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La construcción política de las personas en situación de calle

Mª Verónica Blanco, Mardelo Giudicelli y Rodrigo Irazoqui 28 enero, 2020

Las calles históricamente han sido considerada peligrosas, amenazantes para los poderes constituidos [i], por lo que han destituido la vida en la calle de su fuerza de existir, produciéndola como algo del orden de lo indigno y precario, como vida arruinada; son formas de ejercicio del poder que actúan haciendo precarios los modos de vida de un grupo de la población, haciendo inviable de diversas formas sus tácticas de vida, deslegitimando su presencia en la ciudad, moralizando y criminalizando sus conductas [ii]. Comprendemos la expresión de persona en situación de calle como la naturalización, producción y reproducción singular de hábitos, acciones y conductas, relacionados con lo que llamamos margen social, configurándose así un territorio existencial entre las instituciones y convenciones formales, a la intemperie, asociada a la deambulación, la locura,el estigma y la marginalidad, entre otras cosas.

En Uruguay, las políticas sociales han generado un sistema de refugios con distintos niveles de permanencia –solo nocturnos o las veinticuatro horas– según las características de las personas en situación de calle. Estos refugios son gestionados por organizaciones de la sociedad civil de forma diversa según la singularidad de cada organización y equipo técnico que desarrolla la propuesta, en un marco de condiciones determinado por el MIDES. Dentro de los dispositivos de refugio se generan espacios grupales diversos –como talleres literarios, ciclos de cine u otros del tipo de capacitación laboral–, donde se producen verdaderos acontecimientos [iii], y se despliegan múltiples fuerzas relacionadas al arte, la política y la literatura.

Gubernamentalidad y sociedad de rendimiento

Según Michel Foucault [iv], a partir de las relaciones entre población, estado y familia, se construye una forma de control de las poblaciones, que tiene su principal objetivo en la seguridad. Para ello desarrolla y analiza las formas en que las relaciones de poder se dan dentro del hospital psiquiátrico, la cárcel, los establecimientos de higiene pública, etc. A partir de la época moderna se abandona a la familia como concepto exclusivo de control social –es decir, la vida íntima de las personas–, para pasar a una forma de control que podemos denominar como disciplinaria y territorial. Es decir, los estados en su afán de gobierno de las poblaciones comienzan a perfeccionar las artes de gobernar a través de las disciplinas técnicas, como son las ciencias sociales. Otro de los puntos relevantes señalados por Foucault es la introducción de la economía como una forma de gobierno de las poblaciones. Es decir, cómo la economía comienza a ser un elemento importante para organizar, disciplinar y proporcionar a las poblaciones de un territorio la capacidad de la vida, la higiene, la protección, etc.

Este poder sobre la vida que se desarrolló a partir del siglo XVIII, se caracterizó por una doble forma de acceso al cuerpo. Uno de los polos, el primero que se formuló según Foucault, se concretó en la concepción del cuerpo como máquina. El segundo, que se formó más tarde, se centró en el cuerpo-especie, esto es, en el cuerpo visto desde la mecánica del ser vivo y entendido como soporte de los procesos biológicos: la proliferación, los nacimientos y la mortalidad, los niveles de salud, la longevidad, así como todas las condiciones que pueden hacer variar estos procesos, como la escasez de alimentos, los fenómenos de pobreza, las enfermedades. El conjunto de estos procesos es asumido por toda una serie de intervenciones y controles securitarios, constituyendo una biopolítica de la población. La instalación de esta tecnología caracteriza a un poder cuya función más elevada no es ya matar, sino invertir sobre la vida en todas las esferas de la existencia.

Las formas actuales de gubernamentalidad buscan en el sujeto un emprendedor de sí mismo. Por ello, Byung-Chul Han [v] sostiene que el sujeto de obediencia típico de las sociedades de control y disciplina ha dado paso a un sujeto de rendimiento. Este nuevo sujeto no funciona a través de la negatividad del poder como en las formas sociales anteriores, ahora el poder está integrado en la producción del sujeto:

Con el fin de aumentar la productividad se sustituye el paradigma disciplinario por el de rendimiento, por el esquema positivo del poder hacer, pues a partir de un nivel determinado de producción, la negatividad de la prohibición tiene un efecto bloqueante e impide un crecimiento ulterior. La positividad del poder es mucho más eficiente que la negatividad del deber [vi].

En las sociedades de rendimiento, el sujeto no tiene límites en su afán de continuar su vida, sus tareas, sus objetivos, por lo cual siempre está en una continua y exigente empresa personal que lo lleva en muchas ocasiones a la auto-agresión, ya que la satisfacción nunca se consigue. Por eso las sociedades de control generan locos y delincuentes, mientras que las sociedades del rendimiento generan depresivos y fracasados (Han, 2012).

Lälin, Montevideo. Imagen de David O’Leary en Flickr

En este escenario conviene reflexionar sobre el papel de la psicología social en la construcción disciplinaria. Por qué se estudian determinados temas o se hace foco en otros. Las demandas profesionales actuales en el campo de la psicología social tienden a ubicarnos como agentes de control y corrección de ciertas desviaciones de un sistema, aun híbrido, entre los locos –delincuentes y depresivos– fracasados. Este tipo de interpelación surge de una práctica concreta de trabajo con personas en situación de calle, la que ha abierto una brecha posible de transformación. A su vez, estas construcciones permean el campo social académico, pues, como veremos más adelante, también son constitutivas de construcciones subjetivas de las propias personas en situación de calle.


Leer más en URBS 9(2)

Extracto de Blanco Latierro, María Verónica; Giudicelli, Marcelo, e Irazoqui, Rodrigo (2019). Construcciones literarias a la intemperie. URBS. Revista de Estudios Urbanos y Ciencias Sociales, 9(2), 51-61.


La imagen de portada está tomada en la ciudad de Montevideo, por Tomáš Petrů, y publicada en Flickr.


[i] Delgado, Manuel (1999). El animal público. Barcelona: Anagrama

[ii] Butler, Judith (2002). Como corpos se tornam matéria: entrevista com Judith Butler. (Entrevista concedida a Prins, B., e Meijer, I.) Revista de Estudos Feministas, 10(1) 155-167.

[iii] Deleuze, Gilles, y Parnet, Claire (1980). Diálogos. Valencia: Pre-Textos.

[iv] Foucault, Michel ([1978]2006). Seguridad, territorio, población. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

[v] Han, Byung-Chul. (2012). La sociedad del cansancio. Buenos Aires: Herder.

[vi] Byung-Chul Han, 2012, p. 27.

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About The Author

Mª Verónica Blanco, Mardelo Giudicelli y Rodrigo Irazoqui

Mª Verónica Blanco Latierro es Magíster en docente del Instituto de Psicología Social en la Facultad de Psicología (Udelar), interesada en el estudio de las formas colectivas urbanas. Marcelo Giudicelli es estudiante de Maestría en Psicología Social (FP, Udelar), interesado en los procesos colectivos y la producción literaria con personas en situación de calle. Rodrigo Irazoqui es estudiante de Maestría en Psicología y Educación (FP-Udelar), y realiza una investigación sobre el discurso de la juventud de Montevideo, explorando los elementos del hip-hop en las calles de la ciudad.

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