméstica» es el tema central, y verlas despojadas de toda presencia humana, de una ruptura tan grande con la persona.

Quizás por eso esta reflexión, con una rebeldía como sílex, era perfecta para comenzar. Casa es una crítica, una búsqueda de la memoria perdida, una exploración del propio ser y un diálogo que trasciende a nosotros mismos.

Hay una interesante reunión de materiales diversos que componen la revista: ensayos que de corte sociológico, reflexiones sobre arquitectura de autor, trabajo fotográfico, ilustración, e incluso una imaginativa adaptación de un cuento popular. Me recuerda el tópico del arquitecto humanista, versado en temáticas muy diferentes, culto, y sin perder por ello el marco global de la arquitectura y la ciudad como motivos de reflexión. No sé si es un reflejo del estado actual de la profesión o la inquietud de los jóvenes por abrir el campo de aplicación.

Yo tampoco lo sé, quizás es pura hiperactividad. Me gusta que se exploren todos los formatos, que haya mucha diversidad mirando y manoseando un único concepto. Igual que las disciplinas que tratamos son varias y que no queremos establecer límites geográficos, el tipo de formato elegido para el desarrollo de los temas también puede ser diverso. Cada uno de ellos aporta una faceta, que refleja la luz en una dirección diferente, siendo en cambio la misma luz.

A través del humor, la crítica, la reflexión, la disertación, la visión muda de la fotografía, incluso la degeneración total, una misma persona puede tratar un único tema de forma muy distinta. Imagínate lo que puede ocurrir si aplicas eso a nuestra estructura de nodos en red. Una única palabra que conforma cada una de nuestras publicaciones monográficas puede explorar infinitos modos de ver.

Es por ello muy importante el perímetro: el manifiesto, el formato en papel y la coordinación única de todos los procesos. Que haya una coherencia total y firme como perímetro, y que dentro de él se desarrolle la exploración a la arquitectura de forma libre, reactiva y sinérgica.

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Me ha sorprendido especialmente el tratamiento del color en la revista. No sólo por la alta calidad de la impresión, sino por el buen gusto de las participantes y por la elección que realizáis al combinar monocromos e imágenes muy saturadas en diferentes partes de la publicación. Parece que os anima una preocupación por las artes plásticas más allá de los problemas de realizar una edición atractiva.

Totalmente. Al escoger como medio la publicación en papel, estamos eligiendo también una obra tangible. Igual que en las temáticas que tratamos, la integración de las artes es inherente, nuestra obra impresa tiene que ser consecuente con esa elección. Sin la soberbia de llamarnos a nosotros mismos creadores de una obra de arte, sí es cierto que nuestra pretensión es explorar la obra artística como parte de nuestro proyecto editorial. La elección de una línea editorial que no se base sólo en la edición de los textos, modos de comunicar, personalidad y lenguaje, sino también en el material en sí, el color, la composición, alimentando la coherencia de cada texto, potencian la comunicación y comprensión de estos. Nuestra línea de maquetación se basa en algunas ideas básicas como la presencia de muchos espacios en blanco que permitan respirar, reposar las ideas, no congestionar e incluso poder tomar notas o hacer garabatos y croquis.

Otra de nuestras características visualmente reconocibles es efectivamente el uso del color y el blanco y negro. Inicialmente nos apetecía que cada revista, igual que tenía un concepto base que lo clasificaba, se viera también dominada por un color base, un color que fuera el mismo en el lomo, cajetín, títulos o epígrafes. Sin embargo, esta idea nos resultaba una decisión puramente formalista y, por tanto, gratuita y carente de motivos reales. Curiosamente, en los proyectos y procesos, el orden suele ir llegando solo. En nuestro caso ocurrió cuando nos percatamos de que nos era imposible pagar nuestra publicación a cuatricromía y blanco y negro, y al comprobar que las imprentas industriales trabajaban indistintamente de una a cuatro tintas. Conocimos entonces una imprenta antigua y muy mecánica, una imprenta que trabaja con pasión con máquinas que son pilotadas con la pericia de quien las conoce de años, unas máquinas que trabajan con una tinta y una única plancha que hay que ir cambiando, y no con las cuatro simultáneamente. Así, efectivamente, podíamos trabajar a tinta negra + pantone (solo dos tintas) sin poner en marcha la gran maquinaria industrial, y ahorrar en costes tanto de rendimiento como de material. Entonces, nuestra idea del uso del color cobró sentido, así como nuestro modo de trabajar formando parte de todos los procesos.

