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Descentrad la arquitectura

José María ROMERO 4 junio, 2013

A propósito del segundo taller asociado a la asignatura Monográficos de Proyectos.

La arquitectura se puede crear para humanos y para no humanos. Incluso se puede crear para «las cosas». Introducir innovación en un proyecto de arquitectura, por este motivo, es relativamente fácil. Si eliminamos dosis de eurocentrismo, etnocentrismo, antropocentrismo…, la innovación y la adecuación al medio surgen con naturalidad.

Eurocentrismo:

Desde la antigüedad, el Norte ha buscado el paraíso en el Sur. Sin embargo, a partir del siglo XX la cuestión se invierte, y los modelos arquitectónicos del norte invaden y colonizan el sur. Los edificios acristalados miesianos, infinitamente insostenibles en el sur desde el punto de vista energético, siguen siendo modelos muy presentes en las mentes de nosotros los arquitectos. Todavía ser moderno es utilizar los materiales de colores brillantes, reflectantes, refulgentes, transparentes, translúcidos…, de esos que vienen de «otro» lugar, y que no se dejan tocar, y que si reciben el menor rasguño, pierden todo su valor.  Los materiales y las técnicas constructivas del lugar, la piedra, la madera, la tierra, la cerámica, la vegetación autóctona…, se desprecian por poco actuales.

Casa Farnsworth, Plano, Illinois, 1951. Mies van der RoheCasa Farnsworth, Plano, Illinois, 1951. Mies van der Rohe.

 

Etnocentrismo:

En paralelo, la idea pequeñoburguesa centroeuropea de vivir idílicamente rodeados de verde naturaleza, es uno de los imaginarios dominantes en el sur. Esta otra imagen desconoce la Naturaleza propia meridional, que una gran parte del año no es verde, sino amarillo-parduzca: es decir, no es húmeda, sino reseca. La idea desprecia esta naturaleza como de país subdesarrollado, cuando su ignorancia le impide conocer que es mucho más biodiversa que la del norte.

Lo mismo les sucede a los ríos de régimen mediterráneo. La mitad del año no llevan agua en superficie. Por ello son despreciados y exterminados sin piedad (canalizados, entubados, desviados…), por la lógica ignorante (o impostora) de los expertos tecnócratas por no llevar agua. Un río mediterráneo lleva agua incluso en verano, pero en el subsuelo, en su manto freático. Y como le sucede a cualquier ecosistema mediterráneo, es mucho más biodiverso que cualquier río de aguas cristalinas del norte, aunque lo veamos reseco en periodo estival.

Final del invierno de 2013. Barranco Blanco, Coín (Málaga):

Apenas seis meses después del gravísimo incendio del final del verano de 2012 en la Costa del Sol. Una vaguada con vegetación exuberante de encinas, algarrobos y pinos. Un río con el murmullo fuerte de una cascada. Alta y frondosa vegetación de ribera.

BVisita con José Manuel Hevilla a Barranco Blanco, inicio del incendio de finales de 2012 en la Costa del Sol.

 

Viene a la mente la Casa de la Cascada de Wright, icono de la arquitectura del siglo XX. Humedad, frescor… frente a la dureza del tiempo cálido y pesado del sur… Sin embargo, ésta está en territorio de EEUU. Que es el espacio de los pioneros. Del territorio sin fin.

De nuevo etnocentrismo:

La Casa de la Cascada es una arquitectura para un territorio inexplorado, siempre húmedo y de propiedades privatizadas extensas. Donde la casa es un refugio para aislarse del mundo. La casa defiende de la sociedad, como todas las viviendas de Wright. Individualismo a ultranza. Una cultura que se va infiltrando en Europa que tiene consecuencias territoriales dramáticas. Y donde la vegetación de porte nunca puede quemarse e incendiar la casa.

CCasa de la Cascada. Fayette, Pensilvania, 1939. Frank Lloyd Wright.

 

Sin embargo, aquí, en el mediterráneo, el uso del espacio y del medio es mucho más público, y el único árbol que se puede acercar a una casa es la áspera y a veces pegajosa higuera. Ésta no se quema, y no puede trasladar el incendio al interior de una vivienda. Una vivienda en un bosque mediterráneo debe estar aislada de él, como los tradicionales cortijos serranos. Pero las funciones eran otras.

Más eurocentrismo:

Sierra Alpujata, Ojén (Málaga). Un día antes. La vertiente sur de la sierra muestra un paisaje absolutamente devastado, desolado.  El incendio de 2013 arrasó el cien por cien del pino resinero reforestado: miles de hectáreas. Pablo Blanco, el ingeniero de Montes que acompaña la visita, comenta que el hábito de reforestar en territorio nacional con frondosas abies (pinos) en lugar de las autóctonas quercus (quecíneas) viene de los años veinte desde centroeuropa, cuando se impuso allí ese sistema de reforestación.

DVista de la cara sur de la sierra Alpujata, Ojén (Málaga), arrasada por el incendio de 2012.

 

Los motivos fueron simples. Se importa de Europa un modelo que no tiene en cuenta que el abeto no es capaz de resistir al fuego, al contrario de las quecíneas (encina, alcornoque, quejigo…), que resisten relativamente bien un incendio, al haberse adaptado a su medio: son especies pirófitas. El pino resinero reforestado es una planta más bien exógena, que crece rápido y se calcina al instante (arde como un tea). No se habían previsto las consecuencias. Resultado medio siglo después: más de 8 500 has. calcinadas en plena Costa del Sol.

Antropocentrismo:

Un día después. De nuevo en Barranco Blanco. El biólogo Salvador Solís, conocedor de la sierra como nadie,  se pregunta por qué la arquitectura no se puede comportar, en vez de como una agresión al medio (la arquitectura siempre es artificial), como lugar de hábitats de diferentes especies de aves, pequeños roedores y reptiles, insectos… Propone lo que se entiende como una arquitectura extendida a los «no humanos», que facilite, en lugar de impedir, su diversidad biológica y conectividad.

ESalvador Solís, biólogo, en la visita a Barranco Blanco, Coín (Málaga).

 

Tras su emocionante alegato, no quedan dudas de que en lugares de un alto valor medioambiental como el visitado, la arquitectura también se puede proyectar para «no humanos».

Epílogo:

La aplicación de modelos de manera inconsciente habitualmente anula lo existente, y lo que es peor, la vida existente. Es la irracionalidad de lo racional. Viene de la lógica que da prioridad al objeto frente al sujeto; a lo formal frente al proceso que induce lo formal.

Los habitantes son los que insertan auténtica vida a los espacios, al medio urbano, al territorio, sean humanos o no humanos. Son los que hacen que valga la pena proyectar arquitectura e innovar.

Granada, 21/05/2013

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Enlaces:

Web de la materia Monográficos de Proyectos, ETS de Arquitectura de Granada, curso 2012-13

Blog «El monte en llamas», gestionado por los estudiantes de dicha materia


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About The Author

José María ROMERO

Arquitecto por la ETSA Madrid (1982). Doctor Arquitecto por la Universidad de Granada (2006). Profesor de Proyectos Arquitectónicos de la ETSA Granada desde 1998 (ETSA Univ. Sevilla 1994 - 98). Miembro del Grupo de Investigación TEP238: IN - GENTES (Investigación en Generación de Territorios). Vicepresidente de Rizoma Fundación desde 2008 (socio fundador y patrono desde su fundación en 2006). Socio fundador de MAIA Consultores SLP (2012).

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