Además, para los próximos números tenemos muchas sorpresas preparadas. Junto con el regalo de la imprenta antigua nos llegó un miembro más a AAAA, un alumno de la ETSAGr experto en tipos y estructuras de papel y tintas, Carlos Gutiérrez (diseñador de los últimos premios de la Fundación Arquia). Carlos quiere llevar un paso más adelante el concepto de monografía y de integración de las artes, haciendo de cada ejemplar una única pieza coherente con el tema a tratar, un constante experimento y, sobre todo, una edición limitada.

Lo visual es, sin duda, un modo más de exploración, igual que el formato literario o la filosofía elegida. Una exploración visual que no caiga en la gratuidad formalista, por supuesto.

El mercado editorial es extenso, algunos critican incluso cierta sobrecarga de publicaciones. Sobrevivir en este difícil sector de la edición en arquitectura y arte se antoja difícil, sobre todo cuando el proyecto responde al esfuerzo voluntarioso de un equipo que debe mantenerse vinculado para asegurar el proyecto número a número. Quizá viva muchos años, aunque la intensidad y el resultado de estos dos primeros números ya justifican el esfuerzo. ¿Hasta dónde vais a llegar con The AAAA Magazine?

Este proyecto no nace con la voluntad de ser eterno. De hecho, creo que el mundo funcionaría bastante mejor si nada naciera con la voluntad de ser eterno. Nuestra publicación es un experimento, que cada día nos da buenos resultados y alegrías. Es cierto que es un esfuerzo muy grande, que ponemos nuestro tiempo y nuestros medios en él, pero recibimos a cambio mucho más de lo que damos. Al ser una estructura en red pero con una filosofía muy marcada y una coordinación única, nos es posible crecer día a día añadiendo nuevos nodos sin perder nunca el orden de la estructura mineral. Cada nodo que se une (una persona y sus circunstancias, sus conocimientos, su contexto y las personas que lo rodean) nos enseña algo, nos enriquece y nos traslada.

Hasta ahora sólo hemos crecido, con lo cual se me hace muy difícil ver hasta dónde vamos a llegar, o cuándo vamos a morir (o suicidarnos), editorialmente hablando. Pero me imagino lo primero como una asentada plataforma internacional, una multiplicidad formada por la suma de pequeños localismos, donde su voz y fortaleza la dé la sumatoria y la conexión.  Muchos pequeños cristales que conforman una estructura de diamante. Una revista que exista porque los lectores y autores se sienten parte de ella con la misma implicación, que, al igual que los proyectos que nacen en crowdfunding, exista porque las personas la mantienen viva y latente. Nos encantaría poder ir aumentando nuestra producción para llegar a más lugares, además de abaratar costes para ser material consumible por la gente que está en las ETSAs.

Esta revista dejará de existir el día que tengamos que esforzarnos por buscar autores, o lectores, el día que sintamos el proyecto como una obligación, no como una pasión compartida. El día que dejemos de tener sentido para quienes nos rodean, o para nosotros mismos, AAAA no será necesaria.

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About The Author

Baltasar Fernández Ramírez

Postmodernidad, sociolingüística, delirio, liberalismo radical, crítica. Todos los campos del saber vuelven a unificarse bajo el marco de la postmodernidad, que sólo entiende las disciplinas en minúscula, como relatos menores reunidos en el espacio postestructuralista de la narratividad. Ciborg, posthumanismo, transgénero, pensamiento distópico, fin de la ciencia modernista, fin del relato del progreso, racionalismo relativista. Puntos ancla y metáforas para un pensamiento rupturista que mira al pasado con ojos de futuro.

